Capítulo 16

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¡Hola!

¡Ya estoy de vuelta!

Si, lo sé. Tardé muchísimo en publicar, nuevamente mucho mas de lo pensado. Y les pido perdón por eso.
Quería escribirlo, porque desde que terminé el anterior tengo las ideas para este, pero no podía pasar las ideas a palabras. No sé que pasaba. Empiezo a creer que mi estrés se manifiesta de esta manera.
En fin, ya estoy por comenzar mis vacaciones así que espero (y espero en serio) poder publicar el capítulo 17 dentro de dos semanas como era antes. Crucemos los dedos para que la inspiración no me abandone.

¡Muchas gracias por esperar!

Espero que les guste el capítulo ^^


***

—¿Estás seguro de que eso está bien cocinado? —le pregunté observando con una mueca el pollo que, por suerte, aún seguía asándose.

—Sí, ¿no ves que está dorado? —me dijo Yago.

—Eso es porque pusiste la llama muy alta.

—No está alta y ya se cocinó.

—Para mí adentro va a estar crudo —le dije insistiendo.

Suspiró dejando el tenedor sobre la mesada y giró para quedar frente a mí.

—¿Sabés algo de cocina? ¿Sos experta cocinando? No. Así que si yo lo veo cocinado es porque está cocinado.

—Yago... vos tampoco sabés de cocina —reí logrando una sonrisa de su parte.

—A ver, pásame un cuchillo y vemos —cedió finalmente.

—Si lo cortamos vamos a arruinar el plato. —Me miró sin entender. —¿Trabajamos tanto y ni siquiera vamos a poder sacarle una foto?

—Yo quiero comer, no sacarle foto.

Después de discutir unos segundos más, cada uno defendiendo su postura, decidimos asarlo unos minutos más y luego nos arriesgamos a preparar el plato sin comprobar que esté cocinado. Aunque yo ya estaba un poco más confiada con esos minutos de más.

Luego de preparar la mesa y antes de sentarnos a comer, logré sacarle una foto decente. Entonces nos dispusimos a comer, aunque antes de dar el primer bocado, observé la comida un tanto dudosa. Yago me miró con la boca llena enarcando una ceja.

—Si no me gusta, escupo todo. —Y casi fue él el que terminó escupiendo porque se tentó con mi comentario.

Me llevé el tenedor a la boca mientras sentía los ojos de Yago esperando por mi veredicto. Tragué, me serví un vaso con agua, tomé unos tragos y luego le di mi respuesta.

—¡Está genial! Al final no somos tan brutos en la cocina —reí.

—El que yo había probado antes estaba más rico.

—Al menos está comible...

Asintió de acuerdo.

***

Una vez que terminamos de almorzar, y luego de mucha insistencia de mi parte, nos dispusimos a lavar los platos y demás fuentes que habíamos ocupados. Él quería dejar para que la mucama ordene todo, pero me pareció muy descortés obligar a la mujer a limpiar terrible despelote... aunque le pagasen por ello, la suciedad que habíamos dejado era demasiado exagerada. Tardamos casi dos horas en limpiar todo. Y luego de que se armara una guerra con la espuma del detergente, también tuvimos que pasarle un trapo al piso.

Locuras enlistadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora