-Pequeñaja, arriba o llegarás tarde al instituto.- Abrí los ojos y allí estaba James, tumbado encima de mí meneándome para que me despertara.
-Buenos días.- Saludé incorporándome.
-Venga, bonita, te espero abajo.- Se despidió acariciando mi cabello para acto seguido desaparecer de mi cuarto.
Me levanté y bajé a regaña dientes, no me gustaba nada que los días estuvieran pasando tan rápido ya que esta era mi última semana en Sydney hasta dentro de mucho de tiempo...
Ya en el camino al instituto, alguien me agarró por la cintura y susurró en mi oído:
-Quiero pasar contigo todo lo que queda de día.
-Buenos días, Con.- Dije sonriendo sin siquiera voltearme pues no me hacía falta hacerlo para saber que era él.
-Anda, vámonos a la casa de mi padre, bonita, será la última vez que nos escaparemos.
-¿¡Estás loc...!?- Paré de hablar y me di cuenta de que quería hacerlo, a la mierda todo lo que pudieran decir los profesores o mis padres al respecto, quería pasar el día con mi rubito favorito y lo haría.- Por supuesto que quiero.
Me miró boque abierto y preguntó extrañado:
-¿Acabas de aceptar a mi loca propuesta?
-Connor, quiero estar contigo ya que a lo mejor cuando me vaya no nos veremos en mucho tiempo... Claro que acabo de aceptar tu loca pero perfecta propuesta.
-Sinceramente, cada día me sorprendes más, Helen McVey.
-¿Eso es algo bueno?
Besó mis labios fugazmente y respondió:
-Es algo casi tan perfecto como tú.
Sonreí y nos fuimos juntos de la mano hacia la casa del bosque de su padre.
Cuando llegamos, el rubio sacó un libro de recetas y preguntó sonriente:
-¿Te gusta cocinar?
-Espera, no me digas que hemos venido a cocinar...
Se acercó a mí y cuando estaba a centímetros de mis labios dijo mientras los acariciaba con su dedo índice:
-Ya habrá tiempo de besar bien estos labios, por ahora podemos cocinar un rato.
-¿Y qué quieres que cocinemos?
-Mmm... ¡Una tarta!
-Definitivamente estás loco, Connor Ball.
-¿Por?
-¡Las tartas no se cocinan!
-What? ¿Cómo qué no?
Rodé los ojos y respondí siguiéndole el rollo:
-Está bien, como tú digas, cocinemos una tarta.-Así me gusta, pequeña McVey.
Sacó los ingredientes necesarios para "cocinar" una tarta y una vez que todos estaban sobre la mesa, comenzamos a "cocinarla".
Tenía una masa ya hecha, por lo que sólo tuvimos que echar una pasta de chocolate blanco sobre ésta hasta cubrirla entera y pusimos algunos bombones en forma de corazón por encima.
Sin que me diera tiempo a reaccionar, el rubio echó pasta de chocolate blanco alrededor de mi labio inferior.Sonreí y pregunté:
-¿Qué haces?
Pero no me contestó, sino que acercó sus labios a los míos y devoró literalmente mi labio inferior hasta que lo dejó reluciente.
-Con que esas tenemos, eh, pues ahora verás.- Dije riendo y lo siguiente que hice fue llenar su cuello de la misma pasta de chocolate y lo lamí hasta que no quedó ni rastro de la pasta, pero sí le dejé unos cuantos chupetones.
Y no sé muy bien cómo, pero acabamos en su cama morreándonos.
-Con.
-¿Qué?
-¿Qué vamos a hacer con la tarta que hemos hecho?
-Ni idea, ya habrá tiempo de comérnosla.
Volvió a mis labios y le separé de nuevo.
Bufó y preguntó con desgana:
-¿Qué?
-Sé que no quieres sacar el tema, pero me voy en una escasa semana... ¿Qué haremos cuando estemos alejados?
-Escúchame, Helen, olvídalo por el momento, dejemos que todo salga como tenga que salir, intenta olvidarlo.
-Sinceramente no puedo... Queda muy poco para que me vaya.
-Helen...
-¿Qué? Sólo soy realista...
-Y negativa.
-Lo que tú digas, pero tenemos que hablar de esto, tú decides cuando.
-Si me dejas elegir, lo hablaremos mejor la tarde de antes, ¿okay?
-Con... Esto hay que hablarlo con más tiempo.
-No vuelvas a mencionar el tema hasta la tarde de antes, prométemelo.
Guardé silencio por unos segundos, respiré y al fin dije:
-Te lo prometo.-Así me gusta.
Acerqué de nuevo mis labios a los suyos y le besé saboreando su boca, he de admitir que besaba jodidamente bien.
-Helen.
-Dime.
-Hazme un masaje, porfa.
-¿Qué me darás tú a cambio?
-Pues besos, cariño, una tarta, un novio buenorro... ¿Qué más se puede pedir?- Preguntó riéndose y respondí mientras me ponía sobre su espalda, en la cama:
-Anda vale, pero no te acostumbres.
-Te quiero.- Susurró cerrando los ojos para relajarse.
Acaricié su espalda con mucha delicadeza, sinceramente disfrutaba acariciándole, me gustaba hacerle masajes si así podía sentir su piel bajo mi tacto.
Mis manos vagaban por toda su espalda, pero no creo haber sido la única que lo disfrutara, pues éste gimió de placer por lo bajo.
Se me pasó una loca pero buena idea por la cabeza, y metí mis manos entre la cama y su barriga, acariciando su tableta.
-¡Eh! ¡No te aproveches!- Exclamó riendo a carcajadas.
Me sonrojé y contesté inventándome:
-No me aprovecho, estoy masajeando esta parte también.
-Lo que tú digas, bonita, mientras me lo hagas tú todo me gusta.
Y así fue como acabamos los dos dormidos sobre la cama, yo abrazándole por la espalda y él agarrando mis manos.
Por la cabeza se me pasaban muchas cuestiones, a pesar de que le prometí a Connor que no sacaría el tema.
Sólo quería saber por qué me había tocado enamorarme, por qué me había tocado mudarme si luego tendría que volver, por qué me había tocado tener un nuevo hermano en camino, por qué me había tocado perder a Zoey... Por qué me había tocado todo eso, ¿por qué...?
Ojalá pudiera congelar este momento y quedarme durmiendo junto a Connor para siempre, pues necesitaba estar con él más que nunca.
Buenos días, chicos.
Aquí tenéis un nuevo capítulo;).
Espero que os guste.
Comentad y votad.
Nos leemos Xx.
Cande.
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Deja que tus alas vuelen por ti... (The Vamps) COMPLETADA.
RomanceHelen McVey, una chica de 14 años que jamás ha besado a un chico, al contrario que todas sus amigas. Vive con su hermano, James McVey, un chico rudo de 16 y sus padres, Cristine y John, en Chester, Inglaterra. Por motivos de trabajo de su padre, la...