Iba caminando por un camino de piedra rodeado de preciosos árboles. Mis amigos iban detrás mío, y Gilbert iba a mi lado. íbamos todos de negro y con las cabezas bajas... Adelante mío iban cuatro señores cargando un ataúd. Llegamos al sitio del entierro, en unas hermosas praderas a las afueras de Berlín. Yo no hacía más que preguntarme dónde estaba Ludwig... No sabía qué hacía en aquel entierro. Al terminar el 'discurso' un cura, enterraron el ataúd, y comenzaron a colocar la lápida.
Ahí me dí cuenta de que no volvería a ver a sonreír nunca más, pues en la lápida aparecía su nombre: Ludwig Beilschmidt.
Desperté de esa pesadilla, sudado, gritando y llorando. Abrí los ojos y me topé frente a frente con los ojos azul eléctrico de Ludwig. Menos mal, todo había sido una pesadilla.
''Ludwig... He tenido una pesadilla horrible..'' Dije. Sin embargo, no obtuve respuesta. Le sacudí un poco, pero aún así no me respondió. Volví a mirarle a los ojos. Ví que lo eléctrico de sus ojos había desaparecido, y que tenía la mirada perdida en la nada. Me dí cuenta de que estaba muerto.
'''¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!'' Grité, esta vez despertándome de verdad. Ludwig me miraba preocupado.
''Feliciano! ¿Estás bien?'' Había mucha preocupación en sus ojos.
''S-sí.. Sólo ha sido una pesadilla.'' Dije, de esta forma, Ludwig se relajó un poco y me abrazó. ''He soñado que habías muerto..'' Dije sollozando.
Él me miró con sus ojos del color del cielo azul. No me dijo nada, se me quedó mirando sin más. Yo tampoco dije nada.
''No voy a morir. Voy a estar a tu lado para el resto de la eternidad..'' Me dijo en un susurro. ''Te guste o no.'' Esas palabras me hicieron reír un poco.
Me acerqué más a él, para sentirme protegido en sus brazos. Y como siempre, encontré lo que buscaba. Su calor corporal invadió mi cuerpo, haciendo que me sonrojara. Noté los dedos de Ludwig cerrar mis ojos, y poco a poco me sumergí en un sueño profundo.
*Romano's POV*
Llegué a casa llorando después de decirle la verdad a Feliciano. Antonio me miró y corrió a abrazarme.
''¿Qué tal te ha ido, tomatito?''
''No me llames tomatito. Y ha ido fatal... Me ha dicho que no quiere volver a verme y que ni se me ocurra llamarle fratello de nuevo...'' Dije muy dolorido.
''Aún no entiendo porqué hiciste eso... Espero que hayas aprendido una lección.'' Me dijo Antonio.
''No necesito que vengas a decirme esto ahora, idiota. Necesito apoyo emocional.'' Dije. ¿Porqué era tan idiota ese bastardo? ¿No veía que estaba mal?
''Perdóname Romano.'' Dijo. Me siguió abrazando con dulzura. Yo pasé los brazos por su cuello y dejé que me consolara. Para mi sorpresa, Antonio me apartó un poco de él. No pude evitar sentirme rechazado. Sin que me lo esperara, Antonio me cogió la barbilla con sus manos y me acercó a él. Me besó en los labios con un amor inmenso. Yo le seguí el beso. Nos separamos por falta de aire.
''Gracias.'' Susurré.
''Gracias a ti...'' Me respondió Antonio.
''¿Por qué?'' Pregunté confundido.
''Por llegar a mi vida, tomatito.''
''Te he dicho que no me llames tomatito, tonto.'' Le dije en tono cariñoso.
''Bueno... ¿Significa eso que...?'' Dijo Antonio con una sonrisa en la cara.
''Sí... '' Le dije sonriendo. ''Pero no se lo digas a nadie, tonto.''
Nos volvimos a besar.