Capitulo 1

48 1 1
                                    

El taxista con el que compartiría cuatro horas de viaje era un hombre que parecía más un bollo de crema que una persona. Sus ojitos pequeños y verdes lo observaban todo a través de unas redondas gafas. Con unos mofletes hinchados cual dos magdalenas salpicados de gruesos pelos negros no muy largos a modo de barba y bigote. El hombre de aspecto afable parecía de ese tipo de personas que no callan ni debajo del agua, por eso no me sorprendí cuando comenzó con una interminable cháchara.

-Estoy casado ¿Sabes? No es que mi mujer sea una supermodelo, pero es más lista que el hamble, y aunque esté un poco entrada en grasas tiene un enorme corazón. No como mi hijo mayor, ¡huy! ¡Ese sí que está hecho un pillo! Ya con sus trece años no para quieto y siempre anda haciendo de las suyas...-Tras un largo rato de interminable parloteo en lo que me contó cosas sobre su casa, su vida, sus amigos, sus tres hijos y su hermano Chales que al parecer era más bueno que el pan pero que sufría cáncer. Y yo no hacía más que asentir y de vez en cuando susurrar "si" "Vaya" "¿No me diga?""Fascinante". Finalmente el decidió que había terminado de contarme toda su vida y decidió introducirme en la conversación.

-¿Cuántos años tienes... esto... Kat? ¿Era Kat no?-Dijo frotándose la papada con esmero.

-Dieciseis.- Le respondí descruzando y cruzando de nuevo las piernas reprimiendo un suspiro.

-¿Vas de vacaciones o algo así?-El hombre más que curiosidad por el tema tenía más interés en no dejar que el silencio se apoderase del taxi, lo que se suele llamar "silencio incómodo", aunque en realidad es una tontería, solo es incómodo si tu lo consideras como tal, si simplemente no lo piensas puede resultar incluso agradable.

-No, voy a vivir con mi tía. No la conozco, pero mi madre dice que es buena gente.-Y no mentía, mi tía se encargaba de mandar cada mes dinero suficiente como para que pudiésemos mantenernos. No la conocía de nada, no sabía ni como era físicamente, ni como era su casa. Absolutamente nada. En resumen, mi madre me mandaba con una completa desconocida que posiblemente fuese una de esas típicas mujeres que te preguntan sobre la escuela, que te comenta lo mucho que has crecido y ese tipo de cosas. Esperaba de todo corazón que mi tía me cayese bien, porque la convivencia con una Kat amargada no es del todo agradable.

-Bueno, tu tranquila que seguro que es una mujer estupenda.-Me tranquilizó el hombre, aunque no le importase un pimiento como podría ser mi tía, era una de esas cosas que se dicen automáticamente sin pensar, como eso de "todo saldrá bien", no tienes la certeza de que sea así, pero igualmente lo dices sin pensar. Tras unas cuantas horas de viaje finalmente el taxi paró ante un enorme caserón de fachada blanca como la nieve salpicada de amplios ventanales y balcones y un tejado rosa claro. La casa estaba rodeada por una valla baja de color blanco que daba al jardín que era más impresionante, si cabe, que la casa en sí, con un camino de piedra que conducía hasta la entrada rodeado de flores. A la derecha del camino había una fuente de una sirena que escupía agua sin cesar, aunque más bien parecía que estaba vomitando, y a la izquierda una mesa de esas pijas para tomar el té y un pequeño estanque. Aquello era un autentico palacio... bueno para mí lo era, al menos ese fue mi primer pensamiento al ver aquel enorme caserón. Tragué saliva, y tan convencida estaba de que la dirección debía de estar equivocada que obligué al taxista a comprobarlo tres veces. Finalmente el hombre descargó la maleta del maletero y se despidió alzando la mano con un gesto de ánimo. La maleta no tenía gran cosa, un par de fotos, algo de ropa y el cargador del móvil. Entré al jardín, andado con cuidado, me sentía como si estuviese rodeada de cristales, había tantas cosas que se podían romper... Cuando al fin llegué a la puerta tragué saliva. "Bien, Kat. Tu tranqui. Todo guay, será una mujer agradable... de esas que preparan galletas, sí señor. Fijo que prepara galletas" Respiré hondo y pulsé el botón del timbre inundando el interior de la casa con una música alegre. Esperé unos segundos y no obtuve respuesta. Estaba ya a punto de tocar de nuevo cuando se escuchó una voz en el interior de la casa.

Infierno CelestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora