Capítulo veinte

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Una vez que salí del campo de visión de Janviére comencé a tamborilear con los dedos las paredes, pero mis dedos no estaban nada conformes con ese sutil tamborileo, entonces me puse a golpearlas con puños mientras que me reía como loca. ¡Le dije a Janviére lo que sentía! Esto aunque había sido realmente poco se sentía tan excitante como desobedecer a tu madre —sé que obtendrán un pésimo ejemplo de mí ustedes y mi hermana, pero si me preguntan; la verdad es que amo desobedecer a mi mami en todo—. Se sentía increíble, se sentía como arrojarte de un avión sin paracaídas. Bueno, eso sonó raro, pero mi punto es que se sentía como aventurarte a algo desconocido... y distinto.

Demasiado distinto.

Era sentir que en mi pecho había un vaivén de algo. Mi corazón dejó de ser corazón en ese momento porque parecía tan fuerte el latido que se confundiría con el vibrar de un muy grande estéreo de sonido.

Porque tengo la certeza de que con Janviére, así sólo reciba un rechazo de él... sé que con él todo sería distinto.

Por Dios y creador de todo. ¡Si con un "hola" de esa zanahoria hasta vomito corazones!

No sé qué coño me ha hecho... Pero me hace feliz.

He hecho una burrada, lo sé. No se le dicen tus sentimientos así no más a una persona con tan poco tiempo de haber conocido. Por dios. Hay que seguir el protocolo.

Primero conocer al chico. Ser interesante. Luego insinuarte. Conocerlo a nivel más profundo. Hacerte la inocente pero insinuarte al mismo tiempo. Follártelo.

Es la táctica de muchas hoy en día.

—cof, no digo que yo la haya aplicado alguna vez, cof—

Pues sabrán que todo ese protocolo me importó un condón.

Y los condones me importan muy poco, ya que cuando pienso en ellos se me vienen a la mente personas como Ryan o Rebecca.

Ojalá los condones que le agujereé a la perra esa el otro día los haya usado.

Ahora que lo pienso: imaginarme a una Rebecca embarazada me hacía malvadamente feliz.

Me reí esta vez como una psicópata esperando que su cruel plan funcione.

Azoté la puerta de mi hermana e irrumpí en su cuarto.

—¡Juno! ¿Qué haces?—inquirió casi a los gritos mientras yo buscaba el ipod con movimientos torpes que quizás en algún momento yo quise que fueran pasos de baile. Busqué a mi "amada compañera de felicidad y todo me vale verga" Avril Lavigne, y puse una de las canciones que sólo oía cuando estaba endemoniadamente feliz.

—¡Estoy feliz, Áni! ¡Ven y baila conmigo!—la tomé de las manitos y ella frunció el ceño e hizo una mueca con la que era perfectamente legible el gesto de "ésta se volvió loca..." Yo comencé a instarla a que bailara, y ella a duras penas lo hacía.

Las guitarras y la voz de Avril irrumpieron en la canción.

I don't care about my makeup

I like it better with my jeans all ripped up

Don't know how to keep my mouth shut

You say 'so what' (what)

I don' t care if I'm misfit

I like it better than the hipster of all sh*t

¡Juno, ésta canción tiene groserías! ¡Mamá se enojará si se entera que la estoy oyendo!

Quien quiere su mano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora