Capítulo 37 -Yo no soy el príncipe azul y tu no eres la princesa de la torre.

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Capítulo 37 –Yo no soy un príncipe azul y tú no eres la princesa de la torre

Otra vez. Otra vez ese sentimiento. No me gustaba cuando aparecía porque mi cuerpo no reaccionaba ante nada, era como un hechizo que me dejaba paralizada. Cole y yo seguíamos mirándonos, cada vez más cerca el uno del otro. No podía evitarlo, simplemente no podía. Yo sabía que no podría dejar de querer, de una forma o de otra, a Cole. Nuestra relación se quedó en el aire, no rompimos por nuestra voluntad, no fue por falta de cariño. Sabía que cuando esto pasase, todo iba a empezar por donde se quedó. Ya estaba preparada, sabía que él estaba esperando una señal que le indicara que podía besarme. Levanté una mano para ponérsela en la mejilla y la fui arrastrando hasta su pecho, como siempre hacía. Fue hacer eso y sin darme cuenta ya estábamos besándonos. Esos besos expresaban necesidad, añoranza, cariño... Esos besos me demostraron que aunque haya pasado un año, él seguía necesitando de mí, y yo también. Esos besos se volvieron cada vez más intensos, bajó su mano para levantarme el dobladillo de mi vestido y acariciarme la parte interna de mis muslos. La otra mano la tenía puesta en mi espalda, que estaba descubierta por la forma del vestido, me acariciaba suavemente, yo tenía una mano en su cuello y la otra estaba en su pecho, en su corazón. Nos separamos para mirarnos el uno al otro, examinar nuestra reacción. Yo seguía con los ojos cerrados, asimilando lo que pasó, mis sentimientos se habían vuelto locos. Abrí los ojos lentamente y vi a Cole mirándome atentamente. Le regalé una sonrisa para decirle que estaba bien, y ante esto él sonrió. En ese momento me llegaron a la cabeza todos los momentos buenos, pero también los malos, cuando se fue. Las lágrimas amenazaban con salir, él sabía que yo no lloraba si no era nada serio.

-Eh...Tranquila- Dijo enjugándome una lágrima con el pulgar.

Me lancé a sus brazos, él no se lo esperaba pero aún así me devolvió el abrazo. Escondí mi cara en la curva de su cuello, mojándole con mis lágrimas.

-Cole, lo he pasado tan mal. Yo no quería que te fueses, pensé que ibas a volver. No sabía nada de ti. Creí que te había pasado algo, y aunque eso hubiera pasado, yo no podría haber hecho nada.

-Jane, tranquila, estoy aquí, contigo. Yo tampoco sabía nada de ti, te llamaba y no me contestabas, te llené la bandeja del correo y tu teléfono de mensajes que nunca respondías. Yo pensé que te habías enfadado conmigo por haberme ido.

-Me cambié de teléfono, mis padres me dieron un IPhone con un número nuevo. Lo siento.

Nos quedamos en silencio hasta que yo fui recuperando mi respiración y me calmé. Me sequé las lágrimas cuidando que mi maquillaje no se corriera. Sentí algo que vibraba, pero no era mi teléfono. Era un pequeño llavero que tenía Cole, que le indicaba que fuese a la cocina para repartir la comida a los clientes.

-Jane, me tengo que ir, espérame en la piscina a las doce de la noche.

Se fue dándome un beso y dejando mi comida sobre una mesa pequeña que había en medio de la habitación.

<< ¿Qué acaba de pasar?>> Pensé. Me tiré sobré la cama y puse una alarma para que sonase a las diez de la noche.

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Me puse un bañador blanco y por encima me puse un vestido de playa de rayas blancas y azul oscuro. Cogí mi bolso y bajé a la piscina corriendo. Faltaban cinco minutos para las doce, y por más puntual que fuese él, nunca se sabe lo que se necesita en el trabajo. Le esperaba con los pies metidos en el agua. No había nadie en la piscina, solo estaba yo, esperándole. Sentí unos brazos que me rodeaban la cintura. Cole se sentó detrás de mí, me empujó un poco hacia atrás para apoyarme en su pecho. Su barbilla descansaba en mi coronilla. Inspiró profundamente sobre mi cabeza y me dio un pequeño beso. Sus piernas se enredaron en las mías.

Corazones destinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora