Capítulo 6 Zoe

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La alarma sonó, me desperté de golpe y miré la hora que indicaba. Cuando me incliné para mirarle, el brillo que desprendían los números me deslumbró. Me froté los ojos y lo volví a mirar. Las ocho menos cuarto. Me levanté con desgana y abrí las ventanas. El cielo estaba despejado, todavía algo oscurecido. Me estiré emitiendo un pequeño ruidito y me dirigí al baño. Me miré en el espejo. Mi descolorido pelo estaba enredado debido a las vueltas que he dado esta noche en la cama. Suelo tener pesadillas.

Me di una ducha fría, mientras el agua caía por mi nuca, pensé en el sueño que tuve. Siempre era el mismo. Huyendo de una persona por un pasillo interminable. Esa persona me resultaba vagamente familiar. Abrí la puerta de la ducha y cogí una toalla. Sequé mi torso, los brazos y mis piernas.

Salí del baño aún con el pelo mojado. Y me puse una camiseta de tirantes, parecida a la que me había puesto ayer. Me gustan esas camisetas, sencillas y blancas. Unos pantalones cortos oscuros y mis botas. Rodeé mi brazo izquierdo con un pañuelo rojo y lo até cuidadosamente. Me dirigí al espejo grande de mi habitación. Agarré un peine y comencé a desenredar mi cabello. Unos tirones hicieron que me estremeciera. Pero al final quedó un buen resultado. Salí hacia mi habitación, que poseía un desorden natural. Mi cama estaba situada al lado de la ventana, junto a una pequeña mesilla de madera, con el ruidoso despertador que cada mañana me salvaba de las pesadillas. Un armario con una puerta corredera en el que dentro guardaba toda mi ropa. Algunos que otros posters de dios sabe que... En general, esta era pequeña. Miré la hora que marcaba mi reloj. Las ocho en punto. Debía salir a por algo de comida y a trabajar. Me puse mi práctica riñonera, y me encamine hacia la puerta.

Pasé por la panadería para coger un bollo y después me encaminé hacia la estatua de la plaza. Allí había quedado con Aiden, es donde iba a empezar el tour por la ciudad. Me puse delante de la estatua y esperé, llegaba tarde.

Al fin se dignó a aparecer.

-Ya era hora, ¿no?- le repliqué

-Perdón, me quedé dormido- respondió, frotándose la cabeza.

Le miré a la cara. Pero su expresión parecía decir que era verdad. Tenía unas ojeras marcadas en sus ojos. El tampoco debe haber dormido bien.

-Bien, pues espabila. Hoy hay mucho que ver.- me giré hacia la avenida e inicié el paso. Él empezó a seguirme.

Pasamos por la panadería, que como siempre, desprendía un olor delicioso. Este hizo que Aiden se parase en el escaparate.

-¿De dónde sacáis el cereal para hacer pan? Creía que ya no había campos para plantarlos.-

- Verás, pues un día de inspección en unos laboratorios fuera de la zona encontramos distintos tipos de semillas. Decidimos plantarlas en una zona escondida de la ciudad con luz artificial y agua. Para tener alimentos varios.-

Asintió, pensativo mientras miraba a través del cristal.Seguimos el camino.

A medida que avanzabamos, Aiden se quedaba parado con cualquier cosa interesante que encontraba. No estaba acostumbrado a este panorama. Él era una rata. Tampoco hablaba mucho, tendría que acostumbrarse a la gente. Le podía presentar a alguien.

Pasamos por varias tiendas. De ropa, de fruta...

Y pasamos por la tienda de antigüedades.
Ese sitio pareció impresionarle más que otros establecimientos.

-¿Quieres entrar?-

Asintió emocionado y pasamos por la puerta, el ambiente de la tienda era humedo, y el polvo hacia que me picase la nariz. Detrás de un antiguo piano estaba el dueño de la tienda, Charles, su gris bigote vagaba por la tienda día y noche. Por fuera parece un hombre frío y solitario, pero si tratabas de hablar con él, descubres que es un hombre amable y abierto. Su mente es una gran enciclopedia, y si tienes alguna duda, seguro que sabe la solución.

Aiden estaba observando un extraño y voluminoso objeto, creo que se llamaba gramola, o algo así.

Me agaché junto a él, parecía que Charles no se había percatado de nuestra presencia.
-¿Y bien?-
- Es increíble, tiene un estado de conservación insuperable. ¿De dónde lo habéis sacado?-
-A ver... En algunas de las casas semi-derruidas hay extraños objetos.-
Asintió pensativo, sin apartar la mirada de la máquina.

Un objeto empezó a vibrar en mi riñonera. Era mi telecomunicador. Abrí la cremallera y agarré el aparato. Era Fer, mi compañero. Salí fuera de la tienda para saber que quería esta vez. Le encendí y su imagen apareció en la pequeña pantalla.
-¡Hey Zoe! No te vas a creer lo que hemos hecho con el ventilador gigante que nos encontramos el otro día.-
-¿Qué tramáis esta vez?-
-¡Es increíble! Ven y lo sabrás. Estamos en el almacén de la zona noreste de la ciudad. ¡No tardes!

Colgó la llamada. Era la ocasión perfecta de hacer que Aiden conozca a mas gente. Guardé el artefacto y me volví hacia la entrada. Abrí un poco la puerta y hice un gesto para indicarle que saliera. Cuando se situó fuera de la tienda le dije:
-Te voy a presentar a alguien-

Lucid Soldier [COMPLETA]Where stories live. Discover now