32. Epílogo

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Siento no haber dedicado más capítulos pero no pude hacerlo porque actualicé desde mi móvil y me resulta más difícil. Bueno, se llegó el cierre de esta historia. (NO HABRÁ SECUELA) ya he explicado el motivo. Espero les haya gustado. Créanme que batallé mucho para escribir este epilogo XD Una vez que terminen de leer me gustaría saber que les pareció en general la historia. Les agradezco enormemente su apoyo. Estoy muy feliz, de verdad. 
Eso es todo y nos leemos en mi otra novela que encuentras ya disponible en mi perfil de wattpad.

Ah y les dejo mi Instagram: yen_kj

Un año después.

Derek salió huyendo de su casa al verme furiosa, echando humo.

¿Cómo era posible que Max se olvidara de mi cumpleaños?, siendo que el año pasado me organizó una comida especial y usamos playeras de pareja.

Subí al segundo piso y golpeé su puerta, mientras gritaba.

—¡Maxwell Dolan abre la puerta!

Oí el picaporte girar, pero no pude verle la cara. Entré a la habitación esperando verlo. No fue así, me encontraba sola.

Una melodía que conocía bien me hizo girar hacia su buró. En este se encontraba una pequeña caja musical. La única diferencia fue la nota que se oía. No era la típica utilizada, esta era la canción She's the one de Robbie Williams. Aquella canción que elegí como nuestra. Anonada me acerqué al buró, encontrando una caja musical con estampado de nutella. Fue entonces, cuando Max salió detrás de la puerta.

—¡Felices diecinueve! —Con una sonrisa se acercó a mí para después rodearme con sus brazos.

—¿Cómo hiciste esto? —musité.

—La hice yo mismo. Las prácticas en Apluss me sirvieron de mucho, también tuve asesoramiento del técnico Marcus. Sólo gravé nuestra canción, cambié el motor de la nota y lo sustituí por uno nuevo con la canción de Robbie.

Miré una vez más la pequeña caja de música. Acto seguido me abalancé a sus brazos. Perdió el equilibrio y caímos sobre su cama, quedándome encima de él. Mi carcajada fuerte se oyó por toda la habitación.

—Por un momento temí que te olvidarás de mi cumpleaños.

—Eso jamás —susurró en mí oído. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, haciendo que mi piel se erizara.

Nos miramos fijamente, queriendo decir todo y terminar diciendo nada.

Mi vista recayó en sus labios y él pareció hacer lo mismo. Como si nos hubiésemos puesto de acuerdo, acercamos nuestros labios para propiciarnos un beso intenso. Cuando nos separamos, con nuestras respiraciones agitadas seguimos mirándonos. Por un momento olvidé que me encontraba sobre su cuerpo.

—¿No hay nadie aquí? —pregunté con la voz cortada.

Él negó.

—Mi madre y su esposo se fueron de viaje a Danville, Derek se marchó porque tendrá una cita con Eun Bi.

—Entonces tenemos la casa para nosotros dos —afirmé.

Vi como Max tragó saliva.

Recordé lo que pasó tiempo atrás cuando Maxwell me confesó sus deseos por tener relaciones sexuales conmigo. Deseché la idea por un buen tiempo —para ser exactos un año—, hasta hace un par de meses cuando la idea de entrar en contacto, piel con piel no me resultaba indiferente. Mis pensamientos se esfumaron cuando sus labios entraron en contacto con los míos. Rozándolos tiernamente me hizo desvanecer. Caí en cuenta que después del tiempo que hemos estado juntos, estaba más que segura de mi decisión.

Pequeña mentira Donde viven las historias. Descúbrelo ahora