Mi pequeño Sid.

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Sé que estás son cosas que probablemente nunca te diría. Y que tú nunca sabrás porque jamás me leerás.

Me encantaba tu sonrisa cuando era honesta. Pocas veces la veía, muy escasas para mi gusto. Pero era honesta. No era la mueca falsa y brillante que ahora le das a todos.

Me gustaba que quisieras ser diferente de los demás. Que no quisieras ser el rey de las fiestas y el tío que conseguía más números en una noche. Pero ahora todo lo que cruza tu mente son fiestas y olvidar lo que te lastima. No de la forma correcta, debo decir. Ya no se cuando estas ligando y cuando no. Porque ahora todo el tiempo estas coqueteando.

Me gustabas cuando eras tú mismo. Cuando eras honesto con las personas y parecías demostrar que la vida te importaba. Pero ahora... Ahora me asusta pensar que en cualquier momento van a decirme que estas en una clínica.

Pequeño, sé que rompí tu corazón de una forma que no merece perdón. Y sé que rompí mi promesa de no lastimarte, de que nada cambiaría entre nosotros. Pero es lo que pasa conmigo. Soy tan mala para mí misma como para los demás.

Pero, si acaso tiene que ver conmigo, no quiero que cambies por un corazón roto, cielo. Porque un corazón roto se repara con tiempo y sonrisas honestas. Pero una vida desperdiciada no se repara ni con la sonrisa más brillante.

Cariño, no podía amarte en ese momento porque necesitaba encontrar parte de mí misma. Podría cuidar tu corazón ahora. Protegerlo y darle el cariño que necesita. Pero sé que levantaste tus barreras otra vez. Y que no confiaras en mí como lo hacías antes. Y duele, pero lo acepto.

No quiero perder mi corazón contigo. Porque sé que tú ya no lo perderás conmigo.

Pero, mi pequeño Sid, recuerda que moriste de amor. Revive por él. Lamento no poder ser tu Nancy.

Con amor,
K.

Dientes de León.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora