Capítulo 5 Zoe

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Ya tengo a alguien que puede ayudarnos. El plan está yendo genial. Da igual que sea una rata, parece buen chico. Meterse en el laboratorio y es una hazaña, e ir a la sala principal ya era una locura. Ya le he dejado una habitación en el hotel de al lado con gastos pagados, mientras, esta noche estaré patrullando. Nunca sabes lo que puede pasar, sobre todo ahora, que cada vez hay menos gente en el clan. Es mi deber castigar a la gente que no cumple las normas. Para que todos los engranajes funcionen.

Pasé por los puestos, algunos estaban cerrando sus puertas, otros ya lo habían hecho. No había mucha gente por la calle. Cuando todo estaba cerrado y no había nadie, pensé en irme ya. Pero un estruendoso grito se escuchó en el barrio. Fui corriendo hacia la zona donde provenía el llanto. Era en un callejón cercano a la parte residencial de la ciudad. Me situé en la parte del principio de este y observé quienes eran. Walter y su pandilla, como no. Walter Bobsen, un chico bastante alto, pelo rapado, siempre se metía con los débiles, cuando perdió a su padre en un accidente en la fábrica, empezó su rutina de maltratador. Su madre se sumió en el mundo del alcohol y las drogas por la depresión y olvidó a su propio hijo. Quiere saciar su odio metiéndose en problemas. Esta noche, su víctima era Eddy, mi bajito y gordinflón amigo estaba en apuros. No iba a dejar que le hicieran nada. Estaba indefenso ante aquellos matones.

-¡Vosotros!- les grité

Sus secuaces se volvieron hacia mí. Se podía sentir el miedo que tenían. Walter estaba agarrando a Eddy por el cuello de su camiseta.

-¿Que estáis haciendo?-

Soltó a mi compañero, sus compinches le cogieron de los brazos y él me plantó cara.

-¡Si es Zoe la heroína! ¡Que sorpresa!-

Me sujetó de la barbilla y se acercó a mi cara. Yo tenía una expresión de odio profundo, intentaba intimidarle. Aunque no parecía no darle importancia.

-Seguro que la jefaza vuelve a salvar a su amigo en problemas.- sus amigos se rieron mientras Eddy sollozaba. No aguantaba más.

Sin previo aviso le cogí la muñeca, estrujandola fuertemente, haciendo que Walter se estremeciera. Sus compinches, al ver el cambio de expresión en la cara de su jefe, se asustaron y soltaron a mi amigo. Intentó soltarse y cuando lo hizo, puso los pies en polvorosa.

Salí corriendo a una velocidad de vértigo. Aunque esos malhechores no irían muy lejos. Derrapé en la esquina y me los encontré encerrados en el callejón sin salida. Temblaban de miedo, no era la primera vez que les atrapaba.

-Con que haciendo una vez más de las vuestras... ¿Eh?-

Estaban atemorizados, no les salían las palabras. Era patético. Antes estaba plantándome cara y ahora tiembla como un perro herido.

-Vosotros ya sabéis lo que pasa... ¿No es así? Es vuestra décima infracción.-

Cada vez Walter parecía estar más atemorizado.

-Sabéis lo que pasa cuando tenéis diez.-

Hubo un silencio bastante incómodo. La calma de la noche recaía sobre nosotros en ese momento. Ellos se derrumbarían en cualquier momento.

-¡Por favor! ¡No nos tengas en cuenta esto! ¡Será la última vez! ¡Te lo prometemos!- Las lágrimas estaban a punto de caer por sus ojos.

-Espera, deja que lo piense... No-

Al fin se derrumbaron. Sus llantos eran atronadores. Mis oídos zumbaban. Detrás de mí apareció Eddy. Que estaba flipando. Antes tenían un aspecto duro y amenazador. Pero ahora parecían niños pequeños asustados.

-Cuántas veces os he perdonado algo así...- empecé a contar con mis dedos.

-Cuatro veces.-

Seguían llorando.

-No va a haber más oportunidades. Y dejad de llorar, estáis haciendo el ridículo.

Los sollozos amainaron. Walter se sorbió la nariz y se limpió con la manga. Solté una pequeña risa y di media vuelta para irme.

-Pasaos esta semana por el ayuntamiento, si no, iré a buscaros.-

Su rostro cambió de culpabilidad a locura. Sacó una pequeña navaja de uno de sus bolsillos del pantalón e intentó abalanzarse contra mi, con el fin de matarme. Pero le cogí del brazo del que tenía agarrado el pequeño cuchillo. Le mantuve en esa posición. Sus compañeros estaban aterrorizados. Parece que ellos no tuvieron nada que ver con esto. Sólo la inestabilidad de Walter.

-Con que intentaste matarme... ¿Eh, idiota?-

Le lancé una mirada amenazadora. Que hizo que se volviese a derrumbar.

-Yo, no... Es que...-

Le tiré al suelo bruscamente. Hizo que se retorciera.

-Ya pensaré qué hacer contigo.-

Me fui sin decir nada más, Walter seguía tumbado en el suelo en posición fetal. Pase al lado de Eddy y el me siguió hasta la calle principal. Que estaba desierta.

-Mañana hablamos- Le dije

Él asintió.

-Gracias.- dijo.

-No hay de que.-

Nos despedimos y volví al ayuntamiento. Mañana sería otro día y tenía que enseñar todo esto a Aiden. Mi sombra desapareció en la oscuridad del crepúsculo.

Desperté en aquel frío laboratorio, no llevaba más de un día allí, pero aún así me provocaba intranquilidad sentarme en esta gélida habitación. Más que una habitación, era una cárcel. En esta sala sólo podíamos encontrar una pequeña y dura cama, el plato vacío de la última comida que me habían dado y baldosas. Múltiples baldosas blancas que cubrían el suelo. Lo único que no era de ese color en la estancia, era mi pelo, negro puro, largo y liso; que se reflejaba debido a la limpieza de esta.

Mis padres me habían abandonado aquí, dijeron que volverían, pero se que era una mentira para que me sintiera mejor. Papá tenía que combatir en el ejército, contra los monstruos que están invadiendo el planeta. Y mamá no podía trabajar. No les quedaba más remedio que dejarme aquí. Les echaba de menos, pero a ellos no les importaba. El consuelo que tenía era mi peluche, mi coneja blanca y suave. La abrazaba fuerte, era la pequeña pertenencia que me quedaba. Los científicos que me acogieron decían que estaban haciendo una vacuna para nosotros. Que nos haría más fuertes y que necesitaban mi ayuda. Lo único que no encaja, es ¿Para que?

La puerta se abrió, un hombre muy alto entró en la sala y me habló.

-¿Estás lista pequeña?- dijo con voz tranquilizadora

Asentí tímidamente, el hombre me indicó que me levantara y me cogió de la mano, era fría y áspera. Recorrimos el pasillo y nos adentramos en una gran sala.

Después, no recuerdo lo que pasó ahí.

Lucid Soldier [COMPLETA]Where stories live. Discover now