XV. like a partner...

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Eres un animal. –Le miró con acusación, Bin realmente no lo sentía para nada, cada encuentro con Sanha siempre lo ha disfrutado, aunque solo eso puede tener del menor.

Me gusta hacerte gemir como gata en celo. –Soltó algo divertido y desafiante, le encanta hacerlo enojar. Sobre todo cuando gritas mi nombre. –Bin se levantó sin intención de taparse dejando la vista completa a Sanha quien no podía dejar de mirarlo.

Ponte algo. –El sonrojo de las mejillas no es algo que pasó desapercibido por Bin, le gustó provocar eso.

No es nada que no hayas visto. –Tomó una toalla del estante y camino de lo más normal al baño. Me voy a duchar.

¿Cómo puede entrar todo eso? –Pensó Sanha al ver al amiguito de Bin, Sanha se sentía avergonzado ya que no podía dejar de ver el cuerpo de Bin, se sentía como en su época de estudiante cuando espiaba a Bin cuando a este último le tocaba hacer ejercicios en el patio de la mansión.

Sanha se quedó mirando a la nada, estaba reflexionando sobre Bin, no había tenido tiempo de procesar lo que había pasado en las últimas semanas, aun no se podía creer que había aceptado ser el amante de Bin tan fácilmente, aunque tampoco se podía reprochar mucho ya que había deseado esto desde hace tiempo.

Esto va a salir mal. –Se acurrucó abrazando la almohada de Bin donde podía oler su perfume. Dios... es demasiado caliente. –Murmuró al recordar las fuertes manos del mayor sobre su piel, aun tenía la sensación de que lo estaba tocando.

Estaba jodido, no podía estar más enamorado de Bin de lo que ya está. Estaba demasiado jodido, por que sabía que era uno más en la cama de Bin.

A Sanha lo venció el cansancio y se dispuso a dormir un rato aprovechando que Bin estaba ocupado en el baño. Bin al salir de la ducha, al ver a Sanha dormido, sonrió ligeramente, tomó su pantalón par vestirse y con ello irse a la cocina, aprovecharía para prepararle un almuerzo decente a Sanha ya que por lo que veía solo tomaba esos licuados especiales por la mañana y casi no lo veía comer.

Al ponerse el mantel se dispuso a cocinar, puso la cafetera a trabajar mientras hacía los huevos revueltos, panqueques, arroz cocido, tocino dorado, sopa de algas y frijoles rojos... mientras cortaba la fruta no pudo evitar comenzar a reflexionar, estaba teniendo lo que quería, tenía a Sanha debajo de él gritando su nombre, lo había convencido de estar juntos los días que esté en la ciudad, pero... ¿a que costo? Sanha lo veía como un acostón, el mismo joven se lo dijo varias veces sin contar de repetir lo mal que está ya que crecieron juntos... No sentía culpa, desea a Sanha de todas las maneras posibles y menos cuando Bin sabe que siempre obtiene lo que quiere, tiene el cuerpo de Sanha, tiene sus besos, sus gemidos, solo le falta su corazón, aunque no estaba muy seguro de que es solo cuestión de tiempo para tener por completo a Sanha.

Sanha se levantó por el olor de la comida, a dolorido tomó la camisa de Bin que era lo que estaba más cerca de su alcance. A cómo pudo se levantó de la cama para ir a la cocina. Sanha se quedó viendo la espalda definida de Bin decorada con sus rasguños. Bin al voltear, vio a Sanha en el marco de la puerta, se tensó al ver la caliente imagen de Sanha, usando su camisa que muy apenas lo cubría no pensó que lo pondría tan duro en cuestión de segundos.

¿Es necesario que lo hagas sin camisa? –Le preguntó algo divertido, era un poco gracioso al ver tan doméstico a Bin. 

¿Y perder la oportunidad que uses mi camisa? –Se aclaró la garganta. Te queda bien, gatita. –Se volteó para seguir cortando fruta.

No sabía que sabías cocinar. –Para sorpresa de ambos el menor no le reprochó el apodo, Sanha se acercó mirando como Bin cortaba con precisión la fruta.

Hay muchas cosas que no sabes de mi. –Un brillo coqueto destelló por un momento en la mirada de Bin. También sé hacer postres. –Bin omitió que solo sabe hacer los postres que le gustan a Sanha. Siéntate. –Sanha hizo exactamente lo que dijo Bin.

Bin comenzó a poner todo lo que preparó y le tendió un plato a Sanha para que se sirviera.

Tal vez podemos hacer que esto funcione. –Bin le miró atento, mientras se sentaba enfrente de Sanha. Puedes quedarte a dormir cuando estés en la ciudad. –Sanha le tendió una llave del departamento.

La pequeña sonrisa de Bin no pasó desapercibida para Sanha, ya que dormir no era exactamente lo que harían, menos cuando Sanha conocía la energía de Bin.

Todos mis días en la ciudad serán para ti. –Bin alcanzó su cartera para sacar una tarjeta negra. Quiero que la tengas para comprar lo que quieras, eres mi amante y necesitas estar bien atendido, por si quieres hacerte las uñas, gatita. –Le tendió la tarjeta a Sanha.

Idiota. –Sanha la tomó, Sanha sabía lo mucho que se había esforzado Bin para llegar hasta donde está, pero nunca pensó que llegara a tener dos black cards a su disposición, era muy diferente a su situación ya que a pesar que se ha hecho un nombre en las carreras aun no generaba el dinero que genera Bin.

El almuerzo fue silencioso, Bin tomó una foto y la subió a sus historias sin dar mucho detalle. Sanha no pudo evitar darle un vistazo, Bin se veía más atractivo recién levantado con el cabello desordenado y solo con un pants, el corazón de Sanha se aceleró ante su pensamiento, ya que no era el adolescente que suspiraba en secreto por Bin, ahora se había convertido en su amante.

CLANDESTINE | BINSANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora