Desperté y me incorporé para ver la hora que era en el reloj rojo que había sobre la mesilla. Las cinco de la tarde, aún podía dormir un rato más, ya habrá tiempo para recoger la habitación y hacer la maleta más tarde. Volví a tumbarme con la misma postura que antes y mis ojos se cerraron de nuevo.-¡Helen! ¡Recoge ya tu cuarto! ¡Es tarde!
Exclamó una familiar voz y al abrir los ojos me encontré con mi madre cruzada de brazos y no parecía muy contenta. Me rasqué los ojos con pereza, miré el reloj para comprobar la hora y... ¡Las once y media de la noche! ¿Cómo podía haber dormido tanto? ¡Y aún tenía que recoger todo el cuarto y hacer las maletas! Era mi último día en Chester, mañana nos íbamos a Sydney
y ni siquiera iba a poder despedirme de mis amigas.Me levanté de golpe y comencé a recoger aquel desastre. Mientras recogía la habitación puse canciones de Ed Sheeran, él siempre me relajaba con su música cuando estaba estresada o agobiada.
Cuando por fin acabé miré el reloj y eran las doce de la noche... Bajé al comedor a cenar algo y allí me encontré con mi hermano James y dos de sus amigos, Ted y Robbie. Cómo odiaba a esos dos tipos, siempre se burlaban de mí hasta hacerme rabiar. Los tres me saludaron, pero yo solo le devolví el saludo a mi hermano. Me acerqué al frigorífico y me decepcioné mucho al ver que no había comida en su interior, únicamente había yogures sin azúcar y estaba harta de tomar eso, así que decidí volver a mi cuarto, y mientras subía las escaleras oí como decía uno de los estúpidos amigos de James:
-Pobre Helen, se tendrá que ir a su cama con la tripa vacía, ¡qué penita me da!
Me volteé y vi cómo se reían los tres chicos a carcajadas mientras Ted le chocaba la mano a Robbie. Fulminé con la mirada a Robbie y le dije:
-Más pena me das tú a mí porque el regalo que voy a dejarte antes de irme no creo que te guste nada, mejor cierra la boca.
El chico dejó de reírse y me preguntó desafiante:
-¿A sí? ¿Qué vas a hacerme tú, canija?
Me quedé en blanco, ¿qué podía hacerle yo a un chico dos años mayor que yo? Entonces me fijé en su chaqueta colgada en la percha al lado de la puerta y se me ocurrió la idea perfecta. Subí a mi cuarto y mientras lo hacía dijo uno de ellos, esta vez por la voz creo que fue Ted:
-¡Qué pronto te rindes, pequeñaja!
"No me he rendido, Ted, créeme que no lo he hecho" me dije para mí misma. Me metí en el baño de al lado de mi habitación y saqué una compresa de allí. Me acerqué a la percha de al lado de la puerta sin ser vista y cambié la cajetilla de tabaco que tenía Robbie en su chaqueta por la compresa.
Subí de nuevo a mi cuarto y esperé mirando por la ventana a que alguno de ellos saliera a fumar, y por fin llegó ese momento. Los tres salieron a la calle y allí se reunieron en círculo con más chicos de sus edades aproximadamente. Uno de ellos le pidió un cigarro a Robbie y cuando este sacó la compresa de su bolsillo todos comenzaron a reírse de él mientras le señalaban, y ahí fue cuando sonreí victoriosa.
Mi móvil vibró y cuando lo vi tenía un mensaje de Ashley, mi mejor amiga, y decía:
"Helen, estamos en el parque ya que a estas horas no hay nadie, ¿vienes? Xx... AshJ"
En cuento lo leí una amplia sonrisa se formó en la comisura de mis labios, ¡tenía tantas ganas de estar con mis amigas! Cepillé un poco mi castaño cabello y salí de casa, siendo el centro de todas las miradas de los amigos de James. Todos me miraban, pero la mirada con rabia de Robbie sin duda era la más potente. Yo me limité a sonreírle victoriosa y fui hasta el parque.
En cuanto llegué vi a mis cuatro amigas favoritas:
Ashley, Micky, Sarah y Wendy. Las di dos besos a cada una y me senté junto a ellas, en un banco.
Ashley pasó su brazo por mis hombros y me preguntó:
-Bueno, ¿y tienes ganas de mudarte mañana a Sydney?
-No... ¿Para qué voy a mentir? Aquí tengo 14 años de vida hechos... Allí tengo que empezar de cero y no conozco aún nada.- Contesté un poco triste.
Sarah me sonrió mientras decía:
-Tranquila, Helen, es mejor empezar de cero. Nadie te conoce aún y puedes ajustarte a la personalidad de cada uno, sin cambiar la tuya claro está.
La pregunté con un tono algo más animado:
-¿Tú crees?
-Sarah tiene razón, además, seguro que algún chico guapo encuentras por allí.- Habló esta vez Wendy con ilusión en su voz. Bajé la cabeza y dije algo avergonzada:
-Yo... No quiero enamorarme... Tengo miedo al amor, siempre acaba saliendo mal. Además, yo no estoy preparada para una relación actualmente.
-Todo el mundo lo estamos, sólo tienes que encontrar a la persona adecuada.- Respondió Micky. Todas mis amigas habían tenido novio alguna vez menos yo, nunca me sentía preparada para ello, aunque quizás Micky tuviera razón...
Mi móvil comenzó a sonar y al cogerlo dijo la voz de mi hermano:
-Helen, vuelve ya a casa, es tarde para que estés a estas horas en la calle.
-James... Es el último día que estamos en Chester... No seas tan aguafiestas y tan controlador, ni que fueras mi padre...- Y al decir la palabra "James" todas mis amigas suspiraron abobadas, a todas ellas les encantaba mi hermano, decían que estaba muy bueno y que sus ojos te derretían, y razón no las faltaba, pero al fin y al cabo nunca iban a conseguir nada con él ya que a él le gustaban las chicas más mayores. James contestó con tono cabreado:
-No soy tu padre pero sí tu hermano mayor y mi deber es protegerte, estas no son horas de estar en la calle, te quiero ya en casa.
-Pero...- Y me colgó antes de dejarme acabar. Suspiré fatigada y me despedí de mis amigas abrazándolas muy fuerte, quizás este sería el último abrazo que las iba a poder dar. Y me fui a casa, llorando por el camino sin poder evitarlo. Cuando llegué me encerré en mi cuarto y comencé a sollozar mucho más fuerte apoyada en el marco de la ventana, realmente no quería irme y llevaba acumulando las lágrimas mucho tiempo, ya era hora de dejarlas salir. Miré a la Luna por un momento más antes de meterme en la cama y llorar hasta que el sueño se apoderó de mí.
A la mañana siguiente me despertó James y le dije mientras me desperezaba:
-Cada día te odio más, en serio. Ayer te mofaste de mí con tus amigos y me obligaste a volver y hoy me haces esto. ¿Acaso quieres matarme?
-Pequeña, te equivocas en todos los defectos de ayer que me has echado excepto en el de que me reí de ti. No te enfades, sólo fue una broma que te gastó el viejo Robbie, además que tú se la devolviste de buena forma.- Dijo acariciando mi cabello y no pude evitar sonreírle. Me arreglé, desayuné y por fin salimos de viaje en el coche. Mi padre iba conduciendo, mi madre leyendo un libro, James miraba pensativo por la ventana y yo iba escuchando "Don't" de Ed Sheeran, me encontraba triste y necesitaba escuchar su voz. Al llegar al aeropuerto cogimos el avión correcto y me quedé dormida, estaba realmente cansada.
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Deja que tus alas vuelen por ti... (The Vamps) COMPLETADA.
RomanceHelen McVey, una chica de 14 años que jamás ha besado a un chico, al contrario que todas sus amigas. Vive con su hermano, James McVey, un chico rudo de 16 y sus padres, Cristine y John, en Chester, Inglaterra. Por motivos de trabajo de su padre, la...