Capítulo 2

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-Aquí está mi nevera portátil.
Unos brazos fornidos y delgados me rodearon la cintura desde detrás alzándome a lo que yo sentí un metro del suelo, para después darme vueltas en el aire.
-¿Nevera portátil? Hace unos días era calentador.
-Sí, pero ahora es invierno, así que te callas.
Cuatrocientos cincuenta estudiantes asisten a la preparatoria de Portland, Oregon. Cincuenta son populares, setenta y tres nerds con un circulo social más grande que el mío, doscientos chicos normales que intentan cada día con todas sus fuerzas entrar al grupo cerrado de los deportistas, porristas y demás con un circulo social bastante extenso. Y ciento veinticuatro pertenecían a alguna banda, deporte, circulo de estudio. El resto de nosotros (mis amigos y yo) éramos a lo que mi amiga morena dice "el circulo mas exclusivo de la cuidad" aunque lo cierto es que ellos ni siquiera están en este circulo. Uno de ellos es jugador del equipo de fútbol americano "Los Timbers", la otra es porrista y el otro juega en las ligas estatales de béisbol. Además de que ellos sí salen los viernes y/o sábados en la noche. A decir verdad...yo soy la única rara, antisocial, aburrida en el grupo.
-Linda chaqueta, Buttler- dije acariciando su brazo, donde se encontraba el escudo del equipo.
Su nombre real es Mike, pero no le agrada para nada, según él suena a niño débil, todos saben que el capitán del equipo no puede ser un chiquillo débil.
-Gracias, lindo pantalón.
Antes de que pudiera completar sus sucias intención lo aparte de un empujón. Es un chico lindo sí, pero no con el que podría salir, y mucho menos le permitiría tocar mi trasero.
Mike es todo lo que una chica podría desear por fuera y por dentro, el único problema es que solo lo deseo como amigo.
-Espero que mantengas todo el año frío, quiero seguir usando está chaqueta todos los días.
Oh, casi lo olvidaba. Él sabe acerca de mis dones. Teníamos seis años en aquel entonces, mis dones no eran muy estables, agregando que era (soy) demasiado impulsiva. La primavera estaba en su punto cúspide. Sentados en la acera frente a mi casa comiendo un helado comenzamos a sudar demasiado. Él se estaba deshidratando así que comencé a mover mis pequeñas manos como si fueran un abanico. Cuando de repente hielo brotó de mis dedos congelándole la cara. Su piel blanca ahora parecía una paleta helada. Sus mejillas pasaban de rosas a moradas en segundos. De la impresión toque su frente con uno de mis dedos y toda la nieve se derritió al instante, él pudo respirar después de algunos segundos y tanto él como yo gritamos. Me fui en seguida. Nunca le contó nada a sus padres, esa noche hablamos por nuestras ventanas. Vive al lado, aunque ya casi no nos vemos por ahí, a veces tiene "visitas" con poca ropa. Jamás le contó a nadie y cuando supe el porque de mis dones pude contarle totalmente confiada de que no diría nada. Aunque a diferencia de Mike, nadie más lo sabe. Ha guardado mi secreto durante trece años, eso lo hace mi mejor amigo.
-Esto de tener química a la primera hora, el primer día de clases, y en lunes es un complot. Apuesto a que quieren matarnos-dramatizo la morena.
-Hola, Alice-dijimos Mike y yo al unísono.
-Que tal, que tal.
Nos abrazamos como si no nos hubiéramos visto desde hace años. A pesar de que ayer haya estado en mi casa quejándonos sobre el dilema de querer ir al instituto pero no querer despertar temprano.
Alice no es lo que se puede llamar, una chica callada. No le he contado nada acerca de mis poderes, pero no porque no confíe en ella, es solo que primero necesito entenderlos por completo yo misma. Si Buttler no los hubiera descubierto aquel día probablemente jamás le hubiera dicho. A veces cuando se manifiestan la hago creer que ha sido solo una ventisca de verano o en el caso de invierno un pequeño bochorno de hormonas. Y no mi cuerpo emanando calor de verano. Tiene mucho que ver el echo de que es bastante distraída, apuesto a que podría crear un muñeco de nieve frente a sus narices y ni si quiera lo notaria.
La puerta rechino indicando que alguien había entrado. Aaron entro corriendo por la puerta empujando su mochila en el asiento a mi izquierda tirando al suelo la de América, la chica tímida y callada del salón «bastante escalofriante» que aun no entiende que Aaron siempre se sentara a mi izquierda, no importa quien este sentado ahí, él se encargará de quitarlo. Lanzándole una mirada asesina, América se levanto del asiento, recogió su mochila y se sentó dos filas adelante.
-Dos años de secundaria más los primeros semestres de preparatoria y aún no lo entiende-vociferó el pelirrojo con las manos en la cintura meneando la cabeza en forma de desaprobación.
-Agradezco que lo hayas hecho, siempre que se sienta cerca de mí no para de observarme-contesté
-Creo que espera notar si alguno de tus mechones se tiñe por si solo.
-Solo ignórenla-interrumpió Alice-todos esperan eso de Juno.
El profesor dejo caer pesadamente su portafolio sobre la mesa soltando con pereza un "hola clase" para después tomar un plumón y comenzar a escribir. El semestre pasado el Señor B había dejado de luchar contra nuestros comentarios sarcásticos de adolescentes, lo que él no sabía era que este semestre habíamos madurado. Al menos un poco. Bueno, no tanto.
-Por cierto-susurró Alice inclinándose hacia atrás de su asiento para hablarme-hoy iré a tu casa para teñir tu cabello, conseguí un nuevo tinte blanco que según escuché, te durara todo el invierno.
Agradecí por dentro.
No era necesario teñirle el cabello, para mañana en la mañana mi cabello seria como el de una anciana joven. Es decir...blanco pero no canoso. Debo admitir que el cabello blanco me hace ver un poco más sabia, ya saben lo que dicen sobre las canas. "Las canas son la prueba de experiencia de los adultos" preferiría eso a asumir que era un fenómeno.
La clase siguió tranquila, miraba mi carpeta de apuntes cuando sentí el aire bastante pesado, como si algo estuviera apachurrando la gravedad. Alcé la vista pesadamente, pues pareciera que el aire estuviera echo de mercurio. Pase mis ojos por toda la sala, era increíble. Todo el mundo estaba congelado, pareciera que no estaban respirando. El Señor B se había quedado congelado a punto de dejar el plumón en la mesa pareciendo que después tomaría su libro, el reloj tampoco avanzaba, era como si el tiempo se hubiera quedado quieto. La puerta se abrió de repente, pero no lentamente, si no como normalmente lo hace. Un chico alto, de complexión delgada pero espalda ancha y músculos entro naturalmente tarareando lo que pareciera una balada. La expresión que tenía en el rostro era una mezcla entre confusión, terror y curiosidad. El chico camino tranquilamente hasta el asiento que estaba frente a Mike. Saco una libreta con espiral de superhéroes, con una pluma atorada en la espiral, la abrió y comenzó a escribir lo que estaba anotado en el salón. Lo observe durante lo que parecieron cinco minutos, hasta que dejo caer el bolígrafo de su mano y volteo con los ojos abiertos de par en par con expresión de sorpresa extrema. Se volvió a escuchar el tictac del reloj, más los lápices siendo deslizados por hojas de papel. Todo volvió a la normalidad.
-¿Qué tanto le miras?-dijo con un tono irritado el oji-verde a mi derecha.
No quise apartar la mirada de los ojos verde esmeralda del chico fanático de los superhéroes, pero Buttler lanzó una bola de papel directo a mi ojo.
-¡Auch!¡Salvaje!
Sentí mi ojo sangrando, seguramente solo golpeo un costado y ni si quiera toco mi órgano.
Cuando volví la mirada el chico ya estaba mirando al frente para seguir escribiendo, ahora en tiempo normal. Vestía una camiseta blanca, pantalones entallados de jeans y botas marrones. Honestamente se veía bastante masculino, algo ocultaba, pero ya tenía suficientes problemas en mi vida como para involucrar ahora a un extraño.

La última lluvia del verano es presente así que decido desviar mi camino a casa para dar un último paseo otoñal al muelle. El atardecer es callado excepto por las gotas de agua que caen sobre el pavimento y la madera un poco podrida de mi camino. La marea está baja, está tan calmada que puedes ver la lluvia chocando con el agua marina. Hace ya unos años aprendí a desviar la lluvia, es decir, a hacer que se desviaran para no mojarme, también aprendí que puedo hacer que llueva sobre alguien. Honestamente es muy divertido cuando a la pobre Stacy la persigue una lluvia interminable, mientras que el resto solo ve a una chica empapada corriendo y llorando, pensando que solo le jugaron una broma, aunque en realidad hay una nube sobre ella. En realidad es muy gracioso, mis dones tienen su lado bueno.
Las gotas de lluvia empiezan a caer más lento de un segundo a otro, pero no es una lentitud como la ir suele pasar cuando está a punto de terminar, es una lentitud como...la de hace unas horas. Cuando muevo mi cuerpo para mirar por detrás de mí, la lluvia empieza a caer a la misma velocidad que antes. Tal vez alucine está vez. Aquel acontecimiento me dejo atónita. Ahora seria mejor que fuera a dormir un poco.

"Juno, tu madre y yo fuimos a ayudar a tu abuela con el refrigerador, al fin decidió cambiarlo. Nos vemos a la cena. O después, ya sabes que le gusta retenernos hasta más de la media noche. Te amamos, M.P."

«perfecto, la casa está sola»
Lucas fue a celebrar el regreso a clases con unos amigos y amigas, hago énfasis en amigas.
Cuando abro la puerta del ático, mi habitación, la lluvia sigue cayendo, solo que ahora no tengo que hacer que me resbale, en vez de eso choca contra los vidrios de mis ventanales y hasta allí llegan. Bajos las pequeñas escaleras que llevan al armario y a la ventana que conecta con el cuarto de Buttler, su luz está encendida, eso significa que está en casa.
Abro la ventana de par en par y tomo una piedrita de mi cactus y lo lanzo a su ventana. Nada. Tomo otra un poco más grande y la lanzo con más fuerza. Esta chocha con el letrero de barro que estaba justo al lado de su ventanal con su nombre escrito en azul. Abre la cortina alarmado y al mirarme gira los ojos. Pero no abre la ventana. Solo mueve los labios haciendo gestos con la mando, alcanzó a leer sus labios diciendo "¿que quieres ahora?".
-Sólo quiero que hablemos un rato-contesto extrañada-como siempre, estoy sola y aburrida.
-No soy tu payaso.
Vuelve a gesticular.
Lo miro molesta. No entiendo el por que de su pésimo humor esta noche. Vuelvo a mirarlo esta vez con un poco de melancolía y este sede. Rueda los ojos y abre la ventana.
-Ven.
Suena más como una orden.
Salgo al balcón para después cerrar la ventana detrás de mí y saco mis pies de la baranda para después saltar al suyo. Cuando estoy dentro de la habitación el cierra su ventana.
-De acuerdo, ¿qué tienes?
-¿Dormirás aquí?-contesta aburrido mientras se tira de espaldas sobre su cama de telas azules.
-Supongo.
-Entonces, buenas noches.
Me quedo petrificada ante tal respuesta. Me trata como una extraña. Aunque a una extraña no le preguntaría si dormiría ahí. ¿O tal vez sí?
Estoy a punto de irme por donde vine cuando me abraza por detrás y esconde su cara en mi cabello.
-Perdona, estoy cansado, vamos a dormir.
Como cuando éramos pequeños regresamos a la cama, encendemos el televisor (sin el cual no puedo dormir) y nos quedamos ahí, bajo las sabanas escuchando la lluvia hasta que nos quedamos dormidos.
Sueño verde.

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