Capítulo 12: Venecia

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Capítulo 12:

Venecia.

            Llegamos a Venecia el nueve de febrero, en la mañana, estaba haciendo mucho frío por la época del año, así que debíamos estar más que abrigados. Al salir de la estación, tomamos un coche, aún nos faltaba decidir dónde nos quedaríamos, al menos el idioma aquí lo entendíamos un poco más.

             El chofer sostenía un cartel con nuestros nombres, pero no nos dijo la razón, solo nos invitó a subir a él, como Zachary se montó, sin decir nada, yo lo seguí. Nos llevó a uno de los mejores hoteles que tenían allí. Obviamente, no podíamos pagarlo, pero cuando cuestioné la estadía, fui ignorada.

            El chofer se bajó y nos abrió la puerta. No hablaba muy bien inglés, ni nosotros italiano, así que solo asentimos en agradecimiento.

           Nos quedamos de pie, allí, en la entrada, fue entonces cuando escuché detrás de mí una voz femenina, que logró sacarme una enorme sonrisa.

          —¡Señorita, Kida James! Como te atreves a venir a Italia sin avisarme —exclamó.

          —¡Francesca! Qué gusto verte —me acerqué a ella de inmediato, para darle un abrazo.

         —Igualmente, querida. Hola, Zachary también es bueno verte de nuevo.

          —Lo mismo digo —ambos le dedicaron una sonrisa al otro.

          —¿Cómo supiste que estaríamos aquí?, yo no te dije por qué pensé que estarías muy ocupada en Roma.

          —Jamás estoy muy ocupada para la familia. Tu tío me dijo que vendrían, y tuve que moverme.

         —Bueno, me alegra que lo haya hecho.

         —Lo sé —sonrió—, ahora suban a sus habitaciones, aquí están los números y podemos vernos en el restaurante para el almuerzo.

           Entré en mi alcoba, Zachary estaba quedándose en la de al lado. Cosa que después de estas dos pasadas noches, ahora se sentía extraña.

           Mi dormitorio era grande y bonito. Me di una ducha y me cambié de ropa, había guardado un vestido delgado por si debía usarlo. Toqué la puerta del cuarto de Zac y no respondió, quizás se había dormido, parecía muy cansado.

         Bajé hasta el restaurante, y en una mesa de inmediato vi a Frances y me acerqué a ella.

         Bajé hasta el restaurante, y en una mesa de inmediato vi a Frances y me acerqué a ella

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          —Hola, preciosa, así estás mejor, no es un lugar para trajes del campo.

           —Oh, solo es un pequeño desafío a la moda —me reí.

           —¡Sí, claro! —rodó los ojos.

         —Signora Russo, vuole ordinare qualcosa? (Señora, Russo, ¿le gustaría pedir algo?) —preguntó un mesero en italiano.

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