Capitulo 14

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Abie había redactado con todo detalle los secretos más jugosos de la fiesta de mi tía en su blog, por eso todos los alumnos aquel lunes por la mañana estaban pegados a las pantallas de sus teléfonos móviles como si fuese lo más interesante del mundo. Sin embargo yo no podía hacer otra cosa que buscar con la mirada a Nathaniel, aquel asqueroso Lameculos se había escondido malditamente bien, y por mucho que lo buscaba no lograba encontrarlo. Alguien me abrazó por la espalda haciendo que soltase un leve gritito.

-Buenos días Kat. Anoche te perdí de vista, lo siento. ¿Qué es lo que hiciste?-Me dijo Cailin poniéndose a mi lado mientras caminábamos por los pasillos.

-Nada, estuve por... ahí. Ya sabes, haciendo cosas y eso.

Cailin no parecía para nada convencida, pero no le dio tiempo a indagar más sobre el tema, pues un tercer individuo se unió a la conversación.

-¿Qué hay Gatita? Hola Cailin.-Saludó Cristian pasando su brazo por mis hombros, Cailin se encogió de hombros.

-Hablaba con Kat sobre lo que hizo anoche en la fiesta.

-Yo no sé qué es lo que hizo ella. Pero yo anoche estuve con un pióbn que... woow valla, menuda joya. Tendríais que haberla visto. Y además era buenísima en...-Dijo mientras movía las caderas con una mirada lasiva.-Ya me entendéis.

-Eres asqueroso.-Rió Cailin dándole un empujón.

-Eres como un mandril en celo, maldito pelirrojo.- Gruñí propinándole un codazo en las costillas.
-¿Quién es asqueroso y peor que un mandril?-Preguntó Dar apareciendo a nuestra espalda haciendo tintinear las cadenas que colgaban de su pantalón.

-Este.-Cailin y yo señalamos al tiempo a Cristian, que lejos de sentirse ofendido se encogió de hombros sonriente.

-Que se le va a hacer. Siempre seré un mujeriego adicto al sexo.-Me miró y sonrió.- Hoy me toca pelirroja. ¿Tendría alguna oportunidad?

-Ni lo sueñes.-Le respondí poniendo mi mano en su cara para alejarlo, el soltó una risotada.

-Por intentarlo no perdía nada.

-Salvo tu dignidad.-Opinó Darren.

-De eso ya no me queda.-Rió de nuevo Cristian mientras entrábamos en clase. Nathaniel estaba allí, sentado, sonriendo a Alisa como si nunca la hubiese rechazado, y ella le sonreía coqueta. Por una milésima de segundo lo vi desviar la mirada, y sus ojos de miel se clavaron en los míos, la mirada que me dirigió fue tan fría que sentí que me atravesaba el alma. Luego desvió la mirada de nuevo y siguió sonriendo a Alisa. ¿A qué venía eso? Me había mirado como si fuese escoria. Apreté los puños y me separé de mis amigos para acercarme a él. Di un golpetazo en su mesa, haciendo que Alisa diese un brinco y se girase a mirarme con odio. Sin embargo su mirada no fue nada en comparación con la gélida de Nathaniel, y con su rostro pétreo que, de repente, se había quedado sin emociones.

-Delegado, tenemos que hablar.-Dije casi en un gruñido, tratando de ignorar el dolor de mi pecho.

-Lo siento, no puedo, he quedado con Alisa.

-Ni siquiera te he dicho cuando quiero hablar.

-Sea el momento que sea tendré algo que hacer.

Apreté la mandíbula, sintiendo que perdía la paciencia, agarré a Nathaniel del cuello de la camisa y lo levanté de su asiento con un chirrido.

-Tú y yo vamos a hablar, en el primer descanso, en la sala de delegados.-Aguanté su mirada durante dos largos segundos y luego le solté, para así alejarme y sentarme en la última fila, y así poder lamentarme. "Mierda, ¿Por qué eres tan estúpida?" Me dije a mi misma, y a continuación hundí el rostro entre mis manos. Cailin se sentó a mi lado.

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