Capítulo 4 Aiden

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No podía parar de correr, estaba rodeado. El dispositivo de invisibilidad se había quedado sin batería y para colmo, de todos los contenedores solo pude quedarme con unos pocos. Me perseguían unos hombres vestidos con una especie de armaduras y con pistolas. Sus cabezas estaban tapadas con cascos de metal y cristal anti-balas. Las salidas estaban selladas y protegidas por ellos. Era imposible salir por ellas. Estaba perdido.

Giré una de las esquinas. Por ese pasillo no había soldados. Apoyé mi espalda en la pared y me dejé caer al suelo. Estaba exhausto de tanto correr. El corazón me latía a mil por hora. No tardaron en rodearme. Sus pistolas estaban apuntándome. Si hacía algún movimiento, apretarían el gatillo. Era mi fin.

Entonces, escuché a una una pequeña bola de metal rodar por el suelo. Esta tenía un temporizador, y llamó la atención de los centinelas. Cuando la cuenta atrás finalizó, de ella salieron unos chorros de humo. Este gas inundó todo el pasillo. Contuve la respiración, para así conseguir no aspirar el gas. Pero mis ojos estaban llorosos, y escocían. Debería haberme puesto las gafas. Los guardias estaban en el suelo inconscientes, ese gas les había dormido.

Una silueta apareció en medio de todo el caos. El humo se extinguió, me froté los ojos esperando a que mi vista volviera. Enfoqué a la cara de la persona que había acudido a mi rescate. Era un escuálido cuerpo femenino, vestía una cómoda camiseta de tirantes, pantalones muy cortos, una riñonera ajustada en su cintura y unas botas que le llegaban hasta por debajo de las rodillas. Un pañuelo rojo escarlata rodeaba su brazo izquierdo, y el hombro derecho poseía un tatuaje peculiar. Observé su rostro, su corto y blanco cabello y sus penetrantes ojos azules. Esbozaba una amplia sonrisa burlona. Tendió su mano hacia mi. La acepté y me ayudó a levantarme. Tenía bastante fuerza.

Estaba confuso, todo había ocurrido muy rápido.

¿Quién era esa chica? ¿Qué hacía allí?

Escuchamos los pasos de una horda de guardias a lo lejos.

-Corre.- me dijo mientras me cogía del brazo bruscamente. Ella empezó a correr, arrastrándome. Recorrimos los pasillos hasta que nos vimos encerrados en un callejón sin salida. Me soltó, dio un pisotón al suelo, justo donde había una rejilla. Debían ser las alcantarillas. Arrancó aquellos barrotes y saltó adentro, tenía el tamaño perfecto para que pudiésemos entrar. La seguí, lanzándome dentro de las cloacas.

Cuando llegué abajo, parecía estar esperándome. Colocó la tapa en su sitio. Y suspiró aliviada. Soltó una pequeña risa, se giró hacia mí y me habló.

-En qué líos te metes chaval. No se que querías hacer allí, pero tu plan no ha debido salir muy bien. ¿Verdad?-

Ese tono burlón no me agradaba mucho e intenté evitar ese comentario.

Giró a mi alrededor y metió su mano en uno de mis bolsillos, sacando una de las cápsulas que había robado. Me sobresalté.

-¡Eh! ¡Devuélveme eso!- Le grité.

-No deberías tener estos juguetitos contigo, ¿Sabes acaso lo que son?- Se metió el contenedor en el bolsillo.

-S-s-si.. Claro- dije inseguro.

-Ya, claro. Sabes una cosa, no te he visto nunca por aquí. No eres de los clanes de alrededor. ¿Quién eres?-

-Eh... Pues... Soy... No soy de ninguno de esos clanes... ¿Sa-sabes?- No me salían las palabras. Estaba haciendo el ridículo, seguro.

-¡Ya lo entiendo! Eres una "rata", ¿Verdad?-

-Pues...-

-Eso lo aclara todo. Eres muy astuto... Colarte en el laboratorio sin que nadie te vea... Digno de un ladrón de primera. ¡Asombroso!-

Lucid Soldier [COMPLETA]Where stories live. Discover now