Dieciséis

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Al año siguiente, Marzo.

Cuando tenía diez años y por muchos años después, estuve ciegamente enamorada de Justin Bieber, y justamente este año tuvo un concierto aquí, y como aún, hasta el día de hoy lo sigo escuchando, mi futuro padrastro me compro una entrada en quinta fila para poder verlo.

Fue el mejor concierto al que jamás había ido e iré y por eso, cuando llegué de vuelta, al departamento de mi madre y suyo, lloré agradeciéndole el regalo, lo abrace y besé su mejilla, pero sobre todo lo abrace. Fue este día, cuando mi madre se dio cuenta de que éramos muy pero muy unidos como para ser normal, nos llevábamos muy bien, demasiado para el gusto de ella. Fueron muchas gracias, abrazos y besos que mi madre nunca había visto antes o si lo había hecho, no había tomado atención realmente, y fue esa confianza que esa noche noto, que la volvió a pocos celosa.

–Voy y vuelvo, en la noche... –me avisó mi madre. Ella se apareció de la nada frente a mi, a un lado del televisor, con su cartera y celular en mano. Finalmente, luego de semanas, dejaba en el departamento a Antonio y a mi solos. Yo estaba tomando mi desayuno viendo Malcom en el sillón, como de costumbre, y Antonio estaba sentado en el comedor detrás de mi tecleando en su computador.
–Bueno amor –escuche que le respondió Antonio.– ¿Te esperamos a cenar? –le preguntó y mire a mi madre, sonriéndole.
–No, no... no se preocupen, vuelvo en la noche –y salió del departamento sin más, ni un beso le dio al guapo hombre al que llamaba novio.
–¿Así tal cual? ¿Sin beso? –le pregunté a Antonio, una vez que ella se fue. Me había extrañado que ella se hubiera ido así, sin más.
–Esta rara... y piensa que tengo una amante y cree que no la tomo en cuenta como antes... no sé qué le pasa realmente, le pregunté y eso me respondió –yo lo miraba desde el sillón y mientras me respondió no quito en ningún momento su atención de la pantalla de su computador.
–Es que mi madre no tonta, de tonta tiene la pura cara... ella se dio cuenta al tiro de que heterosexual, no soy... –le comenté y me voltee de vuelta al televisor.
–¿QUÉ? –preguntó divertido, y alzo su voz, exagerando su desconcierto. Me voltee a verlo de nuevo, y me divertí al ver como sus ojos, de la impresión, casi salían de su órbita.
–Si ¿No sabías? –ladee mi cabeza, mirándolo con diversión por toda la situación.– Soy lesbiana.
Antonio comenzó a reírse y me sentí, de pronto, avergonzada. Me puse de pie y caminé hasta él, y apoyada con mi cadera en la mesa, a su lado, note como su computador tenía la página de Facebook abierta, y lo cerré.
–Oye... oye... estoy trabajando –se quejo y abrió rápido el computador.
–Trabajo –repetí incrédula.– ¿Trabajar, usando Facebook? –me burle.
–¿Sí, y? –se inclino hacía atrás y se hecho sobre la silla, de brazos cruzados, mirándome desde allí.– ¿Tú? ¿Lesbiana? No te creo... –frunció el ceño y yo confirme con mi cabeza. Entrecerró los ojos.– No sé me había pasado por la cabeza, verás... a pocos creí que eras virgen.
– ¿Qué? –pregunté y me reí. Me cruce de brazos y su vista vago hasta mis pechos. Que a pesar de estar cubiertos por mi pijama, se hacían notar.
– Eras casi inexperta, después pensé que era porque estabas nerviosa... ya sabes, por lo loco que es todo esto –él rasco su cien y cerro nuevamente su computador y lo corrió. Tomo mis caderas y me corrió para quedar frente a él.
– Bueno, sólo había tenido sexo con mujeres, hasta que te conocí –le confesé y él sonrió con orgullo. Se puso de pie y la altura con la que lo miraba, quedo atrás.
– ¿Y soy el primero? –me hablo cerca del rostro y mientras nos mirábamos a los ojos, le negué con mi cabeza.– ¿Todavía te gustan las mujeres?
– Sí.
– ¿Y yo?
– También –le respondí con la voz pesada. Él estaba ya muy cerca de mi, presionaba su cuerpo caluroso contra el mío y mi carne estaba respondiendo.
– Mmmmh sucia... –susurró en mis labios. Yo ya tenía el corazón a mil por hora.
No seguiré con diálogos. Lo que quiero contar es que tuvimos sexo, pero esta vez, me hizo sexo con los dedos, con su lengua y sus labios, y me dejo sin aire. No había sido tan experto como Júpiter, porque ella ya conocía cada parte sensible de mi cuerpo, pero termino siendo bueno de igual forma porque lo guié y supo perfecto como moverse.

CONCHETUMARE | TelenovelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora