Catorce

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Continuación, el mismo día.

–Mamá soy vegetariana ¿Lo  recuerdas, no? –comenté sin quitar la vista de la Lasagna, y al no recibir respuesta inmediata, la miré y su rostro serio, de desconformidad pura, me hizo finalmente reconocer a mi madre.
–Me estas bromeando... –por fin comentó con una sonrisa torcida y dejando sobre una silla del comedor el delantal que hace segundos llevaba puesto. Sólo hasta ese momento me di cuenta de que ella estaba en forma y lucía físicamente mucho mejor que como la recordaba. Lucía mucho más joven, y eso me explicaba cómo es que un hombre tan guapo y a penas en sus treintas se fijaba en una mujer madura como ella. Si no me equivoco, ella ya estaba pronta a cumplir cuarenta y dos.
–Mamá, lo soy desde los trece... –le confirmé.– Pero esta bien, no te preocupes –ella miro a Antonio a su lado con preocupación.– Si no lo recuerdas sobreviví a ensaladas los primeros años, y me anticipé y supuse que ya lo habías olvidado y... –me saque la mochila de un hombro y la abrí. Saque una bolsa de supermercado con tomates, champiñones y palmitos en conserva, lechuga y un par de pepinos.– Aquí mucha ensalada –los miré sonriente y Antonio tomó la bolsa.
–Hija, me hubieras dicho –comentó mi madre, siguiendo a Antonio al mesón de la cocina americana, yo también lo hice y me apoye en este, desde el otro lado.
–La verdad es que cuando llamaste, me pillaste por sorpresa y hoy por la mañana entre en cuenta de que era imposible que recuerdes que no como carne –ella volvió rápido a la mesa y recogió la fuente con lasagna y la guardo en el horno, y mientras yo miraba como Antonio preparaba fuentes de ensalada con las verduras que había traído. Allí, viéndolo picar el pepino, noté que también estaba bien ejercitado y tenía los brazos bien tonificados. Lo vuelvo a decir, muy guapo y sexy para ser heterosexual o una persona común y corriente, debía de ser actor de cine o algo por el estilo.
–¿Y no comes nada nada de carne? –me preguntó Antonio mirándome de reojo mientras picaba el segundo pepino y me atreví a mirarlo fijo más de dos segundos.
– Bueno, si hay un tipo de carne que como, pero no se cocina –respondí y sonrió con mi respuesta. Yo me hice al indiferente y miré a mi adre esperando alguna reacción por su parte, pero ella me ignoro, y se dedico a buscar platos y cubiertos.

CUENTO CORTO.

Yo, la eterna lesbiana, nacida homosexual y gran amante de las mujeres, me hice heterosexual luego de una visita a la casa de mi madre y cuatro copas de vino.

CONCHETUMARE | TelenovelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora