𝔈𝔫 𝔢𝔩 𝔮𝔲𝔢 𝔰𝔢 𝔫𝔞𝔯𝔯𝔞𝔫 𝔩𝔞𝔰 𝔠𝔬𝔫𝔰𝔢𝔠𝔲𝔢𝔫𝔠𝔦𝔞𝔰 𝔡𝔢 𝔩𝔬𝔰 𝔞𝔠𝔱𝔬𝔰 𝔡𝔢 ℌ𝔶𝔩𝔩𝔞 ℌ𝔞𝔡𝔡𝔬𝔠𝔨
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En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día:
ya no siento el corazón
Aguda espina dorada,
quién te pudiera sentir
en el corazón clavada.
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Mientras corre por los pasillos del palacio cubiertos de púas de hielo y escarcha que no deja de expandirse, Hylla puede escuchar por completo el horrible silencio del salón donde el baile se había estado llevando a cabo. Hace unos segundos la música llenaba cada rincón del palacio y los invitados charlaban tan alto que no podías evitar enterarte de todas las conversaciones por muy privadas que fueran. Pero ahora cada instrumento se había detenido y parece ser que cada plática ha parado o solo quedan susurros que jamás podrían atravesar las paredes del palacio. Se siente como si aquel inmenso castillo estuviera completamente vacío, como si tan solo quedara ella, el hielo y el rey que lo ha producido, porque el único ruido que puede escuchar es el desastre que se lleva a cabo en la habitación que comparte con su marido y los gruñidos que suelta, con esa potencia de un animal feroz rabioso.
Cuando llega a la habitación, lo encuentra llorando y gritando, reventando cada mueble con su hielo, tirando de las pesadas cortinas de su habitación, rasgando las sábanas y el colchón de la cama que habían compartido hace tan pocas horas. El suelo no solo estaba lleno de escarcha y hielo, sino también de los trozos del espejo que Ezra había destrozado y de la sangre que surgía desde sus manos destrozadas. Desde las telas rasgadas a la madera astillada, todo estaba cubierto por la sangre del rey de Arendelle.
La imagen, aunque a Hylla no le gustara admitirlo, era bastante patética. Un hombre tan poderoso como él, el tirano de las nieves que podía destrozar el cielo con un solo movimiento de manos, haciendo un desastre en su habitación mientras sollozaba como un niño pequeño.
Intenta hablar con él, llama su nombre y logra hacerse oír a través de la tormenta del exterior y los gritos de la habitación.
—¡Largo de aquí! —le responde de inmediato, mostrándolo finalmente el rostro. Su pálida cara cubierta de sangre y lágrimas, su peinado arruinado, sus ojos rojos de tanto llorar—. ¡Vete de aquí ahora mismo! ¡No quiero volver a verte!
—Ezra, por favor, solo quiero hablar —insegura, empieza a avanzar hacia él, pasando por el marco, cometiendo un horrible error.
Una ráfaga de gélido viento la deja encerrada de un portazo, un chillido se le escapa de los labios al sentir como el hielo retenía sus manos y sus piernas. Llega a sentir miedo, llega a realmente espantarse por todo lo que Ezra podría hacerle en ese momento, todas las formas en las que podría dañarla sin que ella pudiera hacer nada.
Pero, para su sorpresa, tan pronto como llega, el hielo se va de su cuerpo, dejándola empapada y temblorosa, dejándola horriblemente confundida. Cuando busca la mirada de Ezra, puede incluso notar algo de vergüenza, unos pequeños atisbos de arrepentimiento, pero todo aquello está fuertemente cubierto por una abismal tristeza. Con sus manos ensangrentadas, mientras Hylla lo observa preocupada, Ezra de Arendelle no es capaz de cubrirse el rostro mientras se rompe a llorar dolorosamente, como lo hizo cuando sus padres murieron, como lo hizo cuando estuvo a punto de perder a Anne, como se había jurado que jamás volvería hacer.
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𝕰𝖑 𝕵𝖚𝖊𝖌𝖔 𝖉𝖊𝖑 𝕽𝖊𝖞. [HiccElsa]
FanfictionLuego de su muerte, la memoria de Estoico se enfrenta a las consecuencias de sus errores: el abandono de un niño que le necesitaba, el nulo reforzamiento de una alianza que mantenía a su pueblo a salvo, la falta de respeto a las promesas que dedicó...
![𝕰𝖑 𝕵𝖚𝖊𝖌𝖔 𝖉𝖊𝖑 𝕽𝖊𝖞. [HiccElsa]](https://img.wattpad.com/cover/314755654-64-k129942.jpg)