Capítulo 30

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¡Hola!
Ya estoy acá con el capítulo de la quincena... una quincena que se alargó más de lo previsto.
Estuve pensando y me di cuenta que el final está mucho mas cerca de lo previsto. No sé exactamente cuántos capítulos faltan, pero vayan preparándose para la despedida :/
Muchas gracias por seguir allí, nunca me voy a cansar de agradecerles que me acompañen  en la lectura, dejandome sus opiniones y compartiendo las vivencias de los personajes. ¡Muchas gracias!
Espero que disfruten el capítulo :D


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

Sentí la urgencia de nuestros labios que se sumían a una batalla intensa. Sus manos subieron por mi cintura hasta llegar a mi rostro. Me besó con más fuerzas, haciendo notable el deseo contenido durante este tiempo. Mordió mi labio inferior... y entonces se alejó cortando con todo momento mágico que pudiese haber existido. Unió su frente a la mía y nuestras respiraciones se mezclaron por unos segundos; luego se separó.

Abrí mis ojos y me topé con su mirada.

Estaba serio.

Aquello invadió de hielo mi entorno.

Nos observamos sin decir nada. Traté de buscar alguna respuesta en su rostro, algún indicio de que estaba todo bien, pero no encontré nada, sólo rigidez.

Me sentía flotar. El beso había provocado una explosión de emociones en mi interior. Aun podía sentir el roce de sus labios con los míos y la necesidad de que volvieran a encontrarse. Todo aquello empezaba a mezclarse con el frío de su mirada. No sabía qué sentir, no sabía qué pasaba... no encontraba sentido a su inmutes.

—Vamos —me dijo dando media vuelta para empezar a caminar hacia la casa de mi prima, hacia ese destino que nos quedaba a sólo media cuadra de distancia.

Lo observé avanzar unos pasos sin saber por qué mis piernas no reaccionaban. El vamos quedó suelto en el aire y mi mente parecía tratar de aferrarse a esa palabra para intentar accionar conforme a su indicación. Y no lograba hacerlo, me encontraba aturdida.

Avanzó unos metros hasta que notó que seguía en mi lugar, clavada en la vereda, y dio media vuelta para dejarme ver una vez más su frialdad dibujada en su rostro. Aquello bastó para traerme nuevamente a la realidad, mis pasos me acercaron a él y avanzamos a la par.

Quería decirle algo, quería hablar sobre lo que había pasado o sobre la última estrella que parecía titilar en el cielo que empezaba a aclararse, pero sentía la voz apagada. Quería escuchar sus palabras, alguna broma, cualquier comentario, pero lo dominó el silencio. Lo sentí más lejos que nunca, estando allí sin estar.

Caminamos sin decir nada hasta que llegamos. Nos separamos, él fue hacia el lado de la calle y yo me acerqué más a la puerta de entrada. Nos dividió la vereda en todo su ancho; nos permitimos mirarnos. No podíamos irnos sin saludarnos.

—Te... —se aclaró la garganta—. Te aviso un día de estos para... Lo de la lista... Te aviso. Eso.

Sonreí débilmente.

—Dale. Espero el aviso.

—Nos vemos.

—Nos vemos.

Rodeó el auto y se subió. Lo observé desde la vereda hasta que se fue. Entonces me permití entrar. Caminé por el sendero hasta la puerta de entrada y cuando estaba por abrirla, me detuve. Mi mano se congeló en el picaporte y mi mente voló hacia los sucesos anteriores. Los pensamientos me dominaron y terminé sonriendo. No entendía la reacción de Yago, pero a pesar de eso, la felicidad del instante podía mucho más. Mi corazón volvió a acelerarse esta vez consciente de que el sentimiento no era algo difuso, sino que se había establecido con firmeza en mi interior; ahora latía con motivo.

Locuras enlistadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora