Capítulo 12:

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"¿Quién eres?"

Todo era blanco, bueno al menos hasta que mis ojos se adaptaron a la luz de aquel hospital y me había encontrado viva aún, reposando sobre colchones tan finos como un pan de pita, colchones que me habían producido un dolor de espalda impresionante.

-Despertaste al fin muchacha. –esa voz era la de mi suegra. Estaba recostada al principio de la cama, leyendo una especie de librito psicosocial.

-Hola. –musité, la voz me había salido tan ronca, como si hubiera dormido años, carraspee acto seguido.

-Theo ha ido a comprar una bebida, estará aquí en breve. –avisó aquella mujer, la madre de mi querido.

-¡Melody! –esa voz ahora, perteneciente a él, condujo todo mi ser hacia su dirección, haciendo rechinar aquella camilla en la que me situaba.

-Hablando del Rey de Roma...-comentó la madre de tal, señalando a su hijo que en ese momento ingresaba al cuarto.

Sonreí abiertamente en dirección a Theo, con el panorama visual, alcancé a notar el ofuscado ademán que repartía a los dos, su madre. Con una mano posada sobre la de ella le ofrecí igual amor, sabía de sobra que se encontraba celosa de su amado hijo, no quería formular una disputa en relación a nuestro afecto por Theo, éramos suegra y nuera; familia. No luchadoras de ring, ni mucho menos.

-Mi amor. ¿Qué pasó? –pregunté, ni siquiera recordando saludarlo.

-Sufriste un colapso nervioso. Los doctores dijeron que casi, pero casi...habías sufrido un infarto. –confesó él, con aparente tristeza inundando sus ojos.

-Aunque yo le he dicho al doctor que es imposible en alguien tan joven. –habló la madre de Theo.

La expresión en ellos me dio temor repentino, yo me había encontrado tan segura de mi muerte, que hasta no había podido ocultar la emoción de ver la claridad blanca y brillante al despertar, creyéndome en el cielo mismo y decepcionándome casi al instante al percatarme del fluorescente alógeno del hospital, situado justo sobre mi cama.

-¿Cómo has podido alterarte tanto...?-siguió diciendo él.

-Lo curioso en todo esto, fue que casi, pero casi te ha ocurrido lo peor, tan solo por ver a Theo. –opinó mi suegra, deduciendo la situación, con el ceño levantado, exigiendo respuestas claras.

Sabía claramente que se refería a lo ocurrido anteriormente a mi desfallecimiento.

-No. Creo que fue todo lo que viví...-de pronto me había dado cuenta de que no sabía si habían pasado horas, días, meses. -¿Cuánto ha pasado de aquello? –pregunté.

-Dos días. –aseguró Theo.

Abrí los ojos ante la clara sorpresa que me había producido.

-Mucho. –habló la señora Gallagher nuevamente. Mientras yo asentía a lo dicho por ella.

-Pero...-comenzó Theo.- ¿cómo te pudiste asustar tanto al verme? –cuestionó.

-No fue eso...no lo sé. Me duele el pecho y la cabeza. Mentí, no podía decir lo que había visto minutos antes de mi descompensación. Al menos no frente a mi avejentada suegra, la podría asustar terriblemente, aunque viéndola ella efectivamente gozaba de mejor salud que la mía.

-Hijo mío, ha despertado apenas hace unos minutos, dejémosla despabilarse y aclarar sus ideas en cuanto a lo ocurrido. Ahora es muy pronto para tus preguntas detectivescas. –anunció mi suegra a su asustado hijo.

-Mel, no te guardes la verdad. –concluyó apretando mi mano.

Asentí ante aquello con aparente pena en el semblante.

Adolescente "EMBARAZADA"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora