8. Locas aquí locas allá

897 39 2
                                    

Junio, un año después.

Júpiter esta obsesionada por su peso, siempre hace dietas, ejercicios locos e incluso a aveces vomita bajo la excusa de "sólo hoy porque comí mucho". Ella cree que yo soy tonta, pero no. Siempre tengo la mala suerte de estar con mujercitas medio locas, pero de todos modos, ella logró ser mi loca favorita. Ella me sedujo y no sólo la carne y la mente, a mi alma también. Ella me ha tenido seducida, ciega, sorda, sumisa, por casi un año; Ah, pero no sólo he estado con una o dos mujercitas locas, poco antes de Júpiter hubieron otras novias pasajeras como:
-Alice, quien antes de conocerme, se hacía cortes de mierda en las muñecas, y quién sabe porqué. Nunca le pregunté cuando estábamos juntas. A veces me quedaba pegada en clases mirándola y me asustaba yo sola ¿Y si algún día decidía suicidarse? Yo había querido conocerla, ayudarla, amarla. Pero las cagué y ella jamás fue sincera conmigo, no me supo querer.
-Después tenemos a La Pepa, que vino unos meses antes que Alice y le pondremos así porque es feita y estuve con ella sólo porque me dio pena decirle que no cuando me pidió noviazgo y también porque daba buenos besos, con ella tuve uno de los mejores besos. Ella fue mi segunda novia. Era dos años mayor que yo y para más, vivía en Pudahuel, a la mierda ¿El problema de ella? Le gustaba mucho el alcohol.
-Y la primera novia, ella tenía anorexia, estuve con ella pensando en que la podría salvar, pero no. Hace poco supe que su salud esta muy mal, y esta por fin, luchando por dejar su enfermedad atrás.

Pero volviendo a la realidad dolorosa de mis dieciséis años:

–Amor –llegué al departamento de Júpiter, entre con mis llaves, porque su mamá me adoraba y me había mandado a hacer una copia.
Entonces, como siempre, no por excepción, escuché como Júpiter estaba vomitando en el baño, así que fui hasta allí y vi como estaba arrodillada frente al WC con su cabello tomado, con su cepillo de dientes en una mano, mirando posiblemente todo lo que había botado y por alguna razón extraña y que ella nunca me dijo, lloraba.
–Júpiter Alexandra –dije su nombre completo porque estaba más enojada que la mierda y ella sabía que cuando le llamaba así, significaba algo malo.– Voy a preparar el almuerzo.
–Ya comí.
–No, no lo hiciste.
–¡Ya comí, ya comí! ¡Acaso me quieres toda gorda y asquerosa! ¡No! –me gritó con euforia y en menos de un segundo ella ya estaba de pie frente a mi, tiró su cepillo de dientes a la mierda y me comenzó a gritar, a penas recuerdo todo lo que me dijo y es que estaba tan impactada con todo lo que me decía que apena pude reaccionar.
–¡Crees que no lo sé! ¡Me has cagado y con la guatona de la Alice, con esa perra!
–Júpiter, qué hueá te pasa ¡No digas estupideces!
–¡No son ninguna estupidez, es la verdad perra! –me empujó y como yo solía tener buenos reflejos en ese entonces, le pegué una cachetada.
–Ya ándate, terminamos ¡Ándate! –me respondió a los segundos que le pegué.
Y me importó una mierda todo lo que le pasara, le tiré las llaves por la cabeza y me fui no sólo enojada, si no que también con hambre. Cerré de golpe la puerta de su departamento y me dirigí al mío. Llegué en dos gigantes pasos, abrí ansiosa la puerta y solté todas mis cosas, mi mochila, mi celular, las llaves y mi parca. Me tiré encima de mi sillón encontrándome con mi pobre corazón adolorido e incomprendido.
Comencé a llorar y me odié, no sé exactamente porqué lo hice, pero me odié. Con Júpiter llevábamos un año y meses y era la segunda gran pelea que teníamos, en la primera también había sido Alice la culpable y habíamos vuelto, yo sabía que esta vez también volveríamos. Júpiter siempre volvía mi.

CONCHETUMARE | TelenovelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora