Capitulo Dieciocho

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-Qué los cumplas feliz, que los cumplas feliz, que los cumplas Lalita, que los cumplas feliz -Cantaba Gime mientras acariciaba mi cabello desordenado de la mañana -¿Cómo estás? -sonrió.

-Gracias -le devolví el gesto -Después de eso, bastante bien.

-Me alegro. ¿Y? ¿Ya pensaste cuándo le vas a decir eso a Peter? 

-No sé, tía vos no le contaste que hoy es mi cumple, ¿o sí?

-No.

-Gracias -me senté en la cama -¿Me preparaste el desayuno?

-Claro, está en la mesa. Cámbiate y vení, tengo un regalito para vos -sonrió pícara y abrió paso entre las cortinas para salir.

Busqué en mi pequeño mueble algo cómodo para ponerme. Hoy teníamos una clase especial de ciencias naturales e íbamos a ir a una plaza. 

Me puse una remera suelta color roja, como la sangre... un short de jean negro y las zapatillas de cuerina que siempre me pongo. Son las únicas cómodas entre los cuatro calzados que tengo.

Salí y afuera estaba preparado el desayuno de siempre y Gime sonriente en el sofá, con una pequeña caja a su lado.

-¿Te acuerdas ese dije que encontramos la otra vez en la calle?

-Mariana, ayúdame con las bolsas por favor.

-Claro -agarrando unas cuantas -¿Y eso? -señalé un brillo que pegaba contra el sol oculto en el césped.

-Andá a ver.

Me acerqué y era un hermoso dije, tenía forma de flor y estaba echo en plata. Muy lindo. Me lo guardé en el bolsillo y seguimos camino hasta la cabaña.

-Si... eso creo.

-Bueno, hablé con alguien y... -dicho esto abrió la cajita dejando ver un hermoso colgante de plata con el mismo dije.

-Es... es divino -sonreí agarrándolo con la mano -Gracias -abracé a Gime.

-Lali, sólo quiero que vos estés feliz... ¿Me permitís? -dijo acercando su mano al colgante. Yo asentí -date vuelta.

Me puso el collar, me acerqué al pequeño espejo que tenía en mi habitación. No sé porque lo tengo, no quiero, ni voy a hacer linda. Sonreí y volví a Gime que miraba con aprobación, volvimos a juntas nuestros cuerpos en un abrazo. Ella rió.

-Bueno, basta. Tomá tu desayuno que se te hace tarde -acarició un mechón del flequillo que claramente no había recogido. 

(...)

Llegué al colegio, era temprano como siempre. Andaban unos veinte o treinta chicos nada más. Busqué en el bolsillo de adelante mi libro favorito y mientras cerraba el cierre me dirigía a mi árbol.

Venía a pasos lentos, cuando veo una figura. No, dos. ¿Tres? ¿CINCO? Chicos sentados mientras reían en MI árbol. Me acerqué un poco más y pude diferenciar a todos. Eran los de siempre. Nico, Euge, Rochi, Gastón y... Peter. 

Eugenia me señaló con el dedo y todos se dieron vuelta. Yo no entendía nada. Se pararon, y vinieron hacía mí.

-¡Feliz cumple, amiga! -Oh, no. Esto no puede estar pasando. -Peter nos llamó ayer, ¿Por qué no dijiste nada? -preguntó Euge.

-P-p-porque... 

No pude terminar mi frase, Peter abrió paso entre todos y me entregó un pequeño ramillete de rosas.

-Espero que no te moleste -sonrió y le dió un suave toque a mi nariz con su dedo -Gime me llamó ayer -alzó ambas manos como diciendo ''Soy inocente'' mientras ponía una carita de... ay.

Sólo pude devolverles una sonrisa. En mis cumpleaños, la única que solía saludarme eran Gime y mi mamá. Con el paso del tiempo, sólo Gime. No estaba acostumbrada a que me canten el feliz cumpleaños. O a los regalos. Siquiera el clásico que te tiran harina en la cabeza.

-¿Y bien? ¿Esta tarde querés que vayamos a tu casa? -preguntó Nico -¿O vas a ser una aguafiestas? -rió.

-A la salida todos a mi casa -sonreí -Gracias, chicos.

-No hay de qué, para eso están los amigos -Rochi esbozó una sonrisa -Y el regalo te lo debemos porque Peter nos avisó tarde. -Miré a Peter, el estaba como... ¿preocupado?

(...)

-¡Ay!¡Qué linda cabaña! -gritó Euge señalando mi casa.

-Ah sí, chicos. No se burle, eh -reí -Esta casa es rentada, lo único lindo que tiene es el patio.

-Ay, Lali. Que decís, no nos interesa si sos rica, pobre, flaca, alta. La amistad va más allá de todo eso -respondió Gas.

Gime salió alborotada de la casa.

-¡Vinieron! -gritó.

Los chicos la miraron confundidos.

-Qué dulce tu mamá -me dijo Euge lo que provocó que me agarre un vacío en el pecho. Gime me abrazó de atrás.

-No -sonrió -No soy su mamá, soy su tía. -corrigió.

-Ay, perdón -Euge me tomó la mano -No sabía, ¿me perdonás?

Asentí. Entramos a la casa.

(...)

Ya se hacía casi de noche. Los chicos y yo estábamos pasándola genial. Uno de mis mejores cumpleaños sin dudas. Y yo mejor es que ni me acordé de... eso.

 Sonó el celular de Peter y él se apartó del resto.

-¿Si?... Bueno, le tengo que decir... Gracias -cortó.

-¿Quién era? -pregunté

-Tengo que decirte algo -me tomó de la mano y me alejó un poco más. -Perdón, Lali.

-¿Por?

-Mi papá se olvidó unos papeles muy importantes por allá en Roma. Y yo esta noche tengo un vuelo para ir a recogerlos -sonrisa triste.

-¿Te vas? -pregunté con la voz quebrada.

-No, no llores -acarició con la yema de su dedo gordo mi mejilla -Me voy por dos simples días, nada más.

-¿Y cuando te vas? -intentando no llorar.

-Esta noche a las once y media -miró su reloj -son las ocho y media, tengo que ir a prepararme.

-Te acompaño al aeropuerto -propuse.

-No, hoy es tu cumpleaños. Los chicos están aquí. No quiero cortarte la felicidad -sonrió, es tan dulce.

-¿Qué voy a hacer cuando tú no estés? -se me escapó una lágrima.

-Tranquila, no vas a estar sola. Le voy a pedir a Euge que pase los días que yo no esté con vos -me secó una lágrima -Ahora deja de llorar, volveré -me abrazó.

-Te voy a extrañar...

-Yo también Chiquita, yo también... -suspiró y me acurrucó más a su cuerpo.

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