20. Indicios de amor

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Los capítulos tienen algunos errores ortográficos porque se me colaron y los corregiré hasta terminar la historia. Eso es todo y disfruten de la lectura.

MAXWELL:
Gina seguía usando mi laptop tranquilamente. Por mi parte, tomé el libro de electrónica básica para continuar con la lectura que dejé a medias. Algunas cosas no me quedaron claras, por ello decidí darle un repaso a lo visto en clases.

—Max...

— ¿Sí? —pregunté sin mirarla. Mis ojos se mantuvieron en el libro.

—Cambiaste el fondo de pantalla de tu monitor. Hace unos días tenías neutrones plasmados, ahora tienes una frase de amor: "La mayor declaración de amor es la que no se hace; el hombre que siente mucho, habla poco"

Sí que Gina era muy curiosa. ¿Qué tenía de malo? Era una frase que me gustó, nada más. No había nada oculto.

—Quise cambiarla, es todo.

Pareció estar conforme y siguió con lo suyo.

"Te llamo en la tarde" esas fueron las palabras de Gwen, pero hasta el momento no lo ha hecho. Eran exactamente las cinco cuarenta y dos de la tarde. No es una mujer de palabra, esto es un ejemplo de ello. Si ella me hubiese dicho que yo la llamara, lo haría. Pero no, no lo hizo. Gwen prometió llamarme.

La melodía, blackheart de Two Steps From Hell se hizo presente en mi habitación. Me apresuré a coger el móvil y contesté.

—Sí, Gwen. Claro, que estoy en casa, no saldré. De acuerdo, aquí te espero —Se despidió de mí y colgó. Tumbé el móvil sobre la cama y continué con mi lectura.

— ¿Por qué la elegiste?

Aquella pregunta interrumpió mi lectura, hizo que despegara los ojos del libro para mirarla.

—No sé a qué te refieres. Específica.

Gina se levantó de mi escritorio para poder sentarse a mi lado.

—Gwen ¿Por qué la elegiste? ¿Qué tiene de especial? He estado preguntándome esto, la curiosidad me carcome el alma. Quiero saber lo que Maxwell Dolan vio en esa chica.

« ¿Qué le vi?» buena pregunta. Ella no quería oír la típica respuesta "Me enamoré de ella porque es diferente" Gina esperaba una respuesta muy convincente.

—Los polos iguales se repelen y los polos distintos se atraen. Creí que mi chica ideal sería alguien parecido a mí, que pensara igual que yo, con la que compartiera las mismas ideas, intercambiar hipótesis, pero después pensé ¿qué sentido tendría eso? La rutina llega a cansar a su debido tiempo. No quiero a una persona que piense lo mismo que yo, sino a alguien que intente comprender mis pensamientos, que me haga ver mis errores. Una mujer que no se intimide de mí, que tenga valor y me mire a los ojos, un alma terca que no se sienta hostigada por mi vida monótona. Gwen tiene todo lo que te he dicho y ni cuenta se ha dado.

Todo fue un profundo silencio. Gina agachó la mirada, después me miró, con cierto recelo me dijo: —Eso es lo más cursi que he oído en mi vida. Te desconozco Max, eso no me agrada. Si vas a cambiar que sea por ti mismo y no por una persona —Dicho eso, volvió al escritorio y nuevamente retomó lo que dejó pendiente.

«Gwen no puede cambiarme, sólo yo puedo hacerlo. Ella me ha mostrado, el cambiar depende de mí. Además, no tengo algo que quisiera cambiar»

Media hora después bajé a la cocina por un vaso con agua. Mamá descansaba en el sofá después de un cansado día de trabajo.
El timbre sonó. Ella iba a levantarse, pero dejé que descansara. Podía ver lo fatigada que estaba.

Pequeña mentira Donde viven las historias. Descúbrelo ahora