17. Advertencia

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MAXWELL:

 La realidad cayó sobre mí. Mi madre se casaría con John. Fue como si me hubiera caído un balde de agua helada. Eso solo significaba una cosa; Derek y yo tendríamos que compartir la misma casa, formaríamos una familia. Me negaba a aceptar eso, pero al ver a mamá tan entusiasmada tuve que tragarme todo mi orgullo. Ella debía estar feliz; era lo único que me importaba, solo quería ver alegre a la mujer que dio a luz, aquella que me dio todo el amor posible. ¿Amor paternal? No lo necesitaba. Con el amor que mi madre me ofrecía era más que suficiente.

 —No quiero ir, mamá.

 — ¡Por favor! Acordamos que sería una cena familiar. John llevará a su hijo y yo prometí llevarte ¿No puedes hacer eso por mí? —hizo un puchero. De aquellos que utilizaba para tener el mundo a sus pies.

—De acuerdo —suspiré—. Iré.

Mamá me dio uno de sus típicos y asfixiantes abrazos.

Tardó una hora arreglándose. Yo lo hice en media hora. Caminé de un lado a otro, desesperado. Cinco minutos después se dignó a bajar. Lucía tan linda, siempre lo ha sido pero en este momento lo era mucho más, puesto que una radiante sonrisa iluminaba su rostro, agregando aquel vestido negro que le daba apariencia de tener diez años menos.

— Te ves hermosa, mamá.

—Y tú te ves guapísimo. Sí Gwen te viera no dejaría de abrazarte.

—Eso creo. Entonces, ¿nos vamos? Recuerda que son cincuenta minutos de viaje.

 Gina nos deseó una velada increíble. A pesar de que mamá no quiso dejarla sola, ella insistió en quedarse en casa.

El señor John hizo una reservación en el restaurante ' Meadowood, uno de los más caros del país. Sí que tenía recursos suficientes para tal cosa. El lugar era toda una maravilla. Aun no entraba y ya me había cautivado. Su infraestructura era hermosa, añadiendo la relajante música para ambientar el lugar.

—Muy buenas noches, sean bienvenidos a Meadowood. Reservación, ¿a nombre de quién? —preguntó un hombre moreno, ya de edad avanzada.

—John Forest.

El hombre checó en su lista.

—Acompáñenme —sonrió.

Mi fascinación desapareció al llegar a nuestra mesa. Ahí estaba sentado el deficiente; Derek. 

El novio de mi madre se levantó y la besó en los labios.

—Tomen asiento, por favor —dijo al separarse.

No tardó ni un minuto observando el menú, inmediatamente eligió.

—Caviar, por favor.

—Quiero lo mismo —dijo Derek, entregando el menú al camarero.

Todos los platillos eran demasiados costosos. Él iba a pagarlo, pero era demasiado incómodo tener la libertad de pedir algo que no pagaré. Probablemente mi madre pensaba lo mismo ya que no apartaba la mirada de la carta.

—Salmón —finalmente se decidió.

Volví a analizar los nombres de los platillos, debía elegir inmediatamente.

—Un porterhouse.

—Y traiga un vino del año 1997 —Jonh habló y sonrió.

—En unos momentos traigo los platillos. Que disfruten de esta hermosa velada —hizo reverencia antes de marcharse.

—Te ves hermosa, Margaret.

—Gracias, no es para tanto—se ruborizó.

—Si lo es, y es que esta noche pareces una diosa.

Pequeña mentira Donde viven las historias. Descúbrelo ahora