Fuiste mi oro de los tontos.
Me hiciste caer una y otra vez. Me usaste y me apartaste tantas veces que ni siquiera puedo contarlas.
Pero vaya cómo brilla. Casi parece oro real. Casi parecías oro real. Quizás por eso caí tantas veces.
No puedo culparte. Sería injusta si lo hiciera. Después de todo, tú fuiste bastante falso como para no darme cuenta que solo eras oro de los tontos. Pero estaba ciega por tu brillo falso.
No estoy molesta, ni resentida. Quizás un poco dolida. Pero, oye, eso me gano por esperar lo mejor de las personas.
No soy la chica que hace cambiar al chico malo. Solo soy una chica. Y tú oro de los tontos.
No te culpo porque no fue tu culpa que yo me enamorará, y vaya que es duro aceptar que lo hice. Pero no fue tu culpa.
Yo debía retirar mis fichas cuando me dijiste que eras oro de los tontos. Pero todos tienen un lado bueno. Todos pueden ser oro real. No pude sacar tu lado bueno.
Aposte y perdí, así funciona esto. Cave y cave, y creí encontrar oro real pero sólo encontré oro de los tontos.
Así que te arroje al agujero del que te saque, me sacudí las manos y di media vuelta. Con mis esperanzas e ilusiones destrozadas y el corazón a medio latir. Porque sólo eras oro de los tontos pero yo creí que eras oro real, aunque yo nunca puedo ver a nadie completamente malo.
Para mí, todos tienen un lado bueno. Todos tienen un poco de oro real.
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Dientes de León.
PoesíaDe cosas que no tienen sentido. O si. No se. De cosas frágiles. Como los dientes de león.