Capitulo Diez

1.1K 78 2
                                    

Sin decir nada ella se levantó del pasto. Tiernamente la tomé de la mano y la llevé hasta la sala de la casa.

-¿Qué querías decirme? -preguntó Lali algo confundida.

-Mirá, tal vez no sea el momento perfecto pero... -hice una pausa -Yo sé lo que te hacés -susurré.

Ella se quedó muda, luego levantó la vista.

-¿Cuál de todas? -susurró.

Ahora el confundido era yo: ¿No sólo se cortaba?

-Que vos te...

-¿Te...?

-Te cortás.

 Ella nuevamente miró hacía abajo y sacó una de sus muñecas examinándola.

Con mi mano suavemente tomé su palma y con el dedo índice de mi otra señalé las tantas pulseras que llevaba en esta.

-Sabés... No me gusta que te hagas esto -confesé -¿Alguna vez te trataste? -ella negó.

-No. Bah, sí, pero no sirvió de mucho. Las sesiones con el psicólogo terminaron y yo seguía haciendolo.

-Deberías retomar -miré sus muñecas -¿Te sacarías algunas para ver los cortes? -pregunté.

-Sí. Pero porfavor no digas nada.

De ocho o nueve pulseras de gomita que traía se sacó cuatro. Se notaban claramente la misma cantidad de cortes, la sangre que salía de estos resbalaba sobre la muñeca de Lali y al hacer presión ella gemía de dolor, por lo bajo.

-¿Por qué te haces esto? -consulté e intenté acariciar su mejilla, al principio corrió la cara algo asustada, luego me dejó -Sos una maravillosa chica, esta muy mal.

-Juraste no preguntar sobre mi pasado, ¿Recuerdas? -dijo mientras acomodaba los accesorios nuevamente en su lugar -No me gustaría que la rompas.

-Es que... Sos tan... Misteriosa. Quisiéra saber aunque sea algo sobre vos, lo que sea.

-Me llamo Mariana -contestó irónica.

-Losé, ¿Algo que no sepa?

-Yo...

-¡Chicos! ¿Por qué no van afuera? -entró Euge exaltada.

-Ya vamos -contestó Lali casi en un susurro, aunque sea audible.

-Okey, ¡Fiesta! -Euge levantó por el aire la copa que traía y se fue haciendo un baile chistoso.

-¿Luego me decís, si? -le dije a Lali mientras  ambos nos parábamos.

-Como sea.

(...)

Luego de la "Fiesta" en casa de Euge, todos nos estábamos yendo. Miré a Lali y me acerqué a ella.

-¿Te llevo a tu casa? Es casi de noche, y supongo que se viene tormenta -dije señalándo con el dedo una gran nube negra que se aproximaba.

Para mi sorpresa, ella aceptó. Nos despedimos oficialmente de los chicos y subimos a mi coche. Obviamente yo, como buen caballero, le abrí la puerta y me aseguré de que Lali viajara cómoda.

-A ver, ¿Me guías? -pregunté una vez dentro del coche.

-¿Ubicás la plaza de Malvinas? -consultó.

Yo llevaba apenas cinco días desde que me mudé aquí, claramente no tenía ni idea.

-No, no sé dónde es.

-Doblás a la derecha en las próximas tres cuadras y te mandás derecho, nada difícil -dirigió.

Así fue, después de cinco minutos yendo completamente hacía adelante llegamos a un gran plazón. 

-¿Ahora?

-Aquella es mi casa -dijo señalando una pequeña cabaña de madera sobre una plataforma. Era bastante chiquito el terreno de esta.

-¿Vivís sola? -curiosé.

-Eso no te incumbe -sonrió cínica -Nos vemos, Peter -dijo saliendo del auto.

-¡Espera! -grité dentro del auto lo que provocó que ella saltara sobre su lugar algo asustada -Uy, perdón, ¿Que me ibas a decir hoy?

Ella se volvió a meter al coche dejando la puerta abierta y acercó su boca a mi oído.

-Creo que me estoy enamorando... De vos... -dijo casi en un susurro.

Ayúdame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora