Capítulo 13:
Imperio Austro-Húngaro
Desperté con la habitación iluminada, por la ventana junto a la cama. El paisaje era precioso, jamás olvidaría Venecia. ¿Será que había soñado lo ocurrido la noche anterior? Esperaba que no, porque había sido uno de los momentos más especiales de mi vida.
Me levanté poco a poco para asearme y vestirme. Escuché un toque en mi puerta. —¿Quién es? —pregunté, como no tuve respuesta, abrí, y en el piso estaba un ramo pequeño de rosas negras, envueltas en una cinta plateada, transparente y con una nota. Lo tomé y la leí: "Para, mi preciosa, inicia el día con una sonrisa".
Él no podía verme, pero comencé a sonreír desde el segundo que abrí los ojos y su imagen vino a mi mente. Rosas negras, qué detalle tan personal, no sabía de donde las había sacado, pero eran perfectas.
Bajé a la entrada del hotel, por supuesto, ya Francesca estaba allí, esperándonos, corrió a abrazarme, apenas me vio.
—¡Felicitaciones, preciosa! —exclamó.
—Gracias, querida cómplice—respondí, sonriendo—, aún no puedo creer que tú supieras todo.
Francesca me guiñó un ojo y se alejó un poco de mí; entonces, un brazo fuerte rodeó mis hombros desde atrás. —Buenos días, preciosa —dijo Zac en mi oído.
—Buenos días —sonreí, un poco apenada. Ahora tenía que acostumbrarme a este nuevo trato entre nosotros, para él parecía natural, de cierto modo siempre me trató de forma especial, siempre me decía cumplidos y expresiones de cariño. Pero no era igual, en mi caso, no me costaría tanto abrazarlo o tomar su mano, sin embargo, referirme a él de una forma más afectuosa, no estaba segura de que tan natural sería para mí. Esto era un mundo nuevo que experimentar.
Me volteé hacia él. —Gracias por el detalle de esta mañana, me encantó.
—Acostúmbrate —susurró, dándome un beso en la frente.
—Bueno, el ferrocarril sale esta noche, así que aún nos queda un día para recorrer un poco más —nos dijo Francesca—, hoy puedo acompañarlos.
—Perfecto, ¿Vamos? —Zac me ofreció su mano.
—Vamos —respondí tomándola y entrelazando nuestros dedos.
Paseamos y comimos en la ciudad, luego regresamos a buscar nuestras cosas y Francesca nos llevó a la estación, había llegado la hora de despedir a Venecia.
No pudimos visitar tantos lugares como queríamos, ni aquí, ni en Suiza, debido al tiempo que perdimos en París, fue un doloroso ajuste al itinerario, pero había válido la pena, y hasta ahora todo estaba muy bien.
—Gracias por todo Frances, ¡por todo! —le dijo Zac, abrazándola.
—Siempre a la orden, Zachary, cuídala mucho y regresen.
—Gracias, Frances —la abracé fuerte.
—No tienes que agradecer, querida sobrina, cuídense mucho y regresen pronto.
—Lo haremos.
El viaje iba a ser largo, nuestro próximo destino era Austria, llegaríamos aproximadamente en 14 horas si lográbamos montarnos en cada ferrocarril a tiempo y finalmente trasladarnos en coche.
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Llévame Contigo
Fiksi SejarahLa señorita Kida James, una joven de 19 años, lleva una vida tranquila en Wandsworth, Londres, en 1880. Inteligente, valiente y apasionada por la literatura y la pintura, Kida ha pasado gran parte de su vida comunicándose con seres queridos a través...