Capítulo 13

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Solo unos pasos más y estaría a punto de llegar al altar. Mi padre me guiaba por un camino de nieve hacia un invernadero decorado con rosas negras y blancas, mi vestido largo y entallado me hacía lucir como una reina del invierno. De frente, Eón esperaba con un traje gris, se veía realmente guapo. Sus ojos azules me recorrieron cientos de veces antes de detenerse en mis ojos a sonreír ampliamente. Mi padre me entrego y al mirar al público mi familia estaba allí, inclusión Padre Tiempo y Madre Naturaleza como humanos. Mike sonreía desde detrás de Eón, era su padrino.
Cuando estaba a punto de colocarme el anillo un cuchillo atravesó al chico frente a mí, haciendo que cayera escupiendo sangre. La gente desapareció dejándome allí con un novio muerto y detrás de él, su asesino. Buttler.
Con una sonrisa macabra Mike se acercó a mí tomando mi brazo con fuerza, cortando mi piel con el cuchillo escribió contra mi voluntad...«Mía»
No importa que tanto lo intentara, no podía zafarme, él seguía riendo con fuerza embarrando mi sangre por todo el vestido. Después de la última apuñalada me dejo caer al lado del cuerpo de mí ahora muerto, Eón. Yéndose por el camino de nieve goteando sangre desde su mano desapareció. Un resplandor blanco cegador dejó todo en blanco, sin sangre, sin muertos. Solo yo en la fría nieve vestida de blanco, casi camuflajeandome por completo.

Desperté sudando, con la respiración agitada y sin Cecil. El no hubiera permitido que tuviera esas pesadillas. Recién eran las once de la noche, además de que su padre lo cubriría, me pregunto dónde estará.
Me levante de la gran cama que tenía en el dormitorio y salí descalza atravesando la enorme puerta blanca con flores doradas de la habitación. El suéter azul cielo de lana que tocaba mis muslos y se sujetaba de la cintura se sentía realmente acogedor; más de lo que pudiera haber pedido aquel día de Navidad, en unas horas ya no lo será.
No hable con mi familia en todo el día, desactive el modo avión de mi celular unos momentos y tenía cuatro llamadas perdidas de Eón, siete de mi madre, seis de Lucas y una, tan solo una, de Mike.
También tenía mensajes diciendo que volviera. Que les dijera dónde estaba. No lo haría.

La cabaña estaba a oscuras, excepto por fuera, unos resplandores entraban por las ventanas, y ahora sabía dónde estaba mi amigo.
Cecil practicaba con figuras impresionantes, nada comparado con las pequeñas mariposas que solía hacer. Estos animales y seres eran enormes, había preparado una pequeña selva con monos saltando de los árboles. Un gran océano corría sobre nosotros, mis ojos no podían separarse de esas hermosas visiones. Una liebre se acercó a mí saltando cada vez más bajo y cuando lo toque hubo una pequeña explosión. El polvo se tornó azul al igual que la liebre y ahora corría más rápido además de que podía mover el pasto. Se había convertido en realidad.
—¿Cómo hiciste eso?—un Cecil asombrado me miraba.
Iba sin camisa, con tal solo unos jeans desgastados, su cabello amarrado en un moño alto. Eso, junto con los pequeños polvos que habían quedado en parte de sus antebrazos y manos, lo hacían ver precioso.
—No lo sé, sólo lo toque
Una pequeña sonrisa se hizo presente en él, acercándose a mi cautelosamente fue cambiando su mirada, de asombro a ternura.
Me envolvió en sus brazos protectoramente depositando un beso en mi blanca cabellera. Me separé un poco para recorrer mis manos por sus brazos hasta llegar a su cuello y volver a bajar por su espalda. Nos quedamos así un buen rato, tan solo sobre la nieve descalzos; envueltos en un abrazo
—Ven, comenzaremos con la meditación
Cecil era un experto en eso, incluso podía pasar horas meditando, había encontrado la manera de hacer viajes astrales, es decir, que tu alma viaje, pero tu cuerpo siga presente en ese lugar donde lo dejaste.
Nos sentamos sin importancia sobre el frío suelo tomándonos de las manos. Sus calidad manos sobre las mías me inspiraban tranquilidad.
—De acuerdo, June. Relájate, por favor—dijo tranquilamente
—¿Por qué siempre dices "por favor"?—hablé sin poder controlarme
Esto comenzaba a ponerme nerviosa.
—Basta de preguntas sin coherencia, siempre comienzas a hacer preguntas de ese tipo cuando estás nerviosa. Tranquilízate—dijo, aún tranquilo
—Pero es que tengo mucha curiosidad, eres muy respetuoso cuando hablas y...
—Y nada—interrumpió—ahora, acuéstate y pon tu cabeza sobre mis piernas.
Eso hice
Recostada sobre sus piernas cruzadas, colocó sus manos a cada costado de mi cabeza, casi justo sobre mis orejas.
—No pienses en nada.
Sin visualización alguna la imagen de la luz segadora llegó dejándome una aureola boreal atravesaba mis ojos cerrados. Al abrir los ojos mire a Cecil, sentado en el suelo, pero yo también estaba ahí. «estaba viendo mi propio cuerpo»
Era tan irreal como posible.
Comencé a caminar al rededor, la nieve no dejaba huellas, sin embargo cuando me acerqué a un costado de la cara de Cecil, él abrió los ojos. Después se levantó dejándome completamente tendida sobre el frío suelo, aunque no importaba mucho, el frío y yo éramos uno mismo.
Se sentó en los escalones mientras sacaba un Sandwich de queso, al parecer solo esperaría a que regresara sola.
—Adelante, ve—dijo a la nada, aunque seguramente sabía que lo estaba escuchando
Entre los árboles me perdí, regresando por el sendero. Iría a ver qué tal estaba todo en casa sin mi. «¿Me extrañarían?"
Detuve mis pies justo cuando salí de entre los árboles, desde a fuera mi casa parecía ser la misma. El asador seguía abandonado en una esquina, no había leña, no la necesitábamos. Eso era un tema de conversación muy importante, porque el hogar de los Eveth siempre estaba helado «¿qué acaso no tenían un calentador?» ahora que sé qué pasa con mi padre y mi propio hermano, siento lástima por mi madre que tiene que soportar esta temperatura.
Al llegar a la puerta trasera intenté tomar la perilla para girarla pero solamente caí sobre el suelo sin hacer ruido alguno. Una figura se posó frente a mí, pero al alzar la mirada su vista no estaba sobre mi. Miraba hacia la nada, tenía ojeras bajo los ojos, estaba un poco más delgado de lo usual y sus hombros caídos haciéndolo ver demacrado. Su piel blanca ahora estaba más pálida, pero aun así, era realmente atractivo. Eón abrió la gaveta de el centro de la alacena, sacando una caja llena de galletas y pastelillos; conectó su iPod a las bocinas inalámbricas de la cocina e hizo sonar "Heart like yours" de "Willamette Stone". Se notaba demasiado decaído, jugaba con los polvos que habían quedado espolvoreados por la barra mientras la música sonaba.
—how could a heart like yours, ever love a heart like mine...—cantaba en voz baja
Y cuando la cúspide de la canción se hizo sonar, comenzó a llorar
Lo que estaba viendo desde mi cocina era increíble, nunca había esperado verlo llorar.
—No sé porque te fuiste, sé que soy un idiota pero pensé que lo sabías
Retrocedí unos pasos por la impresión, estaba mirándome directamente. Al chocar con el refrigerador unos cuantos imanes callejón al piso y cuando él se acercó extrañado a levantar uno de ellos, supe que no están mirándome, no me veía. Pero, porque había podido hacer contacto.
La puerta principal se cerró, y ya no podía arriesgarme.
Coreo de regreso al bosque, a la cabaña y cuando llegue ahí, mi cuerpo estaba en la misma posición, al igual que Cecil. Sobre mi, figuras de polvillo azul se formaban sin parar. El rubio contemplaba las imágenes impresionado. Cuando estaba a punto de tocar mi cuerpo de nuevo él se acercó a este, se incoo a un lado.
—Perdona el atrevimiento, por favor
Antes de poder entrar a mi cuerpo para hacerle resonar una bofetada me di cuenta de que sus intenciones no eran pervertidas. Tan solo, depósito un beso en mis labios.

—Entonces ¿qué viste?—me preguntaba Cecil mientras ponía dos tazas de café con leche sobre la mesilla.
«¿Cómo puedes preguntar eso?»
—Nada, no había nadie en casa, solo estaba Lucas y jugaba videojuegos.
—Bueno, mañana será un día largo, comenzaré a mostrarte lo que realmente hago cuando no vienes a verme, y no estoy regalando sueños.

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