Capítulo 16

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Madeleine se quedó mirando en Finn por unos momentos, sintiendo algo que nunca había sentido antes. Se sentía querida, se sentía amada.

Fueron acercando sus rostros hasta que sus labios se juntaron. Finn estaba quemándose, pero no quería separarse de ella jamás. De pronto, las cadenas se iluminaron y se rompieron en miles de pedazos, liberando a Madeleine. 

Cuando se separaron y se dieron cuenta de esto, no dudaron en huir, corriendo por los pasillos hasta encontrar una habitación que tuviera ventana para poder saltar, no querían que los vieran. 

Inmediatamente fueron hacia la Casa del Árbol, sin mirar atrás en ningún momento. Madeleine no dejaba de agradecerle a Finn y él sólo se sonrojaba, tímido. 

Mientras tanto, Jake se preguntaba donde estaría Finn, mientras bebía chocolate caliente y miraba por la ventana. Hasta que vio a su mejor amigo y a la Princesa Flama corriendo hacia la casa, entonces, no dudó en bajar a recibirlos.

Jake estaba asombrado con la historia y también enojado con la Dulce Princesa. Nadie en esa habitación quería volver a verla. Ni siquiera BMO, pues él también había escuchado el relato de Finn y la Princesa Flama a escondidas.

Todos la pasaban muy bien e intentaban olvidar lo sucedido, además de evitar hablar de ello para no generar tensión. Sin embargo, Madeleine les habló sobre esa competencia para ser la reina y parecía ilusionada con participar y ganar. 

En esa competencia participan 4 adolescentes que ya estén en la edad para reinar. Madeleine no sabe quiénes son ellos, pero comentó que para elegirlos tienen que ser, al menos, hijos de alguien importante. Las pruebas están diseñadas para que se vayan eliminando uno a uno. El que quede ganará la corona y el trono. Los planes de Madeleine son mejorar todo del reino Flama y acabar con el reinado del terror y todas las leyes  equivocadas que su padre había echo. Para Madeleine, su padre no era más que un tirano y no sentía nada de amor por él. 

Jake, Finn y BMO estaban fascinados con el relato y querían que Madeleine ganara. Querían ir a ver la competencia con toda su alma y aunque no tuvieran una muy buena relación con el Reino Flama, alguna idea se les iba a ocurrir. La competencia era dentro de una semana, así que tenían tiempo para pensar. Madeleine, mientras tanto, tenía que prepararse y entrenar. 

Cuando Finn y Madeleine estuvieron al fin solos, no dejaron de hablar de esa competencia y elaborar teorías de la clase de pruebas que puede haber. Finn le daba algunos consejos prácticos y Madeleine contaba anécdotas de competencias anteriores, que apenas podía recordar pero igual eran útiles. 

-Finn -interrumpió Madeleine, pues Finn le daba un consejo para poder explotar todo su poder- ¿Crees que pueda participar? Mi padre está muy enojado conmigo -le confesó ella, mirándolo a los ojos. 

-Si, claro, no te preocupes. Así son las leyes de la competencia ¿verdad? -Le sonrió Finn.

-Sí, pero ¿Y si no gano?- preguntó Madeleine, mirando unos segundos a sus manos y luego volviendo a mirar a Finn.

-Vas a ganar, tranquila. Yo confío en ti -respondió Finn.

Madeleine sonrió.

-Yo también confío en ti.



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