Capitulo 15

24 2 1
                                    

-Ethan.-Susurré sintiendo que me moría por dentro. ¿Qué hacía él allí? Observe al muchacho alto de 1,90, cabello rubio con una mohicana, todo el brazo derecho tatuado y repleto de cicatrices. No había cambiado nada. Su torso y sus brazos eran robustos, sus piernas largas, y su rostro ovalado. Seguía igual de guapo que cuando lo conocí, la única diferencia era que mis ojos ya no eran los mismos que antaño lo miraban con alabanza. El muchacho se acercó a mí con pasos lentos, como lo hace un gato jugando con su presa antes de devorarla.

-Me alegro de verte de nuevo Kat. Has cambiado...-Me recorrió de arriba abajo, y yo sabía con certeza que me estaba desnudando con la mirada.-mucho.-Añadió. Apreté los puños y retrocedí un paso, mientras él se seguía acercando.

-Tu sin embargo estas igual que hace cuatro años.-Gruñí con el terror bombeando por mis venas. Allí estaba, ante mis ojos, uno de los reyes que colmaba mis pesadillas, una de las muchas razones por las que yo era yo, por las que ya no confiaba en nadie. Ethan se acercó a mí y se agachó de tal modo que su nariz rozaba la mía. Comenzó a juguetear con mi cabello sonriendo. Bajó sus manos hacia mi camiseta, y lentamente la fue levantando. Con un movimiento brusco agarré su muñeca y lo aparté de mi, olvidando completamente todas las peleas que había vencido, y sintiéndome como una indefensa Caperucita Roja.

-No me toques.-Gruñí. Ethan me sonrió, y siguió acercándose a mí, mientras sacaba algo de su bolsillo; una navaja. Tragué saliva, pero tenía la boca seca. Yo sabía defenderme de todo tipo de armas, me había enfrentado a navajas millones de veces, sin embargo con esa, con esa navaja en concreto no podía.

-La reconoces ¿No?-Se rió él, mientras se acercaba a mí, y pasaba la cuquilla por mi mejilla, trazando una línea roja con mi sangre.

-Déjame tranquila.-Alcancé a decir a través del miedo que me nublaba la vista.

-¿Cuál es el problema?-Dijo mientras ponía la navaja en mi cuello y trataba de levantarme la camisa de nuevo.-Tu cuerpo ya no tiene secretos para mí, después de todo... yo ya me lo conozco bien.

Sentí que todo el aire se marchaba de mis pulmones de golpe, nunca en mi vida me había sentido tan jodidamente indefensa y frágil. Necesitaba salir de allí, todo aquello tenía que ser una pesadilla, una horrible pesadilla. Sin embargo todo era demasiado real, el contacto de sus manos sobre mi piel, el frio filo de la cuchilla sobre mi cuello, mi espalda pegada contra la pared de ladrillo, su mirada lasciva y su sonrisa demoniaca. Solté un gemido, asustada, que trataba de ser un grito, pero que se quedó en nada más que un patético intento.

-Vamos, no te pongas así. Esto no es nada nuevo, será rápido, lo prometo.-Me susurró al oído, para a continuación comenzar a besar mi cuello. Ahogué un grito.

-Suéltame, déjame, por favor.-Me descubrí a mi misma arrastrándome como un gusano, como una simple niña que tiene miedo a la oscuridad. Todos aquellos años, todas aquellas peleas para hacerme más fuerte, para crecer, para poder vengarme no servían ahora para nada, cuando al fin lo tenía delante.

-Te voy a soltar, en cuanto termine con lo que ya tenía empezado hace años.-Dijo riendo mientras sus manos ascendían por mi estómago hacia el pecho. Apreté los dientes tratando de buscar una salida, se me había olvidado completamente como defenderme de una navaja, estaba paralizada de terror. Abrí los ojos para buscar con desesperación alguna salida, sin embargo, al principio del oscuro callejón hallé algo más que una posible vía de escape. Estaba allí, Nathaniel, había visto y escuchado prácticamente toda la conversación. Al estar a contraluz no podía distinguir más que su silueta, pero estaba segura de que su rostro reflejaría barios sentimientos. Lo miré, ahogando un grito, y en mi rostro se pudo distinguir a la perfección la más pura de las esperanzas.

Infierno CelestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora