26. Limando asperezas

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MAXWELL:

  Si planearon dejarnos solos para conversar, se equivocaron. Yo no iba a hablarle a ese hueco.

—No conocía esa faceta tuya —La irritante voz me habló. Hecho que quise ignorar, pero su insistencia me hartó.

—¿Y por qué es de tu incumbencia? —pregunté con recelo. En ningún momento lo miré a la cara, siempre mantuve la vista hacia el frente.

—Eres el recatado, el reservado. Ese chico desapareció hace unos momento —soltó una carcajada. Prácticamente se estaba burlando de mí—. Aunque debo reconocer que tu nueva faceta es mucho mejor que la anterior. Llevar una vida demasiado tranquila, no es tan satisfactoria. Romper los límites para sentir la adrenalina, es el significado de que tu vida tiene sentido.

—No quiero tus sermones.

  Odiaba admitirlo, en cierta parte tuvo razón. Para mí era exhibición, pero al probar los labios de Gwen olvidé todo. Lo correcto ni lo incorrecto vino a mi mente.

  Di otro vistazo hacia el lugar donde ellas se fueron. Estaban tardando demasiado.

—Tu mamá hace feliz a mi padre.

—Opino lo mismo de tu padre. Es una persona agradable —Lo dije sin aun mirarlo. Mi vista se mantuvo en aquella escena. Un niño de quizás, siete u ocho años estaba indeciso si entrar al alberca infantil o no. De pronto, un niño muy parecido físicamente a él, lo tomó de la mano. Pareció tener confianza, puesto se sujetó del agarre de su hermano y entraron al agua.

—Eso es hermandad ¿cierto? — En esa ocasión si lo miré. También estaba observando la misma escena que yo—. Siempre quise compartir momentos con un hermano, por azares del destino eso no pudo ser —suspiró.

  ¿Por qué me contaba esto? Ese era un asunto confidencial como para contármelo a mí, que ni si quiera soy su amigo, y no tenía pensado serlo. A pesar de ello, nos encontrábamos en la misma situación. Soñaba con tener un hermano o una hermana. Deseaba a alguien para mostrarle mis experimentos, alguien que no fuese Seth y se quedara dormido a media explicación. En ocasiones deseaba hablar con una persona que no fuese mi madre o, mi mejor amigo. Lo que estaba pensando jamás se lo diría.

—Supongo que lo más cercano que tendré a un hermano serás tú —volvió a hablar—. Y ni si quiera nos llevamos bien.

«Buen punto»

 ¿Qué debía decir? Quizás Gwen tenía razón. No me comportaba como un chico maduro. Mi madre era feliz. Nada me impedía sentirme igual que ella.

—¿Y qué quieres que haga? —respondí al fin—. ¿Qué intente ser tu amigo? —La ironía resaltó en aquella pregunta.

—No. Sólo no me apetece discutir cada vez que nos vemos; no nos hemos hecho nada malo para que nos odiemos. Ser tolerante. Supongo que conoces bien el significado.

 Suspiré.

«Todo sea por la felicidad plena de mi madre. Por llevar la fiesta en paz »

—Siempre he sido muy tolerante con las personas torpes, huecas, narcisistas, entre otros. Vale, lo intentaré. Pero quiero que sepas que eso no te dará derecho a tratarme como un amigo, debes mantenerte a máximo un metro de distancia mío y si quieres estrecharme la mano, asegúrate de haberla desinfectado antes. Eres futbolista, estás en contacto con miles de gérmenes.

  Le vi rodar los ojos. Esas eran mis condiciones. Ya era su problema aceptarlo o no.

—Lo haré, por mi papá. Quiere que te conozca más. Dice que seremos hermanastros, y por tal, una buena relación entre nosotros facilitará nuestra supervivencia en mi casa.

Pequeña mentira Donde viven las historias. Descúbrelo ahora