Epílogo

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Epílogo.

            Respiro el aire fresco que entra por la ventana, el clima de Londres siempre será perfecto para mí, es por lo que jamás quise mudarme a otra ciudad. Estar aquí me hace recordar una cita que leí:

           "No encuentras a nadie, sobre todo ningún intelectual, que esté dispuesto a abandonar Londres. No, señor, cuando un hombre está cansado de Londres, está cansado de la vida; en Londres está todo lo que la vida puede ofrecer".

            Samuel Johnson, 1777

            Mi querida Evangeline, mi nieta está sentada a mi lado, mientras termina de leer las últimas líneas de mi libro. En sus ojos una lágrima cae, sube sus ojos hacia mí y sonríe.

           —Entonces, ¿qué te ha parecido? —le pregunto.

            —Francamente, me siento ofendida de solo ser mencionada como "nietos", ni siquiera mi nombre está —contesta, bromeando.

            —En mi defensa, eras muy pequeña cuando lo terminé, aún no te habías venido a vivir conmigo.

            Sonríe. —Es una historia hermosa, eres tan valiente al atreverte a plasmar todo de esta manera, aunque hay detalles que no quería saber —se ríe—, no puedo creer que hicieras un viaje así, y jamás me lo hubieses contado.

             Sonrío. —Eres la primera en leerlo.

              —¿Por qué no lo has publicado, abuela? Lo escribiste hace tanto.

            —Supongo que esperaba el momento más conveniente, y considero que ha llegado.

              —¿Estás enferma o algo por el estilo? —toma mi mano con preocupación.

            Niego de inmediato. —No, amor mío.

            —Bueno, ¿puedo llevármelo? —me pregunta, abrazando el libro en su pecho.

            Afirmo con la cabeza. —Es tuyo, querida, para que tengas algo de mí en tu viaje.

              Ella suspira y baja la mirada, detecto tristeza en su expresión, aunque intenta sonreírme.

            —Evangeline, ¿qué sucede? Sabes que puedes decirme cualquier cosa.

               —Lo sé —aprieta mi mano—, todo está bien, es solo que..., tú eres la única que parece apoyarme en este viaje y ahora entiendo por qué —señala el libro—, sin embargo, mis padres, mis hermanos, incluso mis tíos, desaprueban esta decisión, encarecidamente. El abuelo solo guarda silencio.

            —Zachary no desea involucrarse, cariño, no significa que lo desapruebe. Esta aventura es una decisión tuya y de tu esposo, nadie más debería interferir.

            —Lo sé, es que —suspira—, abuela, yo estoy tan cansada, he pasado años tratando de tener hijos, y mi corazón —pone la mano en su pecho—, ya no lo soporto más. Es por eso que Adam, quiere hacer este viaje a África, él piensa que necesitamos un nuevo propósito, y yo lo amo por eso, pero me duele que mi familia no lo entienda.

             —Mi niña —limpio la lágrima de su mejilla.

           —Ellos creen que solo estoy escapando de mis deberes como una cobarde, en especial mi padre.

           —Bueno —hago una mueca—, no te ofendas, pero siempre consideré que mi hija Norah no había escogido precisamente al hombre más sensible, sin embargo, no digo que tu padre sea un mal hombre, sé que te ama, es el trabajo de los padres preocuparnos. Aun así, no somos perfectos y nuestras convicciones pueden traicionarnos. Allí es donde dejamos que cada uno tomé su camino.

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