Capitulo 13

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Hecha un ovillo en mi cama podía escuchar el estruendo de la música que hacía bailar y contonearse a los invitados de la fiesta de mi tía. No quería bajar, no tenía ganas de fiesta, lo último que necesita una persona cuando su mundo de cae a cachos es bajar a la fiesta que se está organizando en su salón. Y es que había perdido mi único salvavidas, lo único que me mantenía a flote manteniendo mis ideales constantes, ahora que Iban me había dejado tirada y estaba segura de haberme enamorado de aquel idiota estaba completamente perdida. Una debería aprender la lección a la primera, el amor es malo, un horror comparable a una enfermedad de dolorosa cura, o incluso mortal. Hundí el rostro en mis rodillas y me mordí el labio inferior. ¿Qué rayos me estaba pasando? ¿Qué era lo que me gustaba de aquel estúpido chico rubio? En mi mente se tatuó su rostro, me miraba con aquellos ojos color miel y me dirigía una sonrisa sincera, de esas que pocas veces me daba. Me levanté como impulsada por un muelle y golpeé la pared, tratado de olvidar. Mi mente se deslizó por mis recuerdos, llegando hasta un mechero de color azul, un mechero que me resultaba familiar y que recordaba haber dejado en casa. Era el único que había logrado consolarme en mis angustiosos días de los suburbios. El dolor que provocaban sus mordeduras en mis muñecas hacía que, por unos instantes lograse olvidarme del dolor de mi corazón. Me arranqué la muñequera de mi mano derecha y acaricié con la yema de mis dedos las cicatrices. Ahora que el mechero no estaba, me veía obligada a cargar yo sola con mi propio dolor. Alguien llamó a la puerta, y me apresuré a colocarme la muñequera en su sitio, pensando que se trataría de mi Tía, que vendría por séptima vez a convencerme de que bajase, incluso por un momento se me ocurrió la alocada idea de que fuese Nathaniel la persona que se encontraba tras la puerta, sin embargo deseché la idea, harta de que mis pensamientos se viesen invadidos por el muchacho. Pero no eran ni el uno ni la otra la persona que se encontraba tras la puerta.

-Kat se que estas dentro, así que o me abres o abro yo.-Se escuchó la voz de Cailin en el pasillo. Apreté los labios con la mirada clavada en la puerta. Al no recibir respuesta Cailin suspiró, y escuché como trataba de abrir la puerta con el viejo truco de las pinzas, hasta que finalmente lo consiguió. Entró en mi habitación y sin encender la luz se acercó a mí.

-¿Se puede saber qué te pasa tía? ¿Donde se ha visto a Kat saltarse una fiesta?

-Vete Cailin. No quiero hablar ahora.

-No me importa lo que quieras, me importa lo que quiero yo, y ahora mismo quiero que me digas que es lo que te pasa.

Me quedé callada unos instantes mirando a Cailin a los ojos, me incorporé poco a poco. Era mi única a miga, la única chica lo suficientemente valiente como para acercarse a mí, hablarme y soportarme, se merecía un voto de confianza por mi parte, se merecía que la tratase como a una amiga.

-Ayer besé a Nathaniel.-Cailin se quedó callada y no dijo nada. Me esperaba que exclamase algo sorprendida, me preguntase por qué o algo así, sin embargo se quedó callada esperando a que continuase.-Y me he dado cuenta de que... puede que haya empezado a sentir cosas por él... que no debería sentir.

-¿Hablas de amor?

-Puede...

-¿Y por qué no deberías sentirlo?

-El amor no trae más que problemas.-Dije recordando la última vez que yo me había enamorado, y me estremecí.-Además, Cailin ¿Acaso no recuerdas quién soy? Mi pasado es una mierda, yo soy una mierda, jamás podría estar con alguien como él yo... yo... soy escoria.

-No es...

-Si es cierto, estoy metida en un montón de líos más chungos de los que te podrías imaginar, conozco a gente realmente peligrosa y estoy endeudada hasta las cejas, la mierda ya me llega hasta el cuello. No soy una chica como vosotros, no soy como él...

Infierno CelestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora