Capitulo Ocho

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-Llegaste, Peter -dijo mi mamá al verme pasar por la enorme puerta principal.

-Sí, ¿Hay algo para comer? -pregunté.

-No, pero voy a hacer unas milanesas un puré. Andá a bañarte mientras preparo.

Sin decir nada subí a mi habitación. Entré y abrí el placard.

-A ver... -dije mientras buscaba algo de ropa para entrecasa. -Esto y... esto -saqué una musculosa azúl marino y un short de algodón blanco.

Agarré todo más una toalla seca y me metí al baño.

(...)

Bajé y metí la ropa sucia en el canasto verde del lavadero, luego Emilia se encargaría de ponerlo a lavar.

-Sentate -obligó mi papá -Tu mamá ya va a traer la comida -dijo mientras hacía zapping en el televisor.

-¿Cómo te fué hoy en el trabajo? -pregunté.

-Bastante bien. Este jefe es un poco más carismático que el de Italia -Miró a la nada y empezó a carcajear.

-¿Qué pasa? -pregunté risueño ya que su risa era realmente contagiosa.

-Hoy me hicieron la ''bienvenida'' -hizo comillas con sus manos y siguió a las carcajadas limpias

-¿Y eso?

-Me tiraron con yerba -rió.

-Nicolás querés calmarte -dijo Emilia cruzando la puerta con una bandeja de comida recién echa -Media vecindad escucha tus carcajadas -rió.

(...)

Luego de una larga cena llena de risas de las cuales no se podía tomar jugo: Ya que cuando lo hacías empezabamos a hacer extrañas muecas que nos hacían escupir todo: Gran familia.

-Subo, mañana hay colegio -advirtió mi hermano Victorio -Deberías hacer lo mismo Peter.

-Voy -contesté.

Ayudé a mi mamá a levantar la mesa y exactamente a las diez de la noche fuí a preparar mis cosas para el colegio.

Una vez ya recostado en la cama intenté cerrar mis ojos pero ella se hacía cargo de no dejarme dormir. Y con ''Ella'' me refiero a Lali. Sí, me está volviendo loco desde que la conocí. Me mata las intrigas que tiene, supongo que un gran pasado triste habrá tenido, ¿No? Se corta, se viste de negro, habla de unos tales ''Demonios'', se la pasa tooodo el día leyendo y de pedo te mira cada tanto. Pobre.

Enfín, luego de estar tres horas y cuarenta minutos intentando pegar aunque sea un ojo me dormí.

(...)

6:30, hoy hacía un calor que daban ganas de seguir durmiendo, pero adentro de la heladera.

Hice la rutina de siempre: Vestirse, arreglarse, tomar mis cosas, desayunar y partir al colegio.

Alumnos chapando en la entrada, alumnos chapando en el pasillo, alumnos chapando en los baños, alumnos chapando en los salones, alumnos chapando en el patio, ¿Ya te dije que los alumnos chaparon hoy? Los únicos que no lo hacían eran Euge y Nico que parecían estar en otra, pero no se besaban, yo el nuevito y ella, Lali: la más tímida y hermosa de todas.

Hablando de Mariana, debe estar en su típico árbol.

Así es, estaba sentadita en el suelo, con su ropa común color negra, su dulce colita que amarraba esos pocos pelos que tenía sobre la cabeza, sus pulseras que le llegaban hasta los codos y su libro, ''Divergente'' decía la tapa de este.

Me acerqué a ella dando largos pasos para hablarle pero Lali levantó su vista y antes que le dijera algo habló primero:

-Hola, Peter -saludó.

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