Capitulo Veintidos

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Los días habían pasado rápido para Peter, es más: Super rápido. En cambio, para Lali fueron dos días de pensar en Peter y los segundos no pasaban nunca. 

¿Qué loco, no Antes él no podía estar si no era con ella. Ahora ella no sobrevivía sin él.

En estos momentos Lali habia faltado al colegio y estaba, tranquilamente, pensando en su hamaca del patio.

A ver... Tu vida es una mierda y lo sabés, pero hay que superarlo. Ya está, ya pasó. Pasado pisado. No, esperá, ¿Y si es imposible? Ahora ya sos mayor de edad, estás... enamorada... Intentá olvidarte de todo aunque sea imposible. Vos podés, vos sos fuerte. Basta de llorar, hora de disfrutar. Basta de colores oscuros, la vida tiene felicidad. Basta de cortarte, al menos intenta no hacerlo. Vas a empezar a comer más. No me digo que cambie completamente mi vida, pero necesito algo nuevo. 

Sacudió esas ideas tontas que tenía en su cabeza, ¿Cambiar? Já, imposible. ¿O no?

Se paró y a toda velocidad entró a la cabaña, que en esos momentos se encontraba sola ya que Gime había salido a hacer unas compras. 

Abrió su placard, no tenía nada llamativo. Ahora volvió hasta la habitación de Gime, tenía poca ropa pero Lali sabía que guardaba sus cosas de cuando Gime era chica en algun lado, el problema era... ¿Dónde?

Se agachó abajo de la cama: Nada. Buscó una silla para pararse y revisar arriba del placard: Nada. Vió una pequeña cinta que salía del piso. La miró raramente unos segundos y luego la tiró, tiró, tiró y tiró, hasta que al parecer había algo que bloqueaba la salida entre ambas maderas. Comenzó a tirar fuerte de una de estas hasta que se rompió y dejó ver una de las partes de esa caja rosada con un hermoso listón azul. Forcejeó hasta que el objeto accedió.

Sacó la caja y revisó que no hubiera nadie que la pudiese estar mirando en ese momento. La abrió y ahí estaban todas las prendas más lindas de la infancia de Gime: Remeras ajustadas con típicas oraciones en inglés, shorts tiro alto brillosos, tops con vuelos, pantalones brillantes, vestidos de gala. 

Saco unas remeras color crema, shores pastel y tanto de cosas más que le parecían interesantes y lindas.

Fué probándose una por una, todas le quedaban bien. Pero lo más importantes es que a ella le gustaban. Realmente quería ese cambio.

-¡Alfín, Argentina querida! -gritó Peter mientras se tiraba al suelo y lo besaba: Un asco.

Aunque él se haya mudado no menos de un mes, amaba el país, amaba las personas con las que se cruzó, encontró al amor de su vida en él.

Tomó sus valijas y salió corriendo hasta afuera. Había una larga cola para tomar el taxi, pero no le importó. A pesar de que la gente le habrá echado unas veinte puteadas por segundo él se coló y entró en el primer taxi que entró.

Necesitaba verla, y mucho.

Una remera que le gustó demasiado fue una color blanco, que tenía la frase ''When you smile I'' {Cuando me Sonreís} grabada en un color pastel. Se colocó un short tiro alto de color negro que daba una combinación perfecta. Soltó sus morochos cabellos. Sonrió, nunca había tenido una imagen de ella así. Luego esa sonrisa desapareció. Estaba linda, pero sabía que jamás lograría ser tal...

-Aunque la bestia se vista de seda, bestia queda -se repitió así misma unas cinco veces. Tomó dos mechones de su suave cabello y lo tiró con fuerza -¿En qué estabas pensando, Mariana? ¡Jamás vas a ser linda, entiéndelo! ¡No sos nadie! -gritó. Juntó ambos codos  rompió el espejo con todas sus fuerzas. -Nadie... -susurró y se acurrucó en el suelo. -Nadie.

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