Diecisiete

603 32 5
                                    

Al otro día y escribo un tres después.

Madre no llegó hasta el Domingo en la tarde. Mi papá se había suicidado y mi madre no me quiso decir antes de marcharse. No me lo dijo hasta que llegó, pues, había ido a reconocer su cuerpo a la morgue, y se había estado quedando con la madre mi papá, arreglando todo para su funeral. Había fallecido aquel mismo sábado por la madrugada por una convulsión cerebral.

Por mucho tiempo he estado mal. Los primero meses fueron terribles. Me sentía culpable por haberlo dejado solo ese fin de semana y pasar tanto tiempo en el departamento de mi madre. Lo cual no hacía por el cariño que le profesaba, si no que porque me gustaba su pareja.

Al mes de la muerte de mi papá, cumplí diecinueve años y no volví a tener más sexo con Antonio y él, estúpido e imbécil, tampoco estaba teniéndolo con mi madre, lo que, empeoró su relación con ella.

–¿Hija, podemos hablar? –me preguntó mi madre desde el ventanal que daba a su balcón, en donde yo estaba de pie, mirando al resto de la ciudad, mientras me fumaba un cigarro.
–Sí, dime.
–Desde lo de tu papá –se refería a su muerte– han estado medio mal las cosas aquí, hija –ella camino hasta estar a mi lado y la mire y ella continuó.– Antonio ya no me quiere, no lo sé, el sexo no es lo mismo, es mas apenas tene-
La interrumpí, exagerando mi disgusto y le dije: Agh, madre no me cuentes esas cosas a mi o bueno si, pero sutil sutil –ella me miró, sin expresión alguna. La cosa era seria, a lo que agregue: Bueno, no estas sola en esto, también me esta yendo mal, no logro encontrar a una perra que me de amor.
–Cállate, estúpida –se quejó, hizo una mueca de disgusto y rodó los ojos. Aún, sin aceptar que me gusta las mujeres.
–Ya, ya ¿Qué pasa realmente, qué me tienes que decir?
–Parece que el Antonio ya no esta enamorado de mi.
– ¿Qué? ¿Por qué dices eso?
–Ya no estamos haciendo el amor... y el otro día... hija, el otro día, dijo el nombre de una mujer mientras dormía –al escucharla, de pronto se me pusieron los pelos de punta y comencé a rogar que no fuese mi nombre el que ella escucho, o peor aún, el de otra más.
–¿Enserio mamá?
Madre me dijo que Antonio había dicho mi nombre mientras dormía y que ahora ella piensa que yo le gusto, lo cual encuentra que es enfermo, porque soy su hija, más de diez años menor que él. Una hipocresía, porque ella es doce años mayor que él. En fin, era verdad que nada sucedía entre Antonio y yo, y que nada pasaría en el futuro, y eso le respondí, además de mentirle un poco y decirle, que como ella, encontraba enfermo que yo llegase a tener alguna relación amorosa con él. Hipócrita.
–Hija, me alivias el alma... menos mal que eres hija del Diablo y no de Dios, Antonio es un hombre joven y guapo y menos mal te gustan las mujeres, o ya me lo habrías quitado hace tiempo.
–¡Mamá qué dices! –le respondí sonriéndole, por la estupidez (verdad) que acababa de decir.
– Bueno es la verdad –se defendió. Yo seguía fumándome el cigarro y ella me pidió del mío, y se lo pase.
– Tengo buenos ojos y gusto, sé que el idiota es guapo, pero eso es todo lo que veo, no me gusta de ninguna otra forma más que como novio tuyo, me agrada, sí, pero eso es todo. Creo que estas loca mamá, tal vez dijo mi nombre soñando quién sabe qué, pero de seguro nada raro... soy tu hija y me ve todos los días. No te desanimes e inventes cosas, conquístalo, recuérdale porque a estado contigo todos estos años.

Al decirle eso, le di la confianza para luchar por él. Al cabo de una semana, comenzaron a salir a citas por la noche, al mes siguiente pasaron el fin de semana en la playa y ahora, hace poco, se fueron juntos a Colombia, luego irán a la Isla de Pascua y prometieron volver en Agosto. Madre me ha enviado dos postales de Colombia y espero recibir otras más desde Isla de Pascua.

Ahora es cuándo más sola me he sentido. Lloro casi todas las noches antes de dormir, extrañando a mi papá y deseando a Júpiter y a Antonio. En estos tiempos de soledad en una casa que no me huele familiar y no se siente como hogar, me he dado cuenta, que me quiero devolver al departamento de mi padre cuanto antes. Allí, vivi mi mejor vida.

CONCHETUMARE | TelenovelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora