Capítulo 3

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En toda la mañana Buttler no dijo ni una sola palabra. No era un silencio incomodo, tan solo estar con él resulta ser nada aburrido en realidad, aunque no hablemos hay algo que no me permite aburrirme.
Mi cabello era blanco ahora, tuve que despertar a mitad de la noche para atender una llamada de Alice, me grito por media hora al menos, pero acepto dejarlo pasar y ayudarme a "teñirme" castaña para la primavera.
Las personas que me miraban a travez de las ventanas del Audi A3 de Mike, se preguntaban como lograba pasar de un color tan fuerte como el rojo, a tener el cabello igual al de una albina. Todos en Portland se conocían entre si, no era un lugar pequeño, pero tampoco muy grande.
Encendí la radio y una canción de Radiohead acababa de comenzar a sonar así que subí el volumen, a él le gustaba esta canción.
Cuando iba a empezar a cantar, Mike estiró su brazo y bajo el volumen.
-Tranquilízate, por favor.
Estaba harta.
-¿Sabes que? Ya me cansé de que seas tan bipolar. Si no me dices que te está pasando, te juro que te congelare tus partes y haré que nieve en tu pantalón todo el día.
Doblo bruscamente el volante y las llantas rechinaron mientras se deslizaban por las húmedas y resbalosas calles. Cuando estuvimos mas o menos estables, apago el auto, por consiguiente la radio.
-Me pasa que ayer no paraste de mirar al chico nuevo, tenía que moverte para que me escucharas. Estoy acostumbrado a que te quedes metida en tus pensamientos, pero eso no era solo una simple reflexión. Dime que tú que te pasa.
Por primera vez es toda la mañana se relajó. Al parecer había estado conteniéndose.
-Nada, solo simple curiosidad-titubee.
No quería decir una respuesta que lo enfureciera más.
-Sí, claro-contestó irónicamente.
Sabía que había estado viendo al chico desde lo que había ocurrido. Pero Mike no tenía derecho a reclamarme nada, solo lo miraba, ni si quiera habíamos hablado, y él no me había mirado a mí. Yo jamás había hecho una escena como la que estaba dramatizando. Siempre se iba los fines de semanas con una chica diferente, después de los partidos con una chica diferente, y sí me enfadaba bastante que a partir de que la tarada de Stacy lo metió en aquel mundo el se haya olvidado casi por completo de mi por dos meses. Aunque no es la primera vez que lo hace. En aquel tiempo cuando Alice y yo caminábamos, almorzábamos y hacíamos todo solas, conocimos a Aaron. Ya hace tres años de eso, él acababa de mudarse de Nueva York, a Alice le encantan las tiendas que hay allá así que comenzaron a charlar. Pero por alguna razón comenzó a buscarme, a pesar de que soy un repelente de personas el no temió a hacerme preguntas bastante directas, al principio fue bastante raro pero después comenzó a ser divertido y cariñoso. Mike reacciono cuando mas o menos en estas épocas congele el piso en un paso que di, mi pie resbalo para después doblarse, además del golpe que recibí en la cabeza. Aaron me tomo en sus brazos como una princesa, mientras caminábamos por el campus hacia la enfermería Buttler nos vio de lejos, riendo, gritando y haciendo bromas. Tal como él y yo solíamos ser. Corrió prácticamente como un maratonista para arrebatarme de los brazos de Aaron. Comenzaron una pelea larga hasta que les lance una pequeña ventisca en el trasero.
Ahora volvía a comportarse de esa forma tan estúpida. La única diferencia era que aquel chico ni siquiera había cruzado palabra conmigo, tampoco estaba interesada en que lo hiciera. Tan solo me molesta el echo de que siempre haga lo mismo. Él puede rodearse de chicas y amigos, pero apenas comienzo a tener un amigo nuevo y pierde la cabeza.
Al llegar al estacionamiento no quise esperar a caminar a su lado, baje del auto cerrando la puerta de un portazo. No quise ni si quiera mirarlo, camine directamente a mi casillero, necesitaba mis guantes. A veces los dones de invierno son los más difíciles de controlar. Dependiendo de la estación en la que nos encontremos es que tan fuertes sean mis "poderes". A veces en primavera puedo hacer que las plantas crezcan más de lo necesario, es algo peligroso. Pero en invierno, vaya, eso es otro punto.

-Oh mira, pasaste de ser Rose a Tormenta.
¿Quién serás después? ¿Wolverine?
La voz rasposa de Stacy resonó en el pasillo. Era inconfundible, sonaba como si estuviera enferma aunque en realidad, así era su voz. La chica enferma. «mentalmente»

-Pobre Stacy, apenas inicia el invierno y ya está enferma. Puedo darte el nombre de un jarabe muy bueno, y además sabe excelente.
Mi humor no es muy risueño regularmente, y después de la primera escena del drama llamado "Mike" va de mal en peor.

-Deberías de comenzar a preocuparte por no parecer un algodón de azúcar.

-Prefiero parecer un algodón de azúcar a una niña poseída.

-Retráctate-sus orejas comenzaban a tomar el color rosa mexicano, el cual aparecía cuando se enojaba.
Ahora sus orejas combinaban con su blusa y su irritante cabello rubio.

-No estoy de humor para tener una pelea verbal con una niña de cinco años.
Cerré mi casillero de golpe después de haberme colocado los guantes blancos. Mi padre me había regalado otros de color anaranjado, pero honestamente preferiría los blancos simples de mi madre.

Las primeras cuatro horas de escuela no estuvieron tan mal. Excepto por el echo de que me esforzaba por no ceder ante las constantes disculpas de mi mejor amigo. Gracias a Aaron pude distraerme. Ahora él y yo almorzábamos solos en las gradas del campo de fútbol. Alice tenía practica de porristas durante el almuerzo, Buttler almorzaba con sus compañeros de equipo. Desde lo alto de las gradas pude identificarlo del otro lado del campo sentado debajo de un árbol. Su cabello cobrizo soltaba destellos por los pequeños rayos de sol que había. Al abrir la bolsa marrón que mi padre me había dado está mañana no podía creer lo que había dentro. Pizza.
Al sacar una de las tres rebanadas que allí había escuche el canto de los Ángeles. Habían pasado casi tres largas semanas sin una rebanada.
-Dame.
Aaron, que se encontraba a mi lado, tuvo que limpiarse la baba. En su casa nunca compraban pizza, su mamá era alérgica a la levadura.
-No-conteste mientras calentaba la pizza
Como todo en una obra de Shakespeare salto a la siguiente grada y se arrodilló frente a mí, robando la atención del cuadro de porristas, el equipo de fútbol y algunos integrantes de la banda de la escuela.
-Juno Eveth, reina de los cielos, la tierra y mi corazón. Concédeme el honor de ser el primero en probar tu deliciosa pizza. Apiádate de esta alma cuya malvada madre tortura. Al menos una rebanada de peperoni, tal vez algo de la orilla, solo te pido amor y comprensión.
Decidí seguirle el juego, me gustaba cuando rogaba. Cabe mencionar que si lo hubiera preguntado una vez más le hubiera dado una rebana entera sin protestar.
Me pare en mi misma grada llevándome una mano a la frente y echando la cabeza hacia atrás, una pose teatral.
-No sigas. Por favor, te lo ruego. Sir. Aaron Makabith. Sus palabras han conmovido mi alma. Ahora le pertenezco, y también una rebanada de mi deliciosa pizza. No solo un pedazo, toda una rebanada. Así como mi corazón, no solo esta dentro, si no que le pertenece completamente.
-¡Te amo!-gritó
Rodeo mis muslos con sus brazos y me dio tres vueltas en el aire.
Reíamos fuertemente sobre el viento que allí soplaba cuando de repente deje de escuchar todo. Nuestras risas, las hojas de los árboles moviéndose, el viento chocando con mis oídos. Ahora sólo se escuchaba un "tick tack" de reloj. No de nuevo...

Terrenal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora