05.

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Febrero, un mes después.

Peleas incontables, insultos que me dejarán dañada por siempre y golpes que sentí peores que cualquier otra cosa que haya vivido.

CONCHETUMARE
CONCHETUMARE
CONCHETUMARE

Siento odio, vergüenza e impotencia, siento ganas de mandar todo a la mierda y llorar cada cinco minutos.

Fue a mediados de Febrero, cuando siempre hay un día en el que llueve, y Amatista aún no llegaba del centro comercial y yo estaba desesperada esperándola, creyendo que algo malo le había pasado porque no me contestaba al WhatsApp, Instagram, las llamadas o FaceTime, y debía de haber vuelto horas atrás.
Estaba con la tercera cerveza en mano cuando por fin llego, a las diez de la noche. Estaba al borde del colapso nervioso y cuando ella me saludo desde la puerta le respondí a gritos en español bien latino y de no ser porque me esquivo, le hubiese llegado un empujón.

Estuve en el mall –respondió como si nada, cuando dejé de gritarle y camino hasta dentro del departamento. En el sillón dejó un par de bolsas de no recuerdo qué tienda, después se quitó la chaqueta, estrujó su corta melena y se sacó sus zapatillas.
Me tenías preocupada, no avisaste ni mierda –estaba yo de brazos cruzados frente a ella, quien estaba bien parada frente a mi sin importarle una mierda mi preocupación.
–No llamaste –me respondió con un lindo acento chileno.
–¿No llamé, que no llame? –me repetí a mi misma con la cara hecha un desastre y con los puños ya listos para llegar a su hocico de puta.– ¡Y porque no te llamo no me avisas algo! ¡Sí te llamé! ¡Creí que algo te había pasado por la chucha! ¡Qué tienes en la cabeza, ahueoná!
No me vengas con tu Chile que no entiendo mierda –se sentó en la cocina americana y encendió un cigarro de menta.
—¡Te quiero conchetumare! –le hablé chileno y luego inglés.– ¡Me preocupo!
Ella rió amarga y se volteo en el asiento para verme.– ¿Me quieres? – me dijo en español y volvió a reír, aunque mejor explicado seria una incrédula sonrisa.– No me quieres –agregó. Ella me miró con unos ojos de mierda que jamás en mi vida podré olvidar. Reconocí el horror, el peligro y el hecho de que mi vida ya llegaba a su fin.– Me voy, mañana a las siete de la mañana sale mi vuelo.
Me quede en shock mirándola desde mi lugar, habíamos peleado dos días atrás y ella me había dicho que se iría, pero luego creí que nos habíamos arreglado, porque nos predicamos amores y tuvimos sexo. Y sí, ella había hecho sus maletas pero era parte de la pelea dramática, no creí que fuera real.

Ella se puso de pie y entro en la cocina, y allí, perdí más la razón y no recuerdo qué cosas le dije. Pero ella me golpeo en el rostro y yo hice lo mismo, la empuje, y ella cayó al suelo, desde allí me tiro de las ropas y también me botó, allí se subió arriba mío y me empezó a pegar, pero con las rodillas y codos como defensa me la quite de encima y cuando creí se había acabado me tiro un silla, que siempre estaba al otro lado del meson de la cocina americana, pero que estaba no sé porqué en la cocina esa vez y por el dolor, quede aturdida. Me quite la silla de encima y como Amatista seguía de pie a mi lado, mirando como apenas me ponía de pie, la alcancé y empujé contra el lava manos, ella estaba llorando y yo también. Ella tomo un cuchillo y me quede con las manos en alto, gritándole, insultadola y sin dejar de llorar. Para distraerla y quitarle el cuchillo tire la losa que estaba limpia sobre el colador y toda se rompió a nuestros pies, y así, el cuchillo quedo incrustado en mi hombro y caí al suelo, incapaz de moverme o respirar correctamente, porque dolía.
Amatista comenzó a decirme cosas en ingles que no preste atención, me ayudó y saco el cuchillo y yo grite y lloré. Lo miré, su rostro culpable y sus manos con sangre, me mire a mi, en el suelo con las ropas con sangre, el suelo con sangre.
La puerta se abrió de golpe y pasos corriendo fue lo último que escuche. Amatista con el cuchillo en mano se puso de pie y se quedo mirando como ma madre entraba detrás de Antonio, quien corrió en mi socorro.
Todo gritaban, yo lloraba, Amatista lloraba y se excusaba, luego entro Júpiter detrás y la policía y así, mientras comenzaban a interrogar a Amatista me desmayé. No sin antes decir, como la reina del drama que soy: Fue mi culpa, fue mi culpa.

CONCHETUMARE | TelenovelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora