Capítulo 13

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Finn se quedó unos instantes en su lugar analizando la situación.

"Bien, no está aquí ¿Entonces dónde está? O quizás esa criada me mintió" pensó, perdido. Luego, seguro solamente de que debía salir del reino, caminó aparentando no ser nadie sospechoso. Salió del reino con éxito, pero sin encontrar a Madeleine. 

-Pues ¿A dónde iría yo si fuera una fugitiva Princesa de fuego? -murmuró cuando salió del Reino Flama -¿Al bosque, a quemar algo? Si, puede ser. 

Así que se decidió en buscarla por el bosque, y guiarse por el olor a quemado. Sin embargó, no encontró nada que pudiera servirle para saber dónde estaba ella. Estaba preocupado y con ganas de volver a casa. Pero quería buscarla un poco más. Hasta que se le ocurrió una idea. 

-¡Dulce Princesa! ¡Ella espía a todo el mundo, ella debe saber! -sonrió. Estaba feliz de tener la oportunidad de encontrar a Madeleine, pero algo temeroso por la idea de volver a encontrarse cara a cara con la Dulce Princesa.

Sin embargo, dejando sus miedos de lado, corrió lo más rápido que pudo, empapándose con la lluvia que a cada minuto se hacía más fuerte, hasta llegar al Dulce Reino. No había nadie en las calles, excepto alguno que otro gato de chocolate abandonado. Finn no pudo evitar detenerse algunas veces para acariciarlos.

Cuando entró al castillo, no se detuvo a mejorar su aspecto, sólo busco a la Dulce Princesa. Cuando la vió, ella estaba anotando cosas y hablando sola. Finn ya no sentía nada de afecto hacía ella, le daba igual. 

-Princesa ¿puedo hablar con usted? -se acercó Finn, algo incómodo. Dulce Princesa se giró hacia él, sorprendida por verlo allí, y le sonrió.

-Finn, que sorpresa encontrarte aquí. Claro que podemos hablar -respondió, dejando sus anotaciones a un lado. 

-Pues, quisiera saber si tienes alguna idea de la ubicación de la Princesa Flama -dijo Finn. Entonces, la cara de la Princesa cambió. Su sonrisa desapareció por completo, y su semblante ahora era serio.

-Lo siento, pero no sé nada. Y no tiene porqué importarte, ahora vete, no tengo tiempo -ordenó la Princesa. Finn dejó de verla como un ser adorable, dulce y hermoso, si no que la vio con odio, y se dió cuenta que sólo era un ser podrido por dentro, que no podía tolerar no ser el centro de la atención de todo el mundo. 

-Claro que lo sabes, sólo quiero saber si se encuentra bien -exigió Finn, enojado.

-¡Ya te dije que no! Y retírate, por favor -gritó la Princesa, fuera de sí. 

-Oh, disculpa, debí saber que eras una engreída que sólo se quiere a ella misma -respondió Finn, y se fue, enojado. 

Sería más difícil encontrar a Madeleine de lo que él pensaba.

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