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Capítulo 20.

"Le tengo más miedo a la gente que ni sabe lo que hiere, que a la que no sabe lo que quiere"

Violé a Harry mentalmente al verlo totalmente estirado en el colchón, y las escasas sábanas blancas bordadas tapándole medio cuerpo al chico. Su cabello estaba por todas partes, además de sus brazos guardados bajo su cabeza.

--Estás babeando--Murmuró Harry con voz mañanera extremadamente ronca., y tapé mi rostro con mis manos ¡No sabía que estaba despierto!--Hey, no. Era una broma--Rió.

Hice un gesto con mis manos, y sin perder tiempo, me metí bajo los acolchados. Odiaba que vean mí cuerpo.

Nuestros cuerpos no hacían contacto alguno. Bien.

--¿Cómo dormiste?--Pregunté en un susurro, acomodando una almohada entre mis brazos.-la misma que Harry había tenido antes-

Siguió mirando hacia el techo.

--Sé que no dormiste bien anoche, y...yo tampoco--Confesó.

Cerré los ojos y me dediqué a estirar mi cuerpo de una noche mala. Sentí ese pequeño placer del desasearse de parte del sueño, y a la vez atraerlo.

--Mierda--Abrí los ojos de inmediato mirando a Harry, y este hacia lo mismo conmigo--Gimes como en un orgasmo, puta madre.

Fruncí el ceño.

--Claro que no.--Concluí ruborizada.

--Cómo quieras--Idealizó haciendo un escándalo con las mantas.

--No es así.

--Sigo diciendo que eran gemidos de orgasmo.--Pronunció encimándose cerca de mí cuerpo.

Posó uno de sus brazos a un lado de mi almohada, y subió media anatomía encima de la mía. Sus tatuajes se juntaban con piel llena de lunares. Contornee el cuello y rostro de Harry con mi nariz, acariciando y llevándome ronroneos.

El chico rio--Me haces cosquillas, basta--Dijo presionando sus labios en mí clavícula.

Su celular sonó en medio de nuestras almohadas -donde estuvo toda la noche-.

--Toma el móvil--Dije algo nervioso.

--No.--Escondió su rostro en mi cuello y antes de poder tirar al chico en el suelo, puede leer "Mamá" en el teléfono que vibraba al compás de la iluminación.

--Es tú madre--Espeté y Harry se lanzó encima del aparato.

(.....)

--Pero me voy en quince minutos--Murmuré y mi madre me estrujaba como se de trapo de piso se tratara--Mamá--Regañé incómoda.

--Te quiero mucho, hija--Explicó, abriendo un pequeño espacio entre nosotras. Ella reflejó su oscura mirada con la mía--Cuídate. ¿Sí?

--Sí, pero-

--No quiero que te dejes dominar por hombres.--Fruncí el ceño extrañadísima. ¿Y a esta qué le pasa?

--¿Qué te pasa, mamá? Vuelvo en menos de una semana--Concluí tomándola de los hombros.

Ella volvió a abrazarme. Le correspondí aturdida.

No entendía insinuarle razón, o motivo cual palabras salían de su boca, y acciones de anatomía. Nunca se había mostrado tan afectuosa, o simplemente concejos que no se piden, el anónimo en aquello nunca, ni por asomo, existió.

--Eres una buena mujer--Susurró, mezclando su aroma a flores cítricas y mi vainilla.

--Basta.--Dije saliendo sus brazos.--Te traeré té británico, o un pequeño Big Ben.--Volví a hablar.