Juliana vive sola, ésa siempre es una ventaja. Su apartamento no está tan lejos de Guápulo, sobre la 6 de Diciembre, en el edificio del Multicentro. Salir de la Casa Blanca me dejó exhausto. Voy caminando, cuesta arriba, pagando. Y no puedo más. El frío de la noche y la altura de Quito, juntos, así como estoy, me superan. Compro una cerveza en Víveres Jorge Luis. No debo verme bien, nada bien. La niña que me despacha la Club verde me mira como si fuera la noche de Halloween y yo estuviese disfrazado de un ser horrendo y la niña acabara de darse cuenta de que no es un disfraz. Para redimirme, compro un chupete rojo, frambuesa, fresa, tutti-frutti, lo que sea, todos saben a lo mismo, saben bien y se lo regalo. La niña se voltea, detrás de ella hay una alfombra con un tigre o un leopardo o un gato sobrealimentado bordado en el centro, un felino azul en fondo celeste. El gato en la oscuridad, pienso. La alfombra cuelga de un tubo de plástico y hace las veces de puerta. La niña corre apenas la alfombra y echa un vistazo al interior. Salgo de la tienda y me siento en la vereda con mi cerveza y mis dudas. La niña sale corriendo, pela el chupete, se guarda la envoltura en el bolsillo de su calentador verde agua y se sienta a mi lado.
-¿Eres de aquí?- me pregunta.
Buena pregunta. Gran pregunta. Afortunadamente para la niña, no me apetece largarme a filosofar sobre la nada que somos ni en la nada en la que nos convertiremos.
-¿De Guápulo? No. ¿De Quito? Tampoco, peor.
-¿De dónde eres?
-De Saturno, ¿conoces?La niña entrecierra los ojos, la bola del chupete le infla el cachete izquierdo, sospecha que le estoy mintiendo. Mi tamaño, en relación al suyo, la intimida. Si supiera.
-¿En qué grado estás?- le pregunto.
-Cuarto.
-¿Y no sabes dónde queda Saturno?
-Más o menos, sé que está lejos.
-Muy lejos.
-¿Y qué haces aquí?
-De visita, ¿tú?
-Yo vivo aquí. ¿Hasta cuándo te quedas?
-Ojalá no mucho.
-¿Por qué?
-Porque aquí hace mucho frío.
-¿En Saturno no hace frío?Saturno debe estar helado.
-No tanto.
-Ummm.
-¿Te gustó el chupete?
-Me gusta todo lo rojo, todo lo rojo es rico.
-Cierto.
-¿Viniste a buscar novia?Hasta está niña, que no me ha visto en la vida, me encuentra solo.
-Tengo novia, en Saturno.
-¿Cómo se llama?
-Polexia.
-Qué nombre tan raro.
-Polexia es una chica rara. ¿Tú tienes novio?
-Dos. El Eudoro y el Delfín.
-¿A cuál quieres mas?
-A ninguno.
-Sabia tu respuesta.
-Mi mami dice que no hay que querer a los niños, menos a los hombres.
-Por algo es tu mami.
-Mi mami dice que hay que tener muchos novios para que te compren muchas cosas.
-¿Tus novios te compran muchas cosas?
-A veces.
-¿Qué cosas?
-Helados, papas fritas, colas. Cosas ricas.
-¿Qué vas a hacer cuando ya no quieran comprarte cosas ricas?
-Me voy a conseguir otro.
-¿Sólo uno?
-Primero uno, luego tengo que ver.
-¿Cómo haces para conseguir novios?
-Facilito, les doy besos.
-¿En la boca?
-Ni loca.Las luces de un auto escalan el pellejo de Guápulo, las veredas, los muros de las casas, y se reflejan en las ventanas. Me pongo de pie. Es un taxi. Bien. Me despido de la niña y extiendo el brazo para que el taxi me tome en cuenta. El taxista me ve, me pregunta adónde voy. Me pide, por adelantado, tres dólares. ¿Tan mal me veo? Se los entrego y me acomodo en el asiento trasero. Desde la vereda, la niña me ve, sus labios del mismo color que el chupete. Esa niña la tiene clara.