uno, familia

196 17 1
                                    

–Oye mamá, que bacán ¿De verdad nos vamos para allá? –palabras exactas de mi hijo al momento que le conté que nos iríamos de Santiago a Valdivia. Su rostro impresionado me es inolvidable.
–Sí, Christian –aclaró que ese es el nombre de mi hijo.– tu hermana entrará a la Universidad de allá, así que coticé unas casas que están cerca de ahí y de la fábrica cervecera.
– Gracias mamá, verdad, que bacán –me respondió de vuelta mi hijo.
Los dos estábamos en la cocina, él recién acababa de servirse un plátano con yogurt y yo estaba terminando mi té con leche. Estando allí, escuchamos la puerta de entrada y los tacos de mi hija aproximándose.
–¿Qué pasa, mamá ¿Reunión familiar, y sin mi?  –entró en la cocina y se quedo de pie a nuestro lado. Christian y o estábamos sentados en bancos, merendando en el mesón de la cocina americana.
— No, le conté que nos vamos a vivir a Valdivia –le respondí, le extendí un brazo y así me abrazó.
–Ay, sí mami, es tan bacán –ella al decir esto, me dio un beso en la mejilla y pronto el rostro de Christian se hizo más crédulo.– el José ya se fue para allá, consiguió trabajo y esta arrendando una pieza –agregó ella. Se iría a la misma Universidad que su novio, a quien conoció por sus amigos en común que tienen, en alguna fiesta. Ya pronto cumplirán un año.
– Vaya, el pobre se fue detrás de ti –comenté y Venus, rodó los ojos y se acerco al refrigerador.
–Sí ¿y? –se metió Christian.– y yo voy detrás de la Cony.
– Si no te burles, mamá. Aquí los tres vamos detrás del amor, tú te quieres puro comer a la mamá de Constanza –comentó Venus y con un yogurt en mano se volvió a nosotros, y se apoyo en el mesón.
Los miré a los dos, entre cerré los ojos y ambos, como hermanos que son, elevaron sus hombros como indefensos a la misma vez. Tenían razón,

Ese era un día jueves y estábamos a un poco más de un mes de irnos. Ibamos a pasar la Navidad y año nuevo por allá y ya tenía invitada a mi madre y a su Antonio, el novio de mi hija y sus padres y la mamá de mi padre, que en paz descansa.

Todavía, después de casi diez años, me cuestiono el cómo mi madre pudo perdonarnos al Antonio a mi, pero supongo que son cosas sin razones... además es nuestro secreto, nadie más sabe sobre ese drama y no hay quién más opine. Tal vez hace lo que yo hago, perdona y lucha hasta al final de los finales.

La verdad es que soy muy floja cuando llega el momento de conocer a nuevas personas y es por eso que tengo a pocas en mi vida, pero a cada una de ellas las conozco a fondo, lo que me tomó tiempo y dedicación. No me arrepiento.
Tengo a personas fantásticas en mi vida, las amigas que me hice un mi trabajo son invaluables y también a otras que aún conservo de mis tiempos en la universidad. No siento que necesite a alguien más, me gusta poder enumerar a mis amados amigos con los dedos de mis manos.
De pronto me di cuenta de que me cuesta sumar a alguien más a mi vida. Las razones aún me faltan, es lo que es. Debe ser por eso que no quiero a otra Júpiter en mi vida, no quiero a otra Alice para mis hijos y mucho menos quiero a otra Amatista en mi cama. No, no.
Tener a Júpiter de vuelta en mi vida (y por una coincidencia de película) me ha hecho dar cuenta de que no la dejé de amar, y que no quiero a otra que no sea ella. No soy capaz de ver a alguien como la veo a ella o de querer estar con alguien, que no sea ella.

CONCHETUMARE | TelenovelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora