Capítulo 5

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Una vez que terminó de escribir el título "Locuras" en la servilleta, levantó la vista para encontrarse con mis ojos que lo observaban atentos. Rápidamente aparté la vista, un tanto avergonzada, hacia mis uñas.

—¿Tenés algo pensado? —me preguntó con una sonrisa que reflejaba que se había dado cuenta de la incomodidad que me había surgido al encontrarme con sus ojos.

Volví a mirarlo esta vez preparada para el choque de energía que me generaba ver mi reflejo en sus iris. Recién en ese entonces me di cuenta que tenía pestañas casi más largas que las mías.

Tierra llamando a Regina

—E-en realidad, no pensé nada... —confesé rápido al darme cuenta que había generado mucho suspenso.

—¿Nunca dijiste esto quiero hacerlo antes de morir? —me preguntó imitando una voz femenina que me sacó una risita.

—Anotá —le dije dispuesta a soltar todas esas cosas absurdas que uno cree que va a hacer si o sí; o que al menos va a intentar... Todas esas cosas que ni uno mismo se ve haciéndolas más que en un futuro muy lejano—. Tirarme en paracaídas, viajar en avión, conocer Londres, pasar una noche durmiendo al aire libre, ir a un karaoke... —dejé que la última letra se extendiese hasta que me di cuenta que no se me ocurría nada mas—. Creo que eso es todo.

Asintió terminando de escribir con una letra desastrosa.

—Genial —pronunció tomándose un segundo para leer la lista en la servilleta—. Ahora, ¿algo que esté más al alcance de tus manos? Creo que lo único más lógico de todo esto es dormir al aire libre —rió.

En ese momento, el chico que atendía el bar se acercó a nosotros con los dos licuados de frutilla y las seis medialunas en una bandeja. Las dejó sobre la mesa y se retiró sin decir una palabra.

Le di un sorbo al licuado y fue como estar viendo las estrellas. Estaba delicioso.

—Por lo visto, te gustó —me dijo con una sonrisa pícara. Entonces me pregunté qué cara habré hecho al probarlo y definitivamente preferí no imaginarla.

—No se me ocurre otra cosa para hacer —cambié de tema, volviendo al anterior.

Suspiró largo y tendido antes de hablar.

—Entonces voy a tener que hacer yo la lista... —Le dio un mordisco a la medialuna comiendo casi la mitad.

—La verdad, no sé si quiero seguir con todo esto —le dije algo temerosa. Observando cómo se apuraba a tragar para poder contrariar lo que había dicho. Porque estaba segura de que lo iba a hacer

—¿Seguir? Ni siquiera empezamos —hizo una mueca.

Era cierto, pero ya estaba lo bastante asustada y no confiaba mucho en sus ocurrencias. Ni siquiera lo conocía. Quien sabía las cosas que me haría hacer.

—Por eso, antes de que empecemos prefiero no hacer nada —le expliqué concentrándome en mi licuado que ya sólo tenía la mitad. Tenía que comprar otro de estos antes de volver a la capital—. Además es raro —agregué luego.

—¿Qué es raro?

—La situación... No es normal que alguien venga de la nada y me ofrezca a hacer cosas así porque si.

Se tomó unos segundos antes de contestarme con una leve sonrisa.

—Primero, no vine de la nada. Nací como naciste vos. —Rodé los ojos y el rió—. Y segundo, es cierto que no sea normal, pero nadie dijo que yo fuera normal. Lo único que quiero es divertirme y ayudarte a divertirte. Si lo pensás así no es tan raro.

Locuras enlistadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora