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Veinticinco.
Acercándose al Final.
Dedicado a: @theumega

Revise los últimos datos de Los Angeles, no habían echo ningún robo por ahora, y eso me extrañaba bastante, tampoco habían echo ningún tipo de robo en Carolina del Norte.

Por lo tanto, no sabíamos como encontrar a Ross, no teníamos rastros, ni huellas de él.

Sólo una: Esta en Los Angeles.

Me dedique a ir a su casa, las cosas estaban removidas como si hubiera entrado, la puerta abierta, los sillones desordenados, revistas de Playboy por cualquier lugar.

En su habitación no había nada sospechoso o que pudiera delatar que haya estado allí, ni en el baño, al parecer solo tomó algo que dejo en la sala y luego se fue.

-¿Te quedarás?
Me preguntó Hailee bostezando.

Asentí, me senté en uno de los sillones de Ross sonriendo ligeramente.

-Gracias por la ayuda, no se como podré pagártelo, me quedare aquí por si viene.

Hailee sonrió y me dio un arma, Fruncí el ceño.

-La pistola está cargada, si viene otro criminal que no sea Ross o te quieres ir a casa y quieren hacerte daño, ya sabes lo que tienes que hacer, son unas calles muy peligrosas, nos vemos mañana.

Asentí.
Hailee se fue y yo guarde la pistola debajo de un almohadón. Suspiré.

Estuve unos minutos despierta, maso menos media hora, iba a quedarme dormida por esa razón decidí ir a la cocina por una lata de enérgizante, una Coca-Cola o un café.

Abrí mis ojos al darme cuenta que habían cigarrillos allí, pero eran cigarrillos que literalmente nunca había visto.

¿Sería marihuana?
Alcé una ceja y tomé uno de ellos, con mucho valor lo encendí y le di una pequeña calada.

Al instante comencé a tocer.
Definitivamente era marihuana.
Apagué el cigarrillo mientras suspiraba, una lágrima cayo de mi ojo derecho por la fuerza que había hecho para tocer.

¿Cómo Ross podía fumar estas cosas?
Seguí revisando la cocina hasta encontrar unos folletos de un bar.

Me acerque a ellos y los leí sin tocarlos, una discoteca... llamada "Éxtasis de Placer".

Tal vez estaría allí..
Si...
Sonreí y guarde el folleto en uno de los bolsillos de mis jeans.

Me dirigí hacia la puerta y salí rápidamente, me monte en mi auto que por suerte ya había salido del taller y lo encendí dirigiéndome a la dirección en donde indicaba el folleto.

Por suerte había dejado a Taylor con nuestra tía más anciana, ella no ve televisión por esa razón no sabe lo que paso entre un criminal y yo.

Al llegar a la discoteca me asuste un poco, habían varios tipos borrachos, fumando y bebiendo alcohol.

Pero aún así entre, por suerte no había mucha gente podía divisar a quien veía. Busque a Ross con la mirada pero no lo encontré por ninguna parte.

Así que me anime a subir al segundo piso... en dónde estaban las habitaciones.

Solo rogaba por no encontrármelo allí junto una mujer.

Ross Lynch:

-Fuera.
Dije dándole el dinero.

Apenas había terminado de follarme a Clara vine a esta discoteca para relajarme, pero por mala fuerte me encontré con una prostituta que me ofreció sexo a cambio de dinero.

Y no pude negarme.
Ella se fue luego de vestirse y de guardar el dinero en su escote.

Suspiré con los brazos y piernas abiertas, me levanté y lentamente me fui vistiendo.

Cuando termine de vestirme, agarre un sobrecillo de un condón que había en la mesita de luz y lo guarde en mi bolsillo.

Uno nunca sabe cuando podría necesitar.

Salí de la habitación y volví hacia la pista de baile, era algo aburrido venir a una discoteca solo.

Me aterre cuando vi su figura.
Pude ver como subía los escalones con algo de miedo mientras observaba la pista.

Abrí mis ojos como platos cuando me vio entre la gente.

-¡ROSS!
Me gritó mientras bajaba los escalones.

Me di la vuelta y salí corriendo de la discoteca, ella no debería de estar aquí.

Debería estar en su casa junto a su hermana, no en una discoteca buscándome.

Me detuve cuando sentí unos gritos diciendo: Sueltenme.

Me anime a voltear.
Y pude verla a ella, rodeada de 3 asquerosos tipos que la comían con la mirada.

Tensé mi mandíbula y apreté mis puños.

¿Debería ir o...

Abrí mis ojos a tope cuando uno de los tipos pasó sus manos por su trasero.

Y sin más me dirigí hacia ellos.
Tenía que defender...

A lo que supuestamente era de mi propiedad.

Encubierta | Ross LynchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora