Capitulo 4

29 2 1
                                    

Cuando al fin se terminó la clase y aquel profesor que rozaba lo absurdo salió por la puerta, toda la formalidad que habían demostrado los alumnos hasta el momento se desvaneció como por arte de magia y aquello se transformó en una auténtica leonera: Papeles volando, un chico comiendo galletas, otro jugando con una PSP, otra chica con un pelo morado la mar de extraño dibujando frenéticamente en un cuaderno, barias chicas hablando casi gritando. Los únicos que parecían mantener la calma fueron el señor Lameculos y una chica que parecía ser su novia. Me había fijado que en pijolandia todos tenían el pelo de colores muy extraños: Morado, blanco, rojo (de bote), azul... ¡Azul!¿Enserio?¿Quien tiene el pelo azul? En ese momento un chico, uno de los que había estado hasta el momento peleando sobre las mesa y las sillas con otro se acercó a nosotras, que, curiosamente resultó ser el pelirrojo de bote.

-Hi Cristian-Le saludo amistosamente Cailin, y él respondió con una palmada en la espalda y un "Good", luego se sentó sobre si mesa y puso su cara a apenas un par de centímetros de la mía.

-¿Qué hay hermosa?-El aliento le olía a tabaco, ¿Fumaba? Mirándolo de cerca no era demasiado feo, y tenía su encanto. Tampoco parecía uno de esos típicos niños que se hacen pasar por niños malos, pero sin duda tan solo era un "malote" de baja categoría que apenas me llegaba a la suela de las botas. Me mostró una sonrisa burlona.

-Lo que hay es un teñido de bote que, detecto, es bastante barato ¿No?-Respondí con una sonrisa amenazante. No me apetecía que un chico se pusiese a ligar conmigo a segunda hora de la mañana de mi primer día de instituto, pero él, lejos de ofenderse, soltó una carcajada apartándose de mí, y Cailin se mordió el labio inferior para no reír.

-¿De dónde ha salido esta gatita?-Le dijo señalándome con el dedo. Cailin se levantó de su asiento y se acercó a Cristian.

-Esta gatita tiene nombre.-Respondió ella, mirándole a él, y luego a mí, con una sonrisa.-Y es Kat, por si no te has enterado de antes, pedazo de memo.-Repuso, propinándole un capón. El gruñó algo por lo bajo, una palabrota, creo, y luego sonrió.

-Oye gatita, ¿Te vienes a la cafetería con nosotros después?-Me encogí de hombros, y abrí la boca con la intención de contestarle, pero Cailin lo hizo por mí.

-Por supuesto que lo hará, ahora es mi amiga, y mis amigas comen con mis amigos...¿No Kat?

-Bueno... Joder, claro, ¿Por qué no?

Las siguientes dos clases se pasaron relativamente deprisa, teniendo en cuenta que me las pasé durmiendo gran parte de ellas, y la otra mitad garabateando en el cuaderno todo tipo de paridas. Cuando por fin sonó la sirena que anunciaba la salida al recreo a los alumnos se les escaparon barios suspiros de alivio y poco a poco fueron saliendo de clase y yo fui junto con Cailin y Cristian, que me fueron a presentar a otro chico que comía galletas de chocolate como un loco. Tenía una pinta la mar de rara, pero no me disgustaba: Vestido con una ropa militar, era alto y tenía el pelo marrón. Un chico bastante mono que me arrancó una media sonrisa. El al verme me sonrió algo tímido.

-Soy Darren.-El chico me extendió la mano tras limpiarse las migas con la sudadera y sonrió. Yo sin pensarlo le choqué la palma en vez de tomarle la mano, y aunque el pareció desconcertado unos minutos luego me sonrió. La cafetería estaba atestada de gente y apenas había sitio para avanzar, aquello era de lo más incómodo. Tenia la sensación de que me faltaba algo, en todos los colegios hay un grupo de personas que nunca faltan. Cuando nos sentamos en una de las mesas despegué los labios para hablar.

-Oye, aquí no hay algo así como... ¿Una diva?- Posé los dedos despreocupadamente sobre el azúcar glass de el donut y luego me lo levé a la boca. Darren soltó una risotada, pero sin embargo fue Cristian quien me respondió.

Infierno CelestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora