Mire por la ventana y aún seguía lloviendo igual que el día anterior, la lluvia no había cesado para nada en absoluto y la neblina aún seguía inundando la carretera, así que este no sería el día en el cual seguiríamos con nuestro camino.
Mire a Elena por última vez y ella se removió cómodamente en su espacio mientras que una mueca de frustración comenzó a aparecer en su rostro.
Elena abrió su ojo izquierdo con lentitud. Se sentó en el borde de la cama y froto sus ojos lentamente.
Yo la observaba desde la ventana mientras que veía la forma de seguir con nuestro camino en este día. Mire de nuevo por la ventana y la lluvia comenzó a ser más fuerte de lo que ya era, fruncí el ceño y me acerque a Elena.
Me puse de rodillas frente a ella y mire sus ojos. Ella desvió su mirada hacia otro lugar, gruñí por lo bajo ante su reacción. Camine de nuevo hacia la ventana y hable de una vez por todas.
―No podremos avanzar con nuestro camino―. Ella abrió sus ojos como platos y me miro, perpleja.
―Pero... ¿Por qué?―pregunto acercándose a mí y mirando por la ventana, hizo un puchero de tristeza al ver que la lluvia no había disminuido un poco.
Se lanzó de nuevo a la cama, haciendo que ella quedara bocabajo.
Camine hacia ella y me senté en el borde de la cama, haciendo los pies de Elena a un lado para que pudiera sentarme.
Anoche Elena me había pedido que la abrazara. Realmente no había protestado porque mi cuerpo tenía demasiado frio y necesitaba un poco de calor para poder relajarme y dormir tranquilamente.
Pero debía de admitir que el abrazar a Elena me había sentado bien y, sin razón alguna, este día me sentía algo feliz por lo que había pasado con ella. Una vocecita en mi interior me decía que debía de protegerla y cuidar de ella, que debía darle más confianza y hacer que ella confiara más en mi persona.
Pero realmente no sabía si debía hacerle caso a esa pequeña vocecita que se encontraba en mi interior, no sabía si debía protegerla y cuidar de ella. Aunque una parte de mí ya lo estaba considerando.
Frote mi cabello con mis manos. Me gire hacia Elena, está aún seguía bocabajo y parecía que su respiración estaba un poco agitada, como si estuviera durmiendo.
Me levante de la cama y me senté a lado de ella. No estaba durmiendo. Tenía sus ojos bien abiertos y miraba hacia un punto fijo en la pared. La mire por unos segundos y esa vocecita en mi interior comenzó a decirme lo mismo que siempre me decía cuando la miraba.
Protégela. Cuídala. Amala. Quiérela. Se su salvación.
Sacudí mi cabeza para sacar esas palabras de mi mente, mire hacia la pared con desesperación y gemí en voz baja. Me gire completamente hacia la pared y revolví mi cabello con frustración.
¿Qué estaba pasando? ¿Por qué mi mente decía esas palabras? Yo no podía pensar en eso, no podía. Tenía que sacar rápidamente esas incoherencias de mi cabeza y debía encontrar rápidamente a los padres de Elena si no me quería volver demente con todo esto.
Elena se acercó hasta mí y toco mi hombro de una forma suave. Su tacto hizo que me calmara por completo y deje de revolver mi cabello. Se sentó a mi lado y me miro con preocupación.
Intente sonreír pero eso solo hizo que me saliera una mueca.
― ¿Estas bien?―me pregunto mientras que comenzó a bajar su mano hasta tocar con la mía.
―Sí, sí, claro. No te preocupes, fue solo algo que recordé, nada importante―. Mire mi mano y Elena aún mantenía la suya en mi piel.
― ¿Sabes? Creo que debo decirte algo.―Miro hacia su regazo y quito su mano de la mía. Puso sus manos en su pecho y apretó sus labios con fuerza. Yo asentí para que prosiguiera―. Lo lamento, no quise incomodarte anoche. Perdón por lo de anoche, es que tenía demasiado frio y no tenía con que cubrirme―mordió su labio inferior y miro hacia otro lado.
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Encontrándonos ©
RomanceA veces nos enamoramos de las personas menos indicadas para nosotros. Tal vez porque nos sentimos solos, o tal vez, porque necesitamos sentirnos queridos. Pero una cosa es verdad: una vez que te enamoras, no puedes dar marcha atrás, aunque esa perso...