𝔈𝔫 𝔢𝔩 𝔮𝔲𝔢 𝔰𝔢 𝔫𝔞𝔯𝔯𝔞 𝔢𝔩 𝔤𝔯𝔞𝔫 𝔟𝔞𝔦𝔩𝔢 [𝔭𝔞𝔯𝔱𝔢 2].
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Lo cierto es que Murdoch encontraba muy divertida la situación en la que su antiguo amante se encontraba enfrascado, a pesar del incontenible recelo que sentía por la vikinga y de lo preocupado que estaba por su madre —que no llevaba nada bien la presencia de los bárbaros en la fiesta—, no podía contener en lo absoluto la sonrisilla juguetona que tiraba todo el tiempo de sus labios. Ezra de Arendelle, el terrible tirano de las nieves, el cruel regalo de dios, el rey que ahora no solo controlaba el hielo sino también el fuego de un dragón, ese despreciable sujeto que se alegraba el día incordiando a cualquiera que tuviera la pésima fortuna de estar en su camino. Apático, pícaro y tranquilo Ezra de Arendelle, cubierto levemente bajo su propia escarcha porque era incapaz de sobrellevar el hecho de que el antiguo amante de su esposa estaba presente en aquella fiesta.
Cuando Ezra les comentó a Raphael y a él que los invitaría al baile destinado para encontrar más damas de la cohorte para la reina, Murdoch había dado por hecho de que finalmente se había decidido dejarse de tonterías. El promiscuo rey de Arendelle volvería a disfrutar de los placeres que miles de jóvenes estaban dispuestos a ofrecerles, volvería a brindarles espectáculos dignos de Sodoma y Gomorra para su divertimento, volvería con sus crueles juegos lujuriosos y Murdoch podría volver a divertirse con las locuras que se le llegaban a ocurrir.
Pero no, lamentablemente para él, ese no había sido el caso. No sabía cuáles había sido los planes del rey de Arendelle en un inicio, pero ahora mismo todo lo que Raphael, y él estaban haciendo era tomar copa de vino tras copa de vino intentando seguirle el ritmo al infantil rey celoso, ruedan los ojos ante todas las quejas que se le escapan entre los dientes a Ezra, se mira con gracia de vez en cuando ante comentarios particularmente patéticos.
Al ver al rey de Arendelle arrancar la décima copa de la bandeja de un angustiado sirviente, Murdoch considera que ya le han dado tiempo suficiente para que se desahogue.
—Jamás creí que llegaría a decir esto de algo que tú has preparado, Ezra... pero este baile es el evento más aburrido y tedioso en el que nunca he estado. ¿La intervención de tu mujer ha tenido algo que ver en este desastre?
En verdad el baile había salido bastante bien a pesar de que podía ver por todas partes decisiones que definitivamente eran de la nueva reina de Arendelle. La música no era nada elegante, la decoración era sencilla y la parte que más cuidado había tenido había sido el banquete que se extendía por varias mesas. Ezra ni siquiera había hecho el amago de dar un pequeño discurso de bienvenida, la reina vikinga pronunció un rápido saludo antes de que la música empezara y desde entonces se había quedado tan tranquila, andando lejos de la pequeña zona de baile, conversando con sus amistades del archipiélago vikingo y con sus damas, recibiendo con una sonrisa de vez en cuando a las posibles candidatas que se atrevían a acercarse.
Todo el mundo parecía estar disfrutando el baile, exceptuando por los jóvenes reyes y las pobres reinas eméritas de Corona y DunBroch —que habían sido invitadas por un sencillo tema de cortesía—. El pobre Ezra, a pesar de su pálida apariencias y sus invernales poderes, parecía una pequeña llamita de rabia y celos que iba creciendo a cada copa de vino que se arrojaba encima ansiosamente.
—Es que soy estúpido, soy completamente imbécil, jamás debí de haber permitido que ese mugroso vikingo fuera invitado —la mesa contra la que estaba apoyados ya estaba congelada casi a su totalidad, tal vez con un par de minutos más Ezra habrá terminado de expandir el frío por toda la delicada y cara madera. En cualquier otra circunstancia los jóvenes reyes de la Santa Alianza se hubieran unido a los insultos que Ezra lanzaba contra su propia persona, pero sabiendo por qué el rey de Arendelle había accedido a invitar a aquel bárbaro, ninguno de los dos se veía con la suficiente desfachatez de recriminarle nada. Todo hombre era débil de carácter cuando una mujer usaba sus armas más peligrosas—. Debería de ordenar que le corten la cabeza y me hagan una jodida copa con su cráneo.
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𝕰𝖑 𝕵𝖚𝖊𝖌𝖔 𝖉𝖊𝖑 𝕽𝖊𝖞. [HiccElsa]
FanfictionLuego de su muerte, la memoria de Estoico se enfrenta a las consecuencias de sus errores: el abandono de un niño que le necesitaba, el nulo reforzamiento de una alianza que mantenía a su pueblo a salvo, la falta de respeto a las promesas que dedicó...
![𝕰𝖑 𝕵𝖚𝖊𝖌𝖔 𝖉𝖊𝖑 𝕽𝖊𝖞. [HiccElsa]](https://img.wattpad.com/cover/314755654-64-k129942.jpg)