Capítulo 15

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Finn no supo en que pensar, sólo cedió ante su instinto. 

-¡¿PORQUÉ LO HACES?! ¿¡TAN EGOÍSTA ERES?! -Finn se acercó a la Dulce Princesa, molesto, sin dejar de gritar- ¡SIEMPRE PIENSAS EN TI! ¿QUE TIENES CON EL REINO FLAMA, EH? ¡NO ENTIENDO COMO PUDE ESTAR ENAMORADO DE TI ALGUNA VEZ! -Dulce Princesa se alejó unos pasos de Finn, asustada y algo dolida, nunca le habían dicho algo así. Finn agarró las manos de la Dulce Princesa, y acercó su rostro al de ella -Eres un ser podrido por dentro, no sé cómo puedes gobernar este reino -La Dulce Princesa se sacudió, intentando liberarse -Voy a sacar a Madeleine de aquí inmediatamente, y nada va a impedirme hacerlo ¿ENTENDISTE? 

Finn soltó a la Dulce Princesa y corrió hacia el lugar que suponía estaría Madeleine, dejando a la Dulce Princesa sola. Ya no la quería, ya no entendía como pudo alguna vez estar completamente loco por ella. Algunas lágrimas amenazaban con salir, pero Finn las retuvo. 

Era raro que nadie intentara pararlo, pues estaba adentrándose cada vez más en ese extraño laboratorio. Nunca antes había estado allí. Empezaba a estar cada vez más oscuro, así que Finn decidió llevar con él una de las pocas antorchas que había colgadas por ahí. Dejó de correr para comenzar a trotar y terminó caminando, ya que empezaba a tener miedo. Las puertas no tenían ventanas, y si las tenían, estaban tapadas o muy sucias, por lo que Finn tuvo que ir abriendo cada puerta y nunca encontraba a Madeleine. Algunas puertas estaban trancadas.

"Esto es raro, Dulce Princesa odia la suciedad"  pensó Finn "Y yo la odio a ella".

Siguió caminando y pensando cosas sobre la Dulce Princesa, hasta que vió una puerta que estaba entreabierta y, qué raro, más limpia que todas las demás. El instinto de Finn le dijo que era esa puerta. Se asomó, sin hacer ruido, y descubrió, efectivamente, que era una especie de calabozo y allí estaba la Princesa Flama, atada con unas cadenas especiales. Toda la habitación estaba especialmente fabricada para soportar el calor de Madeleine.  

Finn corrió hacia ella apenas la vio. Intentó quitarle las cadenas, aunque se quemara las manos cuando tocaba accidentalmente a Madeleine, pero no pudo. Buscó en su mochila algún objeto que pudiera serle útil, pero no encontró nada. 

-Finn, muchas gracias por venir -le dijo Madeleine, luego de varios intentos -pero no te quedes aquí por mí, muy pronto vendrán y no quiero que te descubran. 

-Ellos ya saben, no intentaron detenerme, y aunque lo hagan, voy a liberarte de estas cadenas porque yo...

Te amo. 


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