Capítulo 6:
Un nuevo sueño.
Mi padre decidió que por el momento no le haría ninguna propuesta a la señorita Sinclair, esperaría a estar seguro de poder honrar su compromiso. Sin embargo, me la presentó en una cena que tuvieron en casa, junto a otros negociantes, parecía una linda persona, me agradó. Es un poco extraño ver a una dama entre tantos caballeros, así que la admiro por eso.
En fin, comencé a leer una lista de libros de autores reconocidos que mi abuela me envió, entre ellos, Lewis Carroll, Bram Stoker y Hilda Doolittle, lo hacía en el estudio de mi madre.
Un día fui al comedor comunitario a llevar unos alimentos con Abby, una señora me reconoció, su nombre era Elizabeth, me pidió que la acompañara a la biblioteca pública. El hermoso rincón de Helena seguía allí, un grupo de pequeños estaban reunidos todos sentados en el piso, la señora me suplicó que les leyera unas historias y cuentos de mi madre, y así lo hice.
Salí de allí sin poder dejar de pensar en ella, no solo en mi vida hacía falta, sino en muchos otros lugares. Llegué a casa con ganas de leer su carta una vez más, la abrí y en ese momento tocaron la puerta, así que la dejé sobre la cama; era Zachary, entró y se sentó, mientras yo buscaba entre mis cosas lo que él había venido a pedirme.
—¿Esta es la carta? —preguntó al verla.
—Así es, pensaba releerla.
—¿Qué fue eso que hizo tu madre a los 8 años de edad? Y ¿qué es "la leyenda de Tiāntáng"?
—Es un libro y ¿de qué hablas?
—Aquí Kida —señaló algo en la hoja de papel—, al final de la carta, mira.
—¡Oh por Dios, Zac! Olvidé completamente esto, he leído en el estudio mil veces y no lo he recordado, debo hablar con mi padre —me apresuré a la salida—, ¿qué haces sentado allí? acompáñame.
Bajamos de prisa las escaleras, mi padre iba entrando a la casa, lo tomé por el brazo llevándolo al estudio, le expliqué lo que ocurría en el camino, al detenernos en la puerta yo entré con tranquilidad, mientras que papá se detuvo y respiró profundo, fue cuándo me di cuenta de que él aún no había entrado allí.
Volviendo en sí, caminó hacia un cofre y me lo entregó, luego salió sin decir nada más. Abrí el objeto que ella deseaba dejar en su última aventura, con delicadeza, adentro estaba un medallón precioso, pero no parecía hecho por una niña, era de un material duro, color bronce, y tenía decoración pintada en negro y dorado, en el centro estaban las iniciales N.H. bien marcadas.
Ahora lo recordaba, en el diario ella habló mucho de eso, mi abuelo se lo trajo de un viaje y ella lo decoró como el de Kida Lee An en Tiāntáng, por eso me dijo que lo hizo; en el cofre había algo más, una nota que con su letra decía, "llévame contigo". En ese momento una idea cruzo mi mente, debía leer ese libro, así que comencé a buscarlo en su biblioteca, hasta que lo encontré, no era muy largo.
Zachary se despidió, no le presté mayor atención, me encontraba demasiado concentrada en ese descubrimiento, por ende, me senté a leer el libro. Para el final de la noche lo había terminado, leí corrido y ya mis ojos no lo aguantaban, así que me quedé dormida en el estudio.
Al amanecer Abby me despertó, mandándome a mi alcoba. Me aseé y cambié, para regresar al estudio por el medallón y el libro maravilloso que había acabado el día anterior. Me senté y observé la nota "llévame contigo" casualmente la había dejado junto a la libreta que tomé del cuarto de Buckingham, en ese momento pasó por mi mente esa idea que se había formado al salir del cuarto de mamá aquel día, pero esta vez se sentía más clara. No sabía como materializaría este pensamiento, pero estaba decidida, era como si ella me lo estuviese pidiendo.
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Llévame Contigo
Fiction HistoriqueLa señorita Kida James, una joven de 19 años, lleva una vida tranquila en Wandsworth, Londres, en 1880. Inteligente, valiente y apasionada por la literatura y la pintura, Kida ha pasado gran parte de su vida comunicándose con seres queridos a través...